17 de junio de 2025

Mola de Colldejou - Miranda de Llaberia - Creu de Llaberia - Cavall Bernat de Llaberia

 Sábado 16 de diciembre de 2023

"...A mesura que anem descobrint muntanyes i serres tarragonines més ganes tenim de tornar". Esta sincera frase, que publiqué en alguna red social justo después de finalizar la ruta, y que reservaba también para este reportaje, ilustra a la perfección las sensaciones que tuvimos durante y después de este magnífico recorrido por la Serra de Llaberia que os estoy empezando a contar.



Las altas expectativas que nos había generado la reseña de la ruta que habíamos leído se vieron desbordadas casi de inmediato, y es que por muy buena que sea una reseña, y esta lo era, ni la pantalla de un ordenador, ni mucho menos la de un móvil, jamás serán capaces de transmitir con fidelidad todo lo que nuestros sentidos pueden llegar a absorber en una ruta de montaña, y en esta ruta en concreto nuestros sentidos tuvieron que trabajar a destajo. El olfato fue el único que digamos que estuvo en su rango de trabajo habitual, pero todos los demás tuvieron que hacer horas extra. La vista, además de tratar de abarcar todos los detalles de un fantástico paisaje de moldeado calizo, e incluso intentar adivinar cimas pirenaicas en la distancia, tuvo que saber adaptarse a la oscuridad de la Cova de la Mola, cuya visita coqueteó con la espeleología. El tacto fue fundamental, pues en algunas secciones de la ruta nos tuvimos que agarrar a la roca y a unas cadenas, en especial en la subida final al Cavall Bernat. El oído, David y yo no nos habíamos visto en nueve meses, así que mejor no os digo ... David trajo repostería artesanal de un horno de Castellar del Vallés, ahí es donde entró en escena el gusto... Además de los sentidos, también se vieron obligados a carburar al máximo piernas y pulmones, pues la ruta, a pesar de su corta longitud, tuvo algunos desniveles interesantes. Tampoco debemos olvidarnos de nuestro disco duro, en el que tuvimos que encontrar espacio libre para almacenar nueva información histórica, ya que la torre que hay en lo alto de la Mola de Colldejou se remonta a guerras Carlistas y se utilizaba para la telegrafía óptica, aunque esa tarea ya la hicimos en casa, horas después de la ruta, al mismo tiempo que buceábamos entre mapas y tracks para dibujar mentalmente nuevos recorridos por esta fascinante Serra de Llaberia, pues a medida que fue avanzando la ruta fueron desfilando, una a una, excelentes excusas para volver, y unas cuantas veces, a esta sierra tarraconense...


Colldejou, pueblo en en que dio comienzo y final, unas horas después, esta excursión por el Baix Camp tarraconense, en la que subimos a la Mola de Colldejou, anaranjada por los primeros rayos del sol...

...y recorrimos esta cresta, en la que se encuentran las otras tres cimas de la jornada.

Església de Sant Llorenç de Colldejou, también iluminada por el sol, un sol que no logró en ningún momento calentar esta fría jornada de diciembre.

Tras salir de las calles del pueblo una serie de caminos y senderos nos dejaron en la vertiente oriental de la Mola, donde esta nos presentó sus credenciales calizas.

Un senderete colgado nos permitió avanzar por estas inclinadas laderas orientales de la Mola.

Calizas de la Mola...

...sobre las que nos situamos minutos después, en una zona conocida como el Portell de la Cova.

Extensas vistas desde este punto, con el Montsant y les Muntanyes de Prades al fondo.

Visualizamos el circo por el que acometeríamos la subida final a la Mola.

Aquí el amigo, en mayúsculas, Bonilla, con el que no me había visto desde el día que subimos a la Peña Montañesa, nueve meses atrás...

...por lo que había que ponerse al día, y también empezar a planificar el viaje a los Alpes que nos esperaba en junio.

Por un ancho lomo, enfilados hacia el espolón...

...en el que se encuentra la Cova de la Mola.

David, y supongo que Laia también andaría por ahí, llegando a la boca norte de la Cova.

Mis dos compis, preparados para entrar en la cueva.

Me anticipé a entrar para hacer con David uno de esos contraluces que tanto me gustan.

Armados con nuestras linternas frontales fuimos adentrándonos en la cueva, que tiene un recorrido de unos 140 metros.

En su primer tramo esta galería es ancha, y permite andar con holgura...

...

...hasta que llegan las estrecheces. Hicimos bien en dejar las mochilas fuera.



Incluso hay un punto que exige reptar.

