Peña Gratal (1567 m.)

 Sábado 9 de diciembre de 2023

Desde que vi su imponente y altiva silueta por primera vez, de camino a mi primera visita al Valle de Tena, la Peña Gratal se convirtió para mi en todo un referente. Es la señal inequívoca, cada vez que subo a esta zona del Pirineo, de que después de casi cuatro horas de viaje mi destino está cada vez más cerca, y que en breve estaré en los valles pirenaicos y sus montañas, en los que siempre alcanzo la plena felicidad. Por otra parte es una montaña a la que también deseaba subir, por supuesto, pero como supondréis siempre anteponía alguna cima pirenaica a su ascensión. Hasta que a finales de 2023 decidí aprovechar el puente de la Constitución para hacer una escapada expresa para subir a la Peña Gratal. Para amortizar bien el viaje planeé una ruta que además de subir a esta cima tuviese algunas cositas más, y que fuese potente en cuanto a longitud y desnivel, y creerme, con esta ruta, y la que hicimos el día siguiente, valió la pena anteponer el Pre-Pirineo al Pirineo.

A todo esto os debo confesar un secreto con respecto a la Peña Gratal, y no, no se trata de que haya tenido que dar más de un volantazo para no salirme de la autovía mientras la miraba, el asunto va de que durante varios años estuve totalmente convencido de que se trataba del Puchilibro, ya sabéis, la famosa montaña OVNI... Pero bueno, uno se va informando y culturizando y finalmente me di cuenta del error, aunque desencaminado no andaba, pues el Puchilibro no anda muy lejos de la Peña Gratal, que vamos, yo, de haber sido OVNI, o extraterrestre, antes me hubiese dejado avistar en la Peña Gratal que en el Puchilibro. Digo yo que ya puestos a aparecerse pues que sea en un sitio bien guapo, ¿no?, pero vamos, todo es cuestión de gustos 😅...

Dormimos en la furgo junto a la presa del Embalse de Arguis para así el día siguiente nada más desayunar ponernos en marcha, pues la ruta iba a ser larga y los días de diciembre son cortos. Amaneció muy encapotado, pero por suerte el día se fue arreglando poco a poco, aunque no nos libramos de algún ligero chaparroncillo, que al final no dejó ser un aliciente más a la ruta, como el precioso arcoíris que nos recibió a nuestra llegada a lo más alto de la Peña Gratal, que aunque solo viene su nombre en el título de la entrada, estuvo acompañada de cuatro cimas más: el Pico de la Calma, el Pico de San Julián y el vértice de Gratal los subimos antes que la Peña, y la Punta Peiró cayó posteriormente. Entre la variedad del camino, cabe destacar, entre barrancos, collados, prados y demás, el paso por el Hayedo del Peiró, desnudo por esas fechas, pero igualmente encantador, y que además es el bosque de hayas más meridional de la provincia de Huesca. Y lo que también hubo, pero mucho, fue barro, que le puso un plus de exigencia física al que ya de por si tuvo la ruta.

Os dejo con la galería fotográfica de esta intensa y estupenda excursión por el Pre-Pirineo oscense.

Luz mortecina para la fotografía en los primeros compases de la ruta. Embalse de Arguis, que represa las aguas del Isuela antes de que estas entren en la Foz de San Clemente. Cruzamos su presa y empezamos a caminar por un camino paralelo a su margen derecha.

Tras un par de kilómetros llegamos al punto donde se iniciaba la circular. Un sendero nos iba a introducir en el Barranco de San Antón.

Este barranco, en su tramo final antes de tributar al Río Isuela, se muestra bastante agreste. Al fondo aparece el pueblo de Arguis.

Aquí otra muestra de lo agreste que es este barranco.

Más arriba el barranco se dulcifica. El sendero que seguíamos empezó a atajar el camino que sube hasta el Collado de la Calma. La mayor parte de esta subida fue por un húmedo bosque de boj, hayas...

...y bastantes tejos.

Llegando al Collado de la Calma, donde lejos de mejorar la climatología estaba más encapotado. Ya nos habíamos comido 500 metros de desnivel. Respecto al topónimo también he visto que en algunos sitios lo rotulan en plural, es decir, las Calmas.

Ante tal panorama, subimos al Pico de la Calma sin demasiado entusiasmo. Encontramos alguna trepada, que estaba bastante resbaladiza, debido al barro.

Pico de la Calma, 1581 metros.

Las "vistas" desde allí arriba, solo lográbamos distinguir el cercano Pico de San Julián y gracias.

Nada, hice esas dos fotos y volvimos a bajar al collado, donde parecía que empezaba a aclararse el cielo...

...al menos en la dirección en la que nos íbamos a mover ahora.

La primera montaña que vimos con claridad esa mañana fue la bicéfala Peña Mediodía.

La vemos mejor aquí, con la plana de la Hoya de Huesca y el Embalse de la Sotonera.

El Pico de San Julián es tan discreto que nos pasamos de largo su hito cimero y por eso ya no hay testimonio de nuestro paso por allí. Estamos ya transitando por el cordal del Pico Gratal, por el que un ancho sendero se abre paso entre erizones.

De camino al vértice tuvimos el primer contacto visual con la Peña Gratal.

San Julián y las Calmas seguían cubiertos.

No así la cima del Pico Gratal, a la que llegamos con facilidad. 1543 metros es su altura.

Desde allí tuvimos esta privilegiada vista de la Peña Gratal.

