26 de noviembre de 2017

Ares del Maestrat: Mas, Umbría, Robledal y Rambla de la Vall - Tossal de la Marina

Domingo 12 de noviembre de 2017

Volvemos, por cuarta vez este año, a Ares y a l'Alt Maestrat. Seguiremos esta vez los pasos de Trotasendas & cia., que el otoño pasado realizaron por la zona una atractiva ruta, en la que entre muchas cosas, pasaron por un bonito robledal teñido de colores otoñales, así que me la "reservé" para el otoño siguiente, es decir este. Lo que pasó, y eso que fuimos más o menos por las mismas fechas que ellos, es que el otoño, desgraciadamente, no se había presentado todavía, al menos en todo su esplendor, y el bosque no había alcanzado aún la explosión cromática, pero aún así nos pareció muy bonito, el que sin embargó si que hizo acto de presencia fue un viento huracanado, que nos azotó en las partes altas del recorrido. La magia y la soledad de esta comarca, por las que nos dejamos seducir una vez más, no hicieron falta que viniesen, ya que por suerte, estas siempre están allí.






La ruta la podremos empezar en el mismo Mas de la Vall, al que se puede acceder desde un desvío a la derecha poco antes del punto kilométrico nº47 de la carretera que sube a Ares, al poco de pasar por la Montalbana y antes de afrontar las rampas del Coll d'Ares. Nosotros en nuestro caso optamos por dejar la furgoneta unos 700 metros antes del Mas y llegar a él andando. Una vez en el Mas de la Vall lo primero que nos llamará la atención será la diminuta Ermita de Sant Antoni de Pàdua, conocida más popularmente como Ermita de Sant Antoni Fesoler, y que fue construida en el año 1745. También encontraremos allí la antigua Escola Mixta de la Vall, que durante el periodo transcurrido entre los años 1955 y 1968 fue la escuela a la que iban los niños que vivían en las distintas masías de la zona. Hoy en día esta escuela se ha reformado y se utiliza como casa de turismo rural.


Punto de inicio y final de la excursión, con la alargada silueta de la Mola de Vilar.

La ganadería sigue siendo uno de los recursos de esta comarca.

Pequeño carrascal antes de llegar al Mas de la Vall.

Llegamos al Mas de la Vall, lo primero que llama la atención allí es la pequeña Ermita de Sant Antoni Fesoler.

Vemos con más detalle la peculiar arquitectura del edificio.

Más detalles.

En el Mas, literalmente, cuatro gatos...

...que con estos ya eran seis.

Desde el Mas de la Vall continuaremos unos centenares de metros por el camino principal hasta que encontraremos a nuestra derecha una cancela metálica, que es donde iniciaremos la parte circular de esta ruta. Abriremos y cerraremos esta puerta y continuaremos por el camino que guarda, que ya en ascenso no tardará en introducirse en un carrascal. A partir de ahora ya nos podíamos olvidar de todo camino o senda evidente durante un buen y largo rato, cierto que en el transcurso de la ruta encontraríamos algunos trazos más o menos definidos de sendero, pero estos apenas gozarían de continuidad, por lo que se podría decir que la mayor parte de la ruta iba a ser campo a través. Llegaremos así a una zona conocida como Ombria del Mas de la Vall, que como toda buena zona de umbría guarda una frondosa vegetación, escenificada aquí por un bonito bosque en el que predominan robles y arces, aunque al ser declarada esta zona como de microrreserva vimos que también había plantadas otras especies que no supimos adivinar, también nos dimos cuenta, al cruzar este delicioso bosquecillo, que el otoño no había sido puntual a su cita, y sobre todo los robles, no mostraban los colores que habíamos venido a buscar. Puntualizar que en este tramo nos tocó saltar tres ribazos reforzados con una pequeña valla de alambre.


Dejamos el camino que transcurre paralelo a la Rambla de la Vall y tomamos este ramal que se dirige a la Ombria de la Vall.

