Para la última ruta de nuestras vacaciones en Canfranc nos reservamos la ascensión al Aspe, una de las cimas imprescindibles del valle. Una impresionante montaña que domina el valle, que al norte de la divisoria, forma la Gave d'Aspe, río francés pero español de nacimiento, ya que emana de las laderas del Pico de Aspe. Elegimos la ascensión por su vertiente norte, que es donde esta montaña muestra su cara más espectacular y desafiante.
Tras un inicio de semana con tiempo revoltoso llegaba el jueves y por fin se iba la inestabilidad meteorológica, lo cual nos daba rienda suelta para realizar ascensiones o rutas más ambiciosas, como esta que os voy a contar. Una excursión excelente, a la par que exigente, en la que subimos a la cima de la Moleta por el peculiar sendero del Carretón de Ip, visitamos el escondido Ibón de Samán, y recorrimos, barranco abajo, la maravillosa Canal de Izas.
Tras no haber podido ser el día anterior, al siguiente por fin llegó mi ansiado reencuentro físico, casi dos años después, con las montañas pirenaicas. Aunque las previsiones meteorológicas todavía no invitaban a subir cimas, si que eran más favorables para cotas más bajas, así que la idea era subir hasta el Ibón de Estanés desde Candanchú, pero al llegar allí nos encontramos con una densa niebla y una ligera llovizna, así que habría que buscar una alternativa. El as guardado en la manga, más bien un conocido comodín, pues ya habíamos subido allí en 2015, cuando ascendimos a la Collarada, fue el Ibón de Ip. Ahí no erraríamos pues en Canfranc sabíamos de buena tinta que estaba despejado. No me importó volver a subir hasta el Circo de Ip. Puede que el camino, y el paisaje fuese el mismo, pero siempre puede haber alguna circunstancia que haga distinta y especial esta ruta o cualquier ruta que repitamos, y en esta ocasión, independientemente de que fue mi retorno al Pirineo, la hubo.
Al final conseguí rascar una semana de vacaciones en el nuevo curro, y la aproveché para largarme a los Pirineos, a los cuales no pude subir en 2020, rompiendo así una racha de diez años consecutivos subiendo. Por eso iba a ser tan especial esta ocasión, por eso y por que iba a ser la primera vez que subía en solitario, aunque solo solo no estuve, ya que vino conmigo mi fiel Laia. Elegimos el Valle del Aragón. Allí, con apartamento base en Canfranc Estación haríamos varias rutas. Aunque el ansiado reencuentro físico con el Pirineo tuvo que esperar un día, ya que ante la mala meteo del martes nos bajamos hasta el Pre-Pirineo Oscense, donde las previsiones eran mejores. Nos fuimos a Agüero, a realizar la ruta circular a sus Mallos, a la que le añadimos la ascensión a Punta Común y alguna cosita más.
Despedíamos la primavera de 2021 poniendo, por tercer fin de semana consecutivo, rumbo norte. Los dos sábados anteriores habíamos estado en el Port el primero y en la Tinença el segundo, en esta tercera incursión consecutiva por aquellos maravillosos parajes nos fuimos a la zona limítrofe entre los dos parques naturales para realizar un atractivo recorrido que tuvo como punto estelar la visita al Pont Foradat.
En nuestra anterior visita, en 2019, a la Tinença de Benifassà volví a casa con un sabor un tanto agridulce, pues en aquella ruta en Bel me hice un esguince de tobillo bastante severo. Con muchísimo mejor sabor de boca volvimos en esta ocasión, en una ruta en la que revisitamos, ocho años después, el emblema del parque natural; el Portell de l'Infern, solo que esta vez hicimos la clásica ruta desde Fredes, que también incluye el paso junto al Salt de Robert. Redondeamos este excelente recorrido añadiéndole la visita a la Cova de l'Aire.