Aquí tenéis a mi curiosa perrita espeleóloga, asomada al paso más estrecho de la cueva. Llegamos hasta aquí y retrocedimos...

...pero la cueva tiene más continuidad, y si habéis estado al loro os habréis fijado que al referirme a la entrada de la cueva lo he hecho como boca norte...

...y es que la cueva tiene entrada por un lado y salida por otro. La peculiaridad de la boca sur es que está colgada en la pared, y salir por allí precisa de un rápel de 20 metros. En la fantástica web Blog de Muntanya se puede encontrar un reportaje fotográfico y un vídeo del recorrido entero de la Cova de la Mola. Quedaba apuntada la primera excusa para volver a Llaberia... Sin llevar aún ni un cuarto de ruta.

Salimos de la cueva, dispuestos a rematar la subida a la Mola.

En esta parte final de la subida encontramos unas señales de GR que nos marcaron el mejor camino entre el roquedo.

David me pilló ensimismado con tan atractiva sección de la subida.



Mientras nosotros negociábamos la parte final de la subida...

...Laia, como de costumbre, ya nos estaba esperando arriba.

Arriba nos recibió el solecito, aunque como he dicho antes, este no calentó mucho esa mañana.

Alcanzamos la amplia meseta cimera de la Mola de Colldejou.

Se avecinaban fechas de consumismo feroz, así que nos acercamos a ver el pesebre permanente de la Mola.

Vistazo hacia el cordal principal de la Serra de Llaberia, por el que iba a transcurrir la segunda parte de la ruta.

921 metros es la altura de Mola de Colldejou, en lo más alto se hallan los restos de esta antigua torre de telegrafía óptica...

...se la conoce como el Castell de la Mola, y fue construida a finales del siglo XIX, en el transcurso de la Tercera Guerra Carlista.

Vistas desde el interior de la torre.

La Mola de Colldejou es un buen punto para observar los accidentados relieves del sur de la provincia de Tarragona, con su montaña más alta, el Caro, a la cabeza.

Otra atractiva variante de ascenso a la Mola de Colldejou, y que por supuesto nos apuntamos, es la subida por la Canal del Mig, en la vertiente norte de la montaña, y que puede suponer una buena combinación con el recorrido íntegro de la cueva. Por la vertiente contraria, la sur, íbamos a bajar hacia el Coll del Guix...

...pensando ya en hincarle el diente a este atractivo cordal.

David, en las cercanías del Coll del Guix. La Creu de Llaberia emerge cual proa. 

De la Mola al Coll del Guix perdimos cerca de 300 metros de desnivel, y ahora tocaba recuperarlos del tirón, y además en poca distancia, por lo que la subida hasta el cordal fue bastante potente.

Creu de Llaberia y Cavall Bernat, vistos durante la subida.

Un descanso en la subida, entre acebos.

Con esta vista de la Creu de Llaberia nos plantamos ante la trepada que da acceso al cordal.

Laia, una vez más, comandando las operaciones.

Muy sencilla y escalonada, la trepada. Nada del otro mundo.

Alcanzamos el cordal principal de la Serra de Llaberia. Terreno lapiaz.

La primera cima del cordal, y segunda de la jornada, a unos metros.

Miranda de Llaberia, o La Miranda a secas, 919 metros. Coronada por un vértice geodésico y un radar meteorológico.

Esta cima, al igual que la extensa Mola de Colldejou, figuran en la lista de los 100 Cims de la FEEC.

Vistas hacia el sur, con la Serra de Montalt, tras la que aparecen les Muntanyes de Tivissa primero y la Serra de Cardó después. Cierra el horizonte el Massís dels Ports.

Mirada hacia el litoral, con el Mont-redon.

Y como el día era de una visibilidad excelente, incluso pudimos distinguir perfiles pirenaicos, como los de Ordesa...

...y el Vignemale. Todo un privilegio poder abarcar el Pirineo y el Mediterráneo desde el mismo punto.


Desde la Miranda, y antes de recorrer el cordal en rumbo este hicimos un corto ida y vuelta en dirección contraria...

...para visitar la Foradada. No hay sierra tarraconense que no tenga su foradada.

Ojo si os queréis subir sobre el arco, pues es bastante estrecho y con buen patio al otro lado. Nosotros no pasamos del punto donde nos veis en la foto.

Tras ver la Foradada volvimos a la Miranda y retomamos la circular.

Radar de la Miranda, con la Mola de Colldejou detrás y el Montsant al fondo.

Cordal a recorrer, rumbo este...