En nuestro camino encontramos varios artilugios como este, suponemos que se utilizarán para mochar troncos.

Estamos en plena Ombria de la Vall, zona de exuberante vegetación.

Encontramos desperdigado por allí el esqueleto de una vaca, con el que yo me hice una máscara.

Atravesaremos este primer robledal.

Una delicia caminar por estos bosques pisando ese tapiz herboso.

Quizás la única dificultad "técnica" de esta ruta residió en saltar los diferentes ribazos y vallas que nos fuimos encontrando a nuestro paso.


Al saltar la tercera valla nos íbamos a encontrar con un drástico cambio de paisaje, se nos abría un pequeño circo rocoso por el que transcurre el Barranc de les Avellanes, que nos dejó bien a las claras lo hostiles que pueden llegar a ser aquí los inviernos, y la frondosidad del bosque daba paso en escasos metros a una zona de apariencia más devastada por las bajas temperaturas. Dirigiéndonos hacia el fondo del circo íbamos a dar con un senderete, que nos haría virar y aproximarnos hacia el cauce del barranco, bonito tramo este, en el que pudimos ver y pasar junto a algunos arces y robles centenarios de buen porte. El sendero iba a seguir ganando metros, hasta desvanecerse ante una zona de derrubios calizos, que con un paso por dentro de una grieta y alguna trepadita sencilla iban a poner un pequeño toque aventurero a la ruta.


Cambio radical de paisaje, salimos a zona más abierta. Barranc de les Avellanes.

Encontramos aquí una traza de sendero, que parece que nos encaminará hacia las lomas que tenemos delante...

...pero hace un giro brusco y nos encamina hacia el Barranc de les Avellanes.

El terreno nos muestra aquí una mayor desolación, a la que ponen un poco de color los arces y los robles que salpican el terreno.



No dudamos en posar junto a este arce de tan buen porte.

Barranc de les Avellanes, bonito topónimo.

Buenas vistas y bonitas pinceladas de color.



El sendero sigue remontando junto al barranco...



...hasta llegar a esta zona de calizas desprendidas.

Las atravesaremos, encontrando este bonito acebo allí.

Para llegar a verlo tendremos que haber pasado antes por este túnel natural.


Superada esta barrera rocosa íbamos a alcanzar el amplio y desolado páramo cimero del Tossal de la Marina, donde a parte de abrírsenos unas amplísimas panorámicas también empezamos a batallar con los fuertes envites del viento, por suerte un antiguo refugio de pastores nos sirvió a nosotros de resguardo, y pudimos almorzar más o menos protegidos del viento. Ante tal panorama ventoso y viendo que el track continuaba por el páramo hasta el Tossal de la Marina nosotros optamos, tras el almuerzo, por perder unos metros de cota y volver al resguardo del Barranc de les Avellanes, no solo encontramos un buen senderillo (que también se fue desvaneciendo poco a poco) sino que llegamos hasta el camino de la Colada de la Masada a salvo de las embestidas del viento. Por el contrario nos habíamos alejado bastante de la cima del Tossal de la Marina, en un principio pensamos en continuar la ruta sin la cima, pero pensamos que hubiese sido una lástima privarse de las buenas panorámicas que ya adivinábamos, así que haríamos un ida y vuelta (abriendo y cerrando una nueva puerta metálica) hasta allí. Como suponíamos las vistas, fantásticas, sobre todo hacia el norte, pero poco pudimos disfrutar de ellas, ya que el viento soplaba allí con una violencia inusitada, tanto que nada más llegar allí mi gorra salió volando y nunca más supe de ella. Así que hicimos cuatro fotos contadas y salimos de allí por piernas, no estaba la cosa como para recrearse. También pudimos constatar que esta cima de aspecto paramero escondía en su vertiente oriental unos roquedos que la dotaban de un mayor atractivo del que nos había mostrado hasta ahora.