Volvemos, casi cinco años después, al tarraconense Parc Natural dels Ports/el Port (no confundir con la comarca castellonense de els Ports). En esta ocasión realizamos un largo y variado recorrido circular por la zona central del parque natural. Apuntar que tras más de un año saliendo a la montaña únicamente en compañía de mis dos fieles canes, principalmente Laia, en esta ruta estuve acompañado por alguien de mi misma especie. Este congénere no fue otro que mi gran amigo David, del blog A Una Chapa del Cielo, con el que hacía más de un año que no coincidía, por eso esta ruta, que como digo, tuvo un poco de todo, fue todavía más especial si cabe.
Nueva cita con mis queridas montañas alicantinas, a las cuales solo bajamos una vez en el pasado 2020. Con el verano a la vuelta de la esquina lo más normal es que me hubiese esperado hasta bien entrado el otoño para volver a ellas, pero tenía de demasiado mono de ellas como para esperar tanto tiempo, así que antes de que viniesen los calores más fuertes pusimos rumbo a la Marina Alta. Elegimos una vieja conocida; l'Aixortà/Xortà. Ya estuvimos por allí en 2017, cuando coronamos su cima culminante, la Penya Alta, en un gran recorrido por su vertiente oriental. Hoy conoceríamos su cara norte, y además de volver a subir a la Penya Alta también descubríamos las dos joyas geológicas de esta sierra, los arcos de els Xorquets y d'Atanços.
Seguimos con las rutas con un alto valor paisajístico, solo que esta vez no tuvimos que irnos muy lejos ni hacer un porrón de kilómetros de carretera. A poco más de media hora de casa tenemos Argelita. Allí, intercalando un tramo de sendero inédito para nosotros entre otros dos tramos que ya conocíamos le dimos forma a una excelente y matinal ruta circular, que tratándose de Argelita tuvo como protagonista central el Desfiladero del Río Villahermosa, una de las joyas naturales de esta comarca del Alto Mijares.
Por segundo sábado consecutivo nos vamos de ruta a la provincia de València, pero esta vez a la comarca de los Serranos y a la bella población de Alpuente. Desde allí, juntando la clásica ruta circular del Estrecho del Barranco del Reguero (AKA la Bomba), que también incluye el Cabezo y la Hortichuela, con la ruta de la Escaleruela y el Barranco de la Hoz, que suele partir desde Campo de Abajo, dibujamos esta soberbia ruta circular que os paso a narrar a continuación.
La Ventana del Barranco de la Hoz. Después de verla en una publicación de Instagram, y enterarme pues de su existencia, pusimos rumbo urgente a Vallada, en la comarca de la Costera, donde empezaba la ruta a esta maravilla natural, que no obstante se encuentra en el término de Enguera, y por lo tanto en la comarca de la Canal de Navarrés. Además de visitar este doble arco rocoso también recorrimos parte del Barranco de la Hoz, que a su entrada en el término de Vallada pasa a ser conocido como Barranc de la Boquilla, y que tuvo algunas secciones muy atractivas y rozando lo espectacular en algún tramo.
Finalizado el proyecto del GR-333, el cual había copado la práctica totalidad de las rutas desde que las retomé en febrero, ampliamos el abanico excursionista y nos vamos a lares un poco más lejanos. Nos vamos a la mágica comarca de els Ports y más en concreto hasta Portell. Allí realizaremos una excursión en la que descubriremos el paraje de la Rambla de Sellumbres, un sitio que superó con creces las ya de por si elevadas expectativas con las que fuimos hasta allí, y que solo se podría calificar con una palabra; espectacular.
Decimoquinta y última etapa del GR-333, al cual le hemos podido dar continuidad este año hasta el punto de finalizarlo. Esta es la crónica de la última etapa, la que nos llevó de Ribesalbes a Tales, donde iniciamos nuestro particular proyecto en enero de 2019. Esta etapa fue la más larga, y quizás, comparada con las catorce anteriores, la menos atractiva, aunque tuvo algunas cositas muy interesantes e inéditas para nosotros. El recorrido circular, y la manera de trazarlo, fue, de todas las etapas, el que más estudio de mapas y tracks requirió, llegué a variarlo totalmente un par de veces, incluso hice pequeñas excursiones previas sobre el terreno. Al final también tuvo algo de improvisación y aventura, quedando una señora ruta de 32 kilómetros.