Desde el vértice continuamos hacia la Peña Gratal. Esta se encuentra independizada del cordal principal, así que tocaba bajarse de la cuerda, en dirección al llano que hay en la base de la Peña.

Este corto tramo de bajada se encontraba bastante descompuesto. Alcanzamos el llano a pies de la Peña Gratal.

Laia se dio unas buenas carreras en este pastizal.

Era la hora de afrontar la subida final a la Peña. 200 metros de desnivel nos separaban de su cumbre. Un camino serpentea por las lomas previas a la Peña...

...y nos depositaron en su collado norte. La subida discurre por la cara lateral de la derecha de la pirámide cimera.

Aquí volvimos a ver la Peña Mediodía, preciosa montaña y que me arrepentí de no haberla incluido en la ruta. Habrá que volver.

Justamente en este tramo final de subida fue donde más barro encontramos, por lo que se hizo pesada y resbaladiza.

Este último tramo subida nos lo amenizaron con su vuelo algunos buitres.

También nos cayó un chaparroncillo, lo que significó que al llegar arriba tuviésemos este arcoíris como bonus extra a la cima.

Peña Gratal, 1567 metros. Tenía muchas ganas de subir a esta cima, de ahí que estuviese tan contento. Parafraseando a Judy Garland, We must be over the rainbow...

Foto similar a la que encabeza el reportaje, pero con unos cuantos Gyps fulvus sobrevolando la cima.

Pese a lo gris que aún andaba el día no estuvieron mal las vistas. Mirada hacia poniente...

...y hacia levante, con la Peña Mediodía...

...el pico/vértice Gratal y las Calmas, que ya se habían quitado las nieblas de encima...

...la cual cosa también estaba haciendo, al norte, la Punta Peiró, nuestro próximo objetivo cimero, y que asomaba tras el Collado de Sarramiana.

Volvemos a asomarnos al este, donde en condiciones normales hubiésemos visto muy bien la Sierra de Guara.

Pero bueno, los bailes de las nubes con la montaña tampoco estuvieron mal del todo.

Buen sabor de boca el que nos dejaba la Peña Gratal.

Fotos de la bajada, con una indiscutible protagonista, además de Laia...

...la Peña Mediodía.

Volvimos al cordal principal de la sierra...

...y en él enganchamos el carril que nos llevaría hasta el Collado de Sarramiana...

...sin perder de vista en ningún momento la monolítica presencia de Peña Gratal.

Collado de Sarramiana. Nada más alcanzarlo nos dio en las narices...

...la Punta Peiró, que sería la cima que culminaría la ruta. A su derecha aparecieron por fin, y de manera efímera...

...los Pirineos, bien nevaditos.

La bella Collarada, hace unos días se cumplieron 10 años desde que subimos a su cima. Tempus fugit.

El Collado de Sarramiana es la puerta de entrada por el sur al Hayedo del Peiró.

Desde 2022 este hayedo está declarado como Arboleda singular de Aragón.

La frondosidad del hayedo es excelsa, y hay por allí buenos ejemplares de Fagus sylvatica.

Además también conviven con las hayas algunos tejos.

En el propio hayedo encontramos el ramal que sube a la Punta Peiró. La ruta vuelve a salir a monte abierto y con terreno bastante descompuesto.

Collado de Peiró, al cual nos condujo el descompuesto sendero.

Tramo final de subida a la Punta Peiró. Al noroeste se nos abrieron estas vistas hacia el valle del Río Garona, al que no hay que confundir con el Garona que nace en la Val d'Aran. En la margen izquierda del valle se aprecia la Sierra de Loarre, en la que destaca el anteriormente mencionado Puchilibo, al cual subimos en 2018.

Erizones por doquier en este tramo de subida. Al fondo aparece...

...la Peña Gratal, asomando tras el Collado de Sarramiana, invirtiéndose los papeles de una foto anterior. La mancha más negruzca en el arbolado delata el Hayedo de Peiró.

Laia me espera ya en la cresta de la Punta Peiró.

Esta es la cresta, sencilla...

...pero bastante aérea en su tramo final. En la cima coincidimos con un grupo de montañeras...

...con las que compartimos comida y charla. Una de ellas nos hizo la foto de cima en la Punta Peiró, de 1581 metros.

Vistas. Esta es la cresta que llega a la cima. Al fondo destaca, como no, la Peña Gratal.

Y como nota curiosa, en la vertiente oriental de esta cima nacen dos ríos, uno, el Garona, toma, por su valle, dirección oeste...

...y por el suyo, el Isuela, toma la dirección opuesta. Ambos ríos tributan al Ebro, el Garona vía Gállego y el Isuela vía Flumen-Alcanadre-Cinca-Segre.

Tras la cima, y de regreso al hayedo, vimos la inclinada vaguada por la que descenderíamos al valle.

Pero antes, y como os había dicho, teníamos que pasar de nuevo por el hayedo...

...cosa que no nos importó en absoluto.

Durante la bajada pudimos disfrutar de la peculiar geología de la Punta Peiró.

Acabamos en este camino, por el que, de manera muy cómoda, finiquitamos esta ruta tan completa.

Cabecera del Río Isuela.

Punta Peiró.

Embalse de Arguis...

...con mejor luz que siete horas antes. La excursión tocaba a su fin.

La ruta a Peña Gratal, ¡¡y a la Punta Peiró!!, no nos defraudó en absoluto.

En nuestras seis patas 22 kilómetros, 1300 metros de desnivel positivo y algún kilo extra de barro.