Superada una pequeña trepada, alcanzaremos el altiplano del Tossal de la Marina, al fondo la Mola de Vilar, Ares y la Mola d'Ares.

La ruta pierde atractivo en este desolado páramo, pero se nos abren grandes panorámicas. Un momento, ¿quién destaca en el horizonte?...

...no podía tratarse de nadie más salvo Penyagolosa.

Un lapiaz en toda regla, con Ares y sus muelas al fondo.

Debido al fuerte viento estaba siendo un tanto desagradable caminar por este páramo, por suerte encontramos este antiguo refugio de pastores...

...que nos vino de perlas para pegar un bocado resguardados del viento.

Huimos del viento, momentáneamente, por este senderillo, que transcurre unos metros por debajo del altiplano ventoso.

Echamos la vista atrás, viendo el refugio que tan bien nos había venido antes y la silueta de Penyagolosa detrás.

Aunque quedaba fuera de nuestro rumbo al final decidimos desviarnos a subir al Morral o Tossal de la Marina, a 1232 metros de altura, esta es su abrupta vertiente oriental. Al fondo el Tossal de la Nevera de Catí y más al fondo aún la Serra de Montsià.

Altiplano cimero, con Penyagolosa al fondo.

El viento nos impidió profundizar fotográficamente en las vistas, aquí en esta, y a groso modo vemos, el Tossal d'Orenga, Tossal de l'Espaneguera, Tossal de Saragossa, Desert de les Palmes y al fondo del todo la Serra d'Espadà.

En esta dirección pudimos ver la Serra del Turmell, el Massís dels Ports y los mencionados Montsià y Tossal de la Nevera, como me recordó el viento de hoy al que hubo en la primera ocasión que subí a este último(vídeo).

Vistas hacia el Barranc de la Belluga, al fondo el Mediterráneo.



De nuevo en la Colada de la Masada, la seguiremos durante unos pocos metros para enseguida desviarnos por otro fugaz tramo de sendero. De nuevo campo a través atravesaremos una zona en donde se nos mostrará otra de las señas de identidad de estos lares, el trabajo de piedra en seco, ya sea en forma de larguísimos y rectísimos muros de piedra, refugios de pastor o corrales para el ganado. Iremos en busca de la evidente vaguada de un barranquete, donde encontraremos una nueva traza de sendero, que nos hará pasar junto a otro arce monumental. Cuando parecía que este sendero se iba afianzando nos dimos de bruces con otra valla, que también nos tocó saltar. De nuevo campo a través nos íbamos a introducir de forma paulatina en el robledal que nos atrajo a venir a realizar esta ruta, que como dije al principio su colorido todavía no había alcanzado la plenitud otoñal. Aún así, atravesarlo, ya por un buen camino, supuso una bonita experiencia, ya que se trata de un bonito y muy bien conservado bosque, incluso pudimos sentir flotar la magia, casi la misma que sentimos cuando paseamos junto a los gigantescos robles del cercano robledal del Barranc dels Horts. Ambos supondrán una buena excusa para volver a visitar el término de Ares en otoño.
El camino que cruza este robledal nos iba a enlazar con el que transcurre paralelo a la Rambla de la Vall, ya solo teníamos que seguir este hasta el punto donde habíamos iniciado al circular primero y hacia el Mas de la Vall y la furgoneta después. Otra bonita jornada de montaña esta comarca que tanto nos gusta, para celebrarla, hoy el ventoso y gélido día invitaba más a tomarse un carajillo que la habitual cerveza, así que paramos a tomárnoslo en el restaurante (el Portal del Alma) de la Ermita de Sant Pau.

Un saludo a tod@s.


Dejamos la comodidad del camino para avanzar, entre cojín de monja, por otro sendero efímero.

Venir a esta zona de l'Alt Maestrat supone apreciar y admirar el numeroso trabajo de piedra en seco que hay ella, esta foto y la siguiente con solo un pequeño ejemplo del que vimos en esta jornada.



Ya intuimos el barranquete por el que bajaremos hasta el robledal.