Nuestra tercera visita a la valenciana Serra de Corbera. En esta corta pero intensa ruta matinal volvimos a subir a la Ratlla, pero de forma más directa que la vez anterior; nos anotamos l'Ouet, que lo teníamos pendiente; y visitamos la Cova de la Galera, todo ello subiendo, y bajando, por los contrafuertes y barrancos que se desprenden hacia Favara. Es más, toda la ruta transcurrió dentro del término municipal de esta población de la Ribera Baixa.
Al poco de hacer su entrada en la Plana Baixa el Río Mijares, Millars al entrar en esta comarca, es represado en el Embassament del Sitjar, que aunque su origen sea, evidentemente, artificial, no deja de ser uno de los parajes con más encanto del extremo noroccidental de la Plana Baixa, sobre todo cuando está al máximo de su capacidad. Pues bien, cuando en la decimocuarta etapa del GR-333 llegué a Ribesalbes caí en la cuenta de que todavía no había hecho ninguna ruta por el entorno de este embalse tan emblemático para los castellonenses. Aprovechando que a principios de abril se encontraba casi al máximo de capacidad, no tardé ni tres días en ponerle remedio. Poniendo "Sitjar" o "Ribesalbes" en Wikiloc no tardé en comprobar lo tremendamente popular que se ha vuelto el Sitjar de un tiempo a esta parte, y también la ruta que os voy a resumir, no es de extrañar, pues como comprobareis se trata de una ruta muy bonita y asequible, aunque esa creciente popularidad tiene sus cosas buenas pero también algunas malas.
Encaramos la recta final del GR-333 con la etapa número catorce, la que comunica Fanzara y Ribesalbes. Tras nueve etapas discurriendo por el Alto Mijares (desde Villamalur), el recorrido del GR volvía de nuevo a la Plana Baixa. También dejaba el Alto Mijares el propio Mijares, que se despedía de la pureza natural de la comarca a la que da nombre y se encontraba con una industrializada Plana. Esta vez el recorrido que aprovecha la etapa ya lo conocíamos de una ocasión anterior, por lo que para trazar la circular de regreso a Fanzara nos fuimos en busca de senderos inéditos para nosotros.
Turno para la decimotercera etapa del GR-333, la que cubre el trayecto entre Vallat y Fanzara. Esta etapa siguió la tónica de las anteriores, buenos senderos para unir las poblaciones y constantes y bonitas vistas hacia el valle del Mijares. A esos alicientes hubo que sumar uno más, que la mayor parte del recorrido de la ruta fuese inédito para nosotros. Aunque dicho sea de paso el camino alternativo de regreso a Vallat se nos hizo un poco largo, pero aún así tuvo sus cositas interesantes.
Tras la ruta en Benassal a la que le siguieron 15 días de obligado parón retomamos el pulso al GR-333, al que le íbamos a dar un buen empujón, casi definitivo, en las siguientes semanas. Al igual que en la anterior entrega el trazado del GR nos ponía a huevo tachar dos etapas de una tacada, cubriendo así el trayecto Toga-Argelita-Vallat en una sola ruta. A los encantos ya mostrados, y permanentes en las siguientes etapas, del valle del Mijares, en esta ruta tendríamos otro invitado de excepción, que no sería otro que el Río Villahermosa, que también nos iba a regalar estupendos paisajes. Además el recorrido de ambas etapas iba a ser inédito para nosotros, lo cual suponía un aliciente más. El cerrar la circular nos dio algún que otro quebradero de cabeza y tuvimos que dar alguna patada de más, pero al final lo pudimos solventar de manera bastante digna.