...con el siguiente objetivo cimero, la Creu de Llaberia, con sus independizadas Roques dels Frares.

Nos esperaba un tramo muy atractivo a nivel visual.

Nos llamó la atención la grieta que vemos en la imagen.

La Creu de Llaberia y les Roques dels Frares, la versión tarraconense y a escala del conjunto Petretxema/Agujas de Ansabère.

La grieta que os había comentado antes...

...que se trata de la Canal del Roc, por la que también se puede subir al cordal, y que por supuesto también quedaba apuntada.

El Mont-redon también lo habíamos apuntado ya en la agenda.

La Miranda y Canal del Roc quedaban atrás.

Calizas y Mar Mediterráneo, durante la rampa final a la Creu de Llaberia.

Cavall Bernat.

Mis amigos, en la cima.

Creu de Llaberia, 909 metros.

Equipo Choriburger, en la tercera cima del día.

Vistas costeras (zona Cambrils/Salou) desde la Creu de Llaberia.

Racó del Saüc, Cavall Bernat, Punta dels Fornalls y Mont-redon.

Cavall Bernat, siguiente objetivo.

De nuevo en marcha, pasando por uno de los muchos collados del cordal. Agujas calizas del Racó del Saüc.

Un eterno vigilante pétreo de Colldejou.

Aunque ya estamos acostumbrados a ellos, siempre es una pasada encontrar paisajes así tan cerca del litoral.

Ni que decir que a estas alturas del recorrido Llaberia ya nos había conquistado.

Abrupta vertiente norte del cordal.

Las subidas y bajadas del cordal fueron acumulando desnivel, que superó los 1000 metros al final.

En este punto de la ruta nos vimos asomados al Racó de la Dòvia, y nos pareció espectacular.

También sopesamos la posibilidad de incluir en la ruta el Mont-redon, pero al final decidimos dejarlo para la próxima visita a Llaberia. Una manera muy aventurera de subir a esta cima es hacerlo por les Crestes de la Seda.

Llegamos al Portell dels Madrocs, allí el sendero bajó unos metros, para discurrir a pies de esta franja rocosa, en la vertiente norte de la Punta dels Fornells.

Roques dels Frares y Creu de Llaberia, en cuya cima habíamos estado unos minutos antes.

En breve estaríamos en lo más alto de esta otra...

...el Cavall Bernat. Es bastante frecuente encontrar este topónimo en unas cuantas sierras de territorios de habla catalana. La etimología del topónimo sería una transformación púdica del término Carall trempat, que vendría a ser una manera un tanto pintoresca de referirse a un miembro viril en erección. Lo explica mejor este artículo.

Alcanzamos el Portell de la Roca Mitjanera, punto desde el que empezaríamos a bajar a Colldejou...

...pero antes haríamos un ida y vuelta a la cima del Cavall Bernat. De camino allí tuvimos esta otra perspectiva del Mont-redon.

Y así, de repente, tras perder contacto visual con él por un momento, apareció el Cavall Bernat de nuevo, y la vertiente por la que le íbamos a meter mano...

...cosa, que así de primeras, parecía imposible. La clave de la subida la encontramos en esa marcada canal.

Por terreno bastante descompuesto nos fuimos aproximando a la entrada de esa canal.

Metidos de lleno en la corta canal...

...que como suponíamos tenía bastante pendiente y el terreno muy descompuesto.

Y ojo, que no hay que remontar la canal entera, hay un punto en el que deberemos abandonarla y empezar a trepar por la pared. Unas cadenas facilitan la progresión por este terreno...

...que sin ser difícil no deja de ser bastante vertical.

Repisa al final de esta primera trepada, que nos permitió hacer un parón...

...antes de afrontar la trepada que da acceso a la fácil rampa cimera.

Cavall Bernat de Llaberia, 840 metros. La cima más baja de las cuatro que ascendimos, pero la que más nos gustó. Esta cima también está en la lista de Els 100 Cims. David ya hace un tiempo que completó el reto, yo, si no me fallan las cuentas, llevo 41, que no está nada mal para no vivir en Catalunya.

El grupo que había en la cima cuando llegamos nosotros se marchaba...

...se quedaron alucinados cuando nos vieron aparecer allí arriba con Laia. Qué poco la conocían 😉.

Vistas hacia el cordal recorrido...

...y también hacia la Mola de Colldejou, en cuya extensa meseta cimera también hay una pequeña laguna.

Mont-redon, con Lo Port y el Caro al fondo.

Tocaba descabalgar de este purasangre calizo. Destrepando con cuidado la zona de las cadenas.