Unos bajamos, y otros, hoy sin necesidad de batir sus alas, se elevan.

Bajando por el barranquete nos encontramos con otro anciano de los bosques, otro enorme arce.

De los mejores senderos de la jornada de hoy, lástima que tuviese poca continuidad. Ya intuimos el robledal que nos engullirá en breves momentos.

Les Moles de Ares, con el Coll d'Ares y el propio Ares.

En mi modesta opinión, no me canso nunca de repetirlo, el pueblo más bonito de toda la provincia.

Entramos en el robledal, en el que los arces, como el de la imagen, llevaron la voz cantante otoñal. A partir de ahora que hablen las fotos por si solas, un bosque precioso.

















Salimos del robledal y volvemos a circular paralelos a la Rambla de la Vall, imagen Maestrat 100%.

Volveremos a pasar junto al Mas de la Vall y la Ermita de Sant Antoni Fesoler.

Y colorín colorado esta nueva ruta por el Maestrat ha terminado.

11 comentarios:

  1. Hola Dani,

    Como no podía ser de otra manera, otra ruta espectacular.
    Que gozada caminar entre esos robledales con esos tonos ocres del otoño, aunque este año el otoño parece que no quiere acabar de entrar.
    Lástima del viento que os impidió disfrutar de toda la ruta.
    Cuantas zonas que me quedan por recorrer, a ver si este año me puedo pasar y conocerla.

    Un abrazo.

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    1. Hola David.

      l'Alt Maestrat en general es una pasada, pero si tuviese que elegir un sitio en concreto de esta comarca sin duda ese es Ares y su término, ya el propio pueblo es una preciosidad, y luego la variedad, tanto natural, como patrimonial, que puedes encontrar en su término, es increíble. Siento debilidad por este pequeño y altísimo pueblo castellonense.

      Un abrazo.

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  2. ¡Hola, Dani! La magia del Maestrat queda bien definida en esta bonita entrada. Soledad, fuerte viento en los páramos desolados, encantados bosques de robles, molas peladas desafiando las inclemencias del tiempo, antiguas masías... Maestrazgo en estado puro.Una maravilla de ruta a pesar de que el otoño aún no ha llegado y de ese viento inclemente que se lleva gorras volando. Precioso el robledal del último tramo.
    Un abrazo.

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    1. Hola Emilio.

      Así es, esta ruta nos muestra como puede cambiar el paisaje en un mismo término en pocos metros, ya que de estar andando por un bonito y frondoso robledal, en una zona resguardada de umbría, de repente sales a otra zona más abierta, más expuesta a la severidad del invierno...y zas!!, te cambia el paisaje de forma radical, y la frondosidad da paso a la más absoluta desolación, que en estos casos esta palabra no tiene que ser necesariamente mala, creo que ese aspecto también reside en la magia de esta comarca.
      Lo de la gorra..., ya que nos hemos puesto místicos, puede que sean cosas del karma, puede que no estuviese destinada a mi cabeza, puesto que me la encontré en Carrícola a principios de año...a ver si hay suerte y encuentra su cabeza apropiada, aunque hacia donde voló dude que alguien la encuentre jejeje.

      Un abrazo.

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  3. Hola Dani.

    Coño! la gorra ha venido volando hasta Cuenca y ha caído en mi almendra, jejeje.

    Que bonita la ruta, y no solo por esos toques Arces/Robles como los del final, sino y como bien remarcas en los comentarios a Emilio, esos páramos solitarios y desolados son increiblemente bellos, las fotos de los paramos con el lapiaz o con el cojín de monja son preciosas. Sabes que me encanta el Maestrat, sus Molas y su soledad. Algo menos me gusta los vientos desagradables pero ya sabemos que es parte de lo que nos gusta.

    Cuando te he visto con esa máscara de guerra bovina, he visto que te quedan bastante bien, que no es a mí solamente, jajajaja, y la cara de Laia lo dice todo.

