Sábado 18 de noviembre de 2023
Esther no había estado nunca en Irati, yo si, pero tenía pendiente visitarlo en otoño. Así que logramos cuadrar un fin de semana de noviembre para hacer una escapada al Pirineo Navarro y disfrutar de este bosque en la época en la que luce más esplendoroso. Este que estás empezando a leer es el primer capítulo de aquella escapada otoñal de 2023.

Al no haber podido cuadrar ninguno de los fines de semana anteriores temíamos que en la fecha que fuimos estuviesen ya todos los hayedos con la coloración muy marrón o directamente ya sin hoja. Cierto que encontramos muchos tramos de bosque en esas condiciones, pero también atravesamos otros que lucían una palestra espectacular de amarillos y naranjas. Que pudiésemos disfrutar de esos coloridos tramos tuvo que ver sin duda con el planteamiento de ruta que hicimos, y es que quitando del tramo inicial, y del posterior paso junto al Embalse de Irabia, el grueso de la ruta la hicimos huyendo de los senderos y caminos balizados del paraje, es decir, marcándonos un monte a través de libro, convirtiendo esta ruta en un constante ejercicio de orientación, que se combinó con cierta exigencia física, ya que a la propia longitud de la ruta y a los continuos subes y bajas, hubo que sumar el estar pisando, durante grandes tramos del recorrido, una gruesa capa de hojarasca, y que al cabo de muchos kilómetros y horas termina siendo igual de fatigoso que caminar por la nieve, pero no sé si os pasa a vosotros, pero yo, las rutas en la que termino tan cansado, son las que más y mejor saboreo durante las horas y los días posteriores... Cierto que podríamos haber dibujado una ruta similar sin abandonar la comodidad de senderos y caminos, pero creo que de la manera que la hicimos logramos conectar mucho mejor con la magia que siempre flota, y más en otoño, en un lugar como Irati...
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Amanecer. Desayuno con vistas a los coloridos bosques cercanos a Otsagabia. |
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Ya en las Casas de Irati empezamos a caminar rumbo norte, por un camino paralelo al Río Urbeltza. Ura y beltza son agua y negro en euskera, respectivamente, así que blanco y en botella... |
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Ambiente totalmente otoñal esa mañana en Irati, además con muy bajas temperaturas. |
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Nos desviamos del camino para bajar a la vera del Urbeltza... |
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...ya que allí íbamos a encontrar la estruendosa Cascada del Cubo. |
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Un poco más abajo de la cascada el Urbeltza se une al Urtxuria, y se convierte en el Río Irati. Txuria provendría del vocablo Zuria (blanco en euskera), así que el Río Irati se forma de la unión de aguas negras y aguas blancas. |
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Y ya que estamos con los colores... |
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...este haya llevaba puesto un abrigo de color verde. |
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Y del verde al morado, el de este par de Clitocybe nuda, solo un ejemplo de la cantidad de setas y hongos que vimos entre la hojarasca. |
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No muy lejos de la Cascada del Cubo abandonamos el camino y empezamos a remontar, ya bosque a través, este pequeño arroyo. |
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Acabamos llegando a un collado, donde se encuentra esta cabaña en ruinas. |
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Nos sorprendió la altura que alcanzan los árboles en este espeso sector del bosque. |
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Qué mejor que nosotros mismos para calibrar. |
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Detalles en el suelo... |
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...y en los troncos de los árboles... |
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...en los cuales también crecen hongos. Oudemansiella mucida, especie xilófaga que siente predilección por la madera de las hayas... |
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...y lo que son hayas, pues aquí haberlas, haylas, y a miles, y por fin empezaban a mostrarnos los colores que habíamos venido a buscar. |
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Mira por donde, nuestro jabalineo nos llevó a pasar por una zona desprovista de arbolado... |
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...lo que nos llevó a tener las únicas, y efímeras, vistas a larga distancia de la jornada. |