Una vez descendida la canal vimos que este desplome del Cavall Bernat sería el punto ideal para hacer la parada a comer, que ya había hambre.

Mientras David preparaba la mesa 🤪...

...Laia y yo nos fuimos a explorar el sendero que continuaba bajo la pared, y en el que unos compañeros estaban señalizando una carrera de montaña.

Me dijeron que por él también podríamos regresar a Colldejou, pero preferimos dejarlo para otra ocasión y seguir con el plan inicial...

...así que tras comer relajadamente al solecillo desandamos nuestros pasos hasta el Portell de la Roca Mitjanera. Nos despedíamos del erecto 🤪 Cavall Bernat.

Desde el Portell de la Roca Mitjanera empezamos a bajar hacia Colldejou, por una inclinada zona de umbría...

...tan umbría que no nos sorprendió en absoluto encontrar algunos tejos.

Durante la bajada fuimos viendo las cimas ascendidas, como la Creu de Llaberia...

...y también la Miranda, delatada por el radar.

Y ya con ambiente más rural, y por el interior del Barranc del Fornteuler, nos fuimos aproximando a Colldejou.

Allí nos esperaban unas frescas cervezas. Nuestras sin hueso, que no pararon en todo el día, se las habían ganado...


8 comentarios:

  1. Hola Dani.

    Empieza el texto con tu toque inspirativo marca de la casa con lo relativo a los sentidos. Muy bueno, y me hace gracia lo del oído, estando David y tú 9 meses sin veros. No digo ná, jajaja.
    Por otro lado, veo per baix, per baix, per baix. Esa Cova de la Mola que chula con esa galería cada vez más estrechita y Laia da fe de eso, encima, con otra salida colgada en la pared a 20 metros de altura. ¡Que pasada!
    En Cuenca hay una cueva de unos 400 metros de longitud (la única galería más grande que esta) pero también se sale por otra boca, y este tipo de cuevas tienen una magia distinta. Al salir de ellas por otro sitio, como que tu cabeza se queda loca, como no concibiendo que sea la misma cueva por la que entraste. Cosas del espeleólogo ;-)

    Coño con Tarragona, Dani. Ya no solo Els Ports, sino que un poco de Monsant, Muntanyes de Prades, Montsià, Tivissa, esto de Llaberia, da para unas vacaciones montañeras allí en las fechas que hicisteis vosotros la ruta. Esa luz invernal mediterránea me encanta, igual que veros bien abrigados por aquellos lares.

    Cuando he visto la Creu me ha venido a la cabeza lo primero también las Agujas de Ansabère y el Petrechema. Que curioso la erecta historia del topónimo Cavall Bernat.
    Resumiendo, que esto entra a la lista de pendientes, junto con parte de la provincia de Tarragona y, ya planeando precipitadamente esas futuras vacaciones, un día de esos comernos una maravilloso arroz de verduras en Deltebre y alrededores.

    Un abrazo.

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    1. Hola Toni.

      Así es, hay que reivindicar estas montañas y sierras de Tarragona como destino excursionista de vacaciones no estivales (Semana Santa, Navidad etc.) Yo, y siendo sincero, mis incursiones en ellas no habían ido más allá de las rutas más populares del Port y un par de rutas en el Montsià, y así como para bajar a Alacant no me daba pereza chuparme dos horas de carretera, si que me pasaba con Tarragona, y no sé por que razón, la verdad. Menos mal que he cambiado el chip al respecto, y el tirar más al norte del Port y el Montsià me está haciendo descubrir el enorme potencial montañero que posee esta provincia. Y además el pillarnos a mitad camino a mi y al Bonilla nos ofrece la posibilidad de hacer quedadas (como nosotros con Teruel o la zona de Cofrentes), de esas de estar unas cuantas horas caminando sin dejar de darle a la sin hueso jajajaja.

      Oye, debe ser una sensación guapísima eso de entrar a una cueva por un lado y salir por otro. Nosotros, si no hubiese venido Laia, igual hubiésemos cogido una cuerda, los arneses y algún cacharrete y hubiésemos completado el recorrido, con el rápel incluido.
      Volviendo a lo de entrar en una cueva por un lado y salir por otro, no sé si te he contado alguna vez que antiguamente Betxí estaba dividido por barranco, el Barranc de les Vinyes, y que por ejemplo para ir de la plaza al barrio donde se criaron y viven mis padres había que cruzar un puente. Pues bien, a mediados del siglo pasado ese barranco se cubrió, formando lo que hoy en día es la Avinguda Sant Josep Obrer. A lo que voy con todo este rollo es que a día de hoy aún se puede cruzar el barranco por debajo de la avenida, entrando por el punto donde se empezó a cubrir y saliendo ya directamente al Riu Sec, y que esa se podría considerar mi única experiencia en entrar a una "cueva" por un lado y salir por otro. Lo solíamos hacer durante las "pellas" en el colegio y el instituto jejejej.

