Sábado 10 de junio de 2023
Mucha gente se quedaba sorprendida cuando les comentaba que, después de 15 años de andanzas montañeras y unos cuantos viajes anuales al Pirineo, no hubiese subido todavía al Aneto. No es algo que me quitase el sueño, la verdad, aunque si que es cierto que en 2011 tuve una clara obsesión con el Aneto, ya que intenté subirlo dos veces. En la primera intentona una pretenciosa travesía y nuestra poca experiencia nos hicieron recular cuando ni siquiera habíamos visto la montaña, y en la segunda la causa fue una mala meteorología, aunque también se podía achacar a la falta de experiencia por nuestra parte. La obsesión acabó ahí, en los años posteriores el Aneto ya no estuvo ni en prioridades, ya llegaría el momento oportuno de hacer un tercer intento, y el momento oportuno fue a principios de junio del año pasado. El acicate fue mi amigo Jaime, que ya llevaba un tiempo insistiéndome en que teníamos que subir al Aneto juntos, es más, nos habíamos prometido que no subiríamos a lo más alto del Pirineo el uno sin el otro. Cumplimos el pacto, y he de admitir que cuando llegamos arriba unas lagrimas rebeldes se deslizaron por mi rostro...