    TOni MS.

    Un abrazo.

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    1. Hola Toni.

      Pues por la marca y el lugar donde la encontré seguramente el anterior dueño de la gorra sería un montañero, pero anda que no visto mundo esa gorra en el poco tiempo que la he tenido: Pirineos, Guadarrama, Serranía de Cunca, Sierra de Ayllón...

      Bueno, estamos ante una ruta preciosa, y aquí estamos hablando de algo tan insignificante como una gorra jajaja.

      Así es el Maestat y en concreto el término de Ares, igual te encuentras con abruptos barrancos y estrechas fajas, que igual estas cruzando un frondoso robledal y de repente te ves andando en la inmensidad de un extenso y desolado páramo, como le decía a Emilio, eso también forma parte de la magia de esta comarca. Y luego si le sumas, el patrimonio en forma de masías o construcciones de piedra en seco, la soledad etc, apaga y vámonos. Para la próxima que vengáis os llevo a Ares!!!

      Es verdad, tu tienes una foto con esa misma máscara, o parecida, no lo recordaba, pero macho, es que tienes fotos con tantas cosas de atrezzo...jajajaja.

      Un abrazo.

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  4. Hola Dani
    Posiblemente no encontraste esa explosión de los colores otoñales, pero confórmate con el resto, porque tiene suficientes argumentos para que sea una ruta guapa, guapa.

    El Maestrat es así como lo defines y ese ultimo tramo atravesando ese bosque es de lo mejor, esos son esos tramos de ruta que siempre se hacen cortos. Verdad??

    Un abrazo
    Jose
    TROTASENDES BENICALAP

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    1. Hola Jose.

      Pues precisamente Trotasendas recalcaba en su crónica que lo único malo de esta ruta es que se hacia corta, y es verdad, esa es la sensación que tuvimos Eva y yo cuando llegamos de nuevo a la furgoneta.
      Pese a no tener plenamente los colores de otoño el robledal estaba precioso, se respiraba mucha paz al caminar en él, fue el broche perfecto a esta bonita ruta por el Maestrat.

      Un abrazo.

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  5. Magnífica crònica, ens has transportat a la bellesa tardorenca del Maestrat (sense haver de patir el vent). A vore si l'any que ve tenim una tardor com cal i vos copie la ruta.
    Jo també tinc debilitat pel terme d'Ares i també sempre m'ha sorprés com alternen els barrancs frondosos i les llomes desarbrades. La veritat no sé si per culpa de la natura o dels humans.
    Un parell d'apunts sobre Ares que hem van contar alguns masovers: Sant Antoni li diuen fesoler perquè la festa (al juny) és quan se planten els fesols; per l'altra banda a les llomes d'estiu pasturaven allí les raberes d'ovelles per la nit per a fugir de la calor del dia.
    Una abraçada i a vore si coincidim algun dia per la muntanya.

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    1. Gràcies Xavier. Pues precisament ahir vaig estar a la llibreria Patagonia de València i vaig estar fullejant un llibre anomenat "Ares: Rutas y Prehistoria", de Ricardo Muñoz Badía, semblava molt interessant, però al final vaig optar per comprar literatura clàssica de muntanya i un grapat de mapes i no el vaig agafar.
      El apunt del nom de Sant Antoni Fesoler venia indicat al panell informatiu de la pròpia ermita. Desconeixia lo de les ovelles, i ara que ho dius, la majoria de casetes o refugis de pastor i corrals estaven a les zones més altes i planes.

      Tant de bo les estacions vingueren con déu mana i ressaltassin encara més la màgia d'Ares (els colors de la tardor a les rouredes, la neu als altiplans o l'aigua de la primavera a les cascades del Barranc dels Molins).

      Una abraçada.

      PD: tu porta sempre rotllets a la motxilla per si tornem a coincidir per les muntanyes ;-)

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    2. Fa temps que no en faig, però quan quedem els tindré amanits, segur!

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