      Un abrazo.

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    2. Mira, he encontrado una foto antigua de Betxí, en la que se ve el barranco:

      Barranc de les Vinyes

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    3. Hola Dani.

      Con el Bonilla en Tarragona y con el Virtudes en Teruel. Esto es la versión montañera de la película Tú a Boston y yo a California, jejeje.

      Que curiosa la foto antigua y lo del barranco soterrado de Betxí. No digo na, pero eso, por ahí dentro, puede ser un paraíso de ratoncitos.

      No sé si te acuerdas, pero el río Huécar cuando llega a Cuenca, un poco antes de llegar a la Puerta de Valencia (donde empezamos la ruta con Santi) excavaron un tunel en la roca viva que atraviesa toda la ciudad de lado a lado, para llegar al otro lado, al río Júcar, y así quitarle agua al río Húecar en caso de crecidas y que no hubiera desbordamientos de este río por la ciudad. Este tunel llegamos a hacerlo de pequeños con linternas (con el canal seco por entonces) pero aquello lo recuerdo muy tenebroso y no volvimos a meternos nunca más.

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  2. Hola Dani!!!

    Menudo día guapo que pillamos, y menudo rutón, no faltó de nada!!!
    A ver si me vuelvo a poner ald ía comentando las entradas, que ya que escribir las mías no tengo tiempo, por lo menos comentar e intentar volver poco a poco a blogosfera, que la he tenido demasiado tiempo abandonada.

    A ver si cuando te hayas recuperado montamos alguna cosilla por Tarragona, que ya hay ganas de volver a liar alguna de las nuestras.

    Por cierto, aun recuerdo las caras de la gente cuando vió aparecer a Laia en la cima del Caball Bernat... jajaja

    Un fuerte abarzo.

    Salud y montaña!!!

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    1. Ostras David!! Qué alegría volver a verte por aquí, siempre eres bienvenido amigo mío 😉
      No veas como rememoré el día tan espectacular, en todos los aspectos, que pasamos en esta sorprendente Serra de Llaberia, mientras preparaba este reportaje.
      Si!! a ver si después de estos calores, y cuando yo esté al 100%, podemos retomar estas rutas en Tarragona, que nos quedan a mitad camino y son la excusa para vernos con más frecuencia. Recuerda que en esta Serra de Llaberia se nos quedaron algunas cosillas pendientes 😉.

      Un abrazo.

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  3. Muy guapa la ruta, Dani. Hubiera estado interesante recorrer la cueva entera y bajar rapelando por la otra boca. Entre paredes, agujas, desplomes, cornisas, crestas, amplias vistas a valles angostos... es una oferta bastante interesante, y por lo que veo, aunque la fecha también ayuda, es bastante tranquila en cuanto a afluencia de personal. En general me ha parecido muy interesante, y como de costumbre, bastante bien documentada.
    Esa vista al Caro y el Parc Natural dels Ports al fondo, da buena impresión. Sólo estuvimos una vez en el Caro, y el entorno es alucinante... parecido a este en cuanto a paisajes verticales... y mira qué vegetación arbórea más interesante, con tejos y todo.
    Muchas gracias por el reportaje, compañero.

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    1. Buenas Fran. Pues como le he dicho a Toni al llevar a Laia descartamos lo de hacer el recorrido íntegro de la cueva, sobre todo por el rápel... Seguro que volvemos en un futuro y hacemos esa travesía, combinándola con algunas de las cositas que se nos quedaron pendientes en esta pequeña sierra que tanto nos gustó.
      Pues hablas de que nos cruzamos con poco personal y así fue... Pues mira que en Tarragona, y al igual que en toda Catalunya, hay una gran cultura de salir al monte y de centros y clubs excursionistas, por lo que me resulta muy curioso que en todas la rutas que he hecho en esta provincia, y exceptuando las dos veces que he subido a la Forarada del Montsià, donde si he encontrado masificacióna ambas veces, la afluencia de gente no es que haya sido excesiva, si no más bien todo lo contrario. De hecho, y ya que lo mencionas, el día que subimos al Caro, y lo recuerdo perfectamente, no nos encontramos con nadie en todo el recorrido...

      Gracias a usted por el comentario pisha 😉

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