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Las hayas que habían dispersas por estas laderas estaban todas muertas, y con sus troncos repletos de hongos yesqueros. |
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Estos asemejaban a pezuñas animales. |
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Y otros tenían un tamaño enorme. Valga el generoso diámetro de mi almendra para calibrar. |
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En breve seríamos engullidos de nuevo por el bosque... |
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...empezaba el espectáculo... |
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Entre tanto naranja y amarillo también encontramos pinceladas verdes, como el de esta otra especie de yesquero. |
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También encontramos, en este precioso bosque, algún que otro acebo disperso. |
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Y llegamos a la que fue la inesperada joya de la corona de esta ruta, este gigantesco y espectacular roble. |
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Y es que hubo una época en la que los Quercus eran muy abundantes en Irati, quizás sea este uno los más ancianos supervivientes de aquellos robledales. |
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Como nota curiosa, mientras estábamos bajo el gigantesco roble (que tenía varias oquedades en su tronco) notamos varias veces como si nos tiraran algo desde arriba. Al final vimos a un par de ardillas, a las que al parecer no les estaba sentando demasiado bien que merodeásemos por lo que quizás era su casa. |
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Tras la inesperada sorpresa del roble continuamos con nuestro deambular por el bosque, y topamos con este rincón tan chulo, por el que discurría un arroyo. |
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Con buen criterio seguimos su cauce, ya que seguramente nos llevaría hasta el Embalse de Irabia. |
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Así fue, llegamos justo a la cola del embalse. |
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Se venía otro tramo, el del bordeo del embalse, precioso en cuanto a colores. |
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Reflejos en las aguas del Embalse de Irabia. |
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Tras comernos los bocatas junto al embalse podríamos haber regresado al punto de inicio por alguno de los senderos balizados existentes, pero en un acto gratuito de masoquismo decidimos seguir jabalineando, la cual cosa incluyó una fortísima subida. La recompensa, ver de manera fugaz, un ciervo. |
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Y tras la subida vino la bajada. Nos dejamos caer en línea recta por estas laderas, y nos salió bien la jugada, ya que salimos a escasos metros del parking. |
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Y tras casi 8 intensas horas de monte, esta ruta por Irati llegaba a su fin. Además de todo lo visto, vivido, tocado, sentido y respirado, me llevaba como premio esta cornamenta de ciervo, que me encontré en un punto intermedio de la ruta. Actualmente adorna el salón de mi casa. |
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De regreso a Otsagabia nos detuvimos en el Puerto de Tapla, puesto que hay muy buenas vistas desde allí. |
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El skyline pirenaico de la zona de Larra/Belagua/Hecho, uno de los más espectaculares del Pirineo. Os dejo con una pequeña película de lo que fue esta ruta por Irati. He creído conveniente que la música que lo acompañase tenía que ser de algún músico navarro. He elegido una de las diez canciones del delicioso debut en solitario, Hasiera Bat, de Gorka Urbizu. |
Hola Dani.
ResponderEliminarOooohhh me siento como Santa Teresa de Jésus cuando le dio el arrebato místico. Jjejeje, esto si que es un éxtasis total.
Una maravilla de reportaje fotografico, dónde pudisteis ver parte del hayedo en el punto algido, que los montañeros sabemos que no es tan fácil como puede parecer a priori.
Hay una serie de fotos macro que son increibles, la del tronco tirados, la de la pezuñas de caballo, las de la setas, el pie azul, Clytocibe o Lepista nuda.
Maru y yo recorrimos aquello en parte, pero la gran idea vuestra fue lanzaros al trochemoche, todo un gran acierto. Os permitió ver un hayedo de la mejor forma. Además, té doy la razón. Esas rutas de 8 horas y de mucho tute, al principio dan pereza afrontarlas, pero al final, tiempo después, se recuerdan muy gratamente.
Un abrazo.
Caray, qué místico y beato que te me has puesto... Te veo aspirando a la vacante que ha dejado Paco, que por fin va a conocer a su jefe 🤪
EliminarCierto, si hubiésemos planteado la ruta de otra manera, y nos hubiésemos limitado a seguir los caminos y senderos balizados, nos habríamos perdido ese tramo de hayedo en el que los colores otoñales estaban más espectacular, en el que además estaba ese majestuoso roble. Aunque bueno, el tramo por buen camino paralelo al embalse también estaba esplendoroso.
Fueron 8 horas, pero podrían haber sido una o dos más, pues aunque hicimos muchas paradas a hacer fotos y a disfrutar del paisaje, nos hubiese gustado detenernos aún más en los detalles, pero fuimos un poco a contrarreloj, puesto que la ruta, si no recuerdo mal, tuvo cerca de 20 kilómetros, y empezamos a andar a las 10 de la mañana y teniendo en cuenta que la barrera para salir de allí la cerraban a las 18.30... Una de las frases más repetidas durante la ruta fue; "...que no llegamos" jejeje.
Ora pronobis...digo, un abrazo.
¡Acho! Qué reportaje más guapo.
ResponderEliminarYo todavía no he ido a Irati, y llevo años pensando en conocer ese bosque habitado.
Qué buena suerte encontrar ese desmogue de ciervo... si hubieses ido por camino, no te lo encuentras, claro. Hay quien los vende y todo... están cotizados.
Oye, y las ardillas... fíjate que forma de hacerse notar... la verdad es que eso es sinónimo de inteligencia. Los animales defienden su territorio, eso es evidente, y es que ese roble será la vivienda de más de un animal... es enorme.
Hay fotos muy guapas, con esos fustes rectos, blanquecinos, y el tapizado de hojarasca de fondo... un contraste muy guapo, sí.
Bueno, imagino que la barrera la abrirían en el caso de que alguien quede encerrado, ¿no? No se... imagina que por "h" o por "b", tiene alguien un percance o contratiempo y no llega a la hora. Imagino además, que si hay ese control de aparcamiento, será para evitar masificaciones y que se pernocte en el lugar... pero si te dejan dentro... y además imagino que será de pago.
Me ha gustado mucho la propuesta, y como siempre, espero que te estés recuperando bien de tu lesión. ¡Un abrazo, compañero!
PD. Hoy escuché el último podcast de La Radio del Somormujo, y precisamente entrevistan a una bióloga de La Palma. Muy recomendable.
Fran, gracias por el comentario amigo. Ahora en un rato voy a la traumatóloga, a ver si ha evolucionado bien la lesión y puedo empezar la rehabilitación.
EliminarEfectivamente, para aparcar y empezar la ruta desde las Casas de Irati hay que pasar por caja, antes o después. Nosotros, ese día, al llegar allí, no había nadie en la caseta de información, pero al finalizar la ruta teníamos una nota en el limpiaparabrisas de la furgoneta, en la que nos decían que pasáramos a pagar antes de irnos. Son 6 euros, si mal no recuerdo. Lo bueno es que es el mismo precio que en 2015, que fue la anterior vez que visitamos el paraje, y siguen dando, con el pago, un mapa excursionista que está muy bien, y que en una tienda ya valdría ese precio...
La verdad es que entre visitar Irati en otoño y en las otras tres estaciones, no hay color, bueno, si lo hay, ya lo has visto jejeje... Y tampoco hay color entre recorrer todo aquello al trochemoche y hacerlo por los senderos balizados, aunque recuerdo que en 2015, que lo visitamos en agosto, también tuvimos un bonito regalo de la naturaleza, ya que el día anterior cayó una tormenta y aquello estaba repleto de diminutas ranas, del tamaño de una uña de un dedo de la mano, nunca habíamos visto algo igual...
Me apunto ese podcast. Me gusta la palabra somormujo, la utilizaba mucho el gran Francisco Ibáñez en las aventuras de Mortadelo y Filemón...
Un abrazo.