Hacemos un alto en el GR-333 y nos vamos a las solitarias sierras de l'Alt Maestrat, más en concreto a las montañas de Benassal. El objetivo central de esta ruta será visita l'Escola del Canto, una antigua y pequeña escuela rural construida en mitad de las montañas, y que llevaba mucho tiempo queriendo visitar. Además de la escuela la ruta iba a tener un alto componente etnológico y ancestral, escenificado en antiguas masías y molinos, bancales abandonados y caminos de herradura. Otro punto fuerte de la ruta iba a ser su alto grado aventurero, ya que gran parte de la misma iba a transcurrir por senderos poco evidentes o directamente monte a través, incluyendo un tramo por el cauce del Riu Montlleó, que a la postre fue lo que determinó que no pudiésemos hacer la ruta como teníamos planeado.
Bocado doble al GR-333. Tocaba la novena etapa, la que une Espadilla con Torrechiva, pero al estudiar el mapa vi que la décima etapa, la que cubre el corto trayecto entre Torrechiva y Toga, me venía al pelo para trazar la circular, así que matamos dos pájaros de un tiro y tachamos dos etapas en una sola ruta, que al final resultó ser todo un rutón, en el que el Mijares definitivamente empezó a mostrarnos sus encantos. Cerramos el círculo volviendo a Espadilla en un plácido paseo junto al Mijares.
119 días después me volvía a colocar una mochila a la espalda, y lo hacía para retomar el proyecto del GR-333, en "stand-by" desde el día final de la primavera de 2020. Tocaba la octava etapa, la que une las poblaciones de Ayódar y Espadilla, en esta el trazado del GR salía definitivamente del Parc Natural de la Serra d'Espadà y se asomaba por primera vez al valle del Mijares. Mi propósito de convertir todas las etapas en circulares, volviendo al pueblo de inicio por un recorrido alternativo, no se pudo cumplir, al menos completamente, en esta ocasión, por lo cual la Peña Saganta tuvo mucho más protagonismo del que por sí ya tiene en esta etapa.
Tercera, y última, de las rutas que hicimos en octubre del pasado año. Cambiamos las montañas turolenses por la costa alicantina y nos vamos hasta el término municipal del Poble Nou de Benitatxell, para hacer un recorrido lineal de ida y vuelta a ras de litoral, cuyo principal atractivo será caminar por la base de unos espectaculares acantilados costeros.
Segunda de las tres rutas que hicimos en octubre de 2020. En esta ocasión nos fuimos hasta la bella población turolense de Rubielos de Mora, para desde allí trazar una bonita circular en la que descubrimos algunos de los parajes y lugares más destacados que hay entre esta población y la de Fuentes de Rubielos. Un recorrido que, como veréis a continuación, superó con creces nuestras expectativas.
Vamos con la crónica de la primera de las tres rutas que pude hacer en octubre, antes de que la ansiedad me fuese a más. Una vez más volvíamos con sumo gusto a mi querida Serra d'Espadà, más en concreto a la población de Alfondeguilla, para descubrir un pequeño patrimonio histórico de la sierra que aún no conocía; l'Arquet, un pequeño acueducto ¿árabe? ¿romano?, encajado en el rodeno. Para redondear la ruta subimos a las cimas de Penyalba y la Penya de Migdia, dos montañas a las que hacía bastante tiempo que no subía.
Viendo la corriente generalizada en las redes sociales, medios de comunicación, blogs etc., parece ser que sí, que la inmensa mayoría ha tildado de maldito a este recién terminado año 2020, me pondría a enumerar aquí todos los adjetivos negativos que he leído y oído y no terminaría nunca. Y os preguntaréis, ¿Dani, y entonces, esos interrogantes en el título de la entrada?, con toda la que ha caído, está cayendo y caerá, ¿aún dudas de que este no ha sido un año nefasto?. Paso a explicarme. Vale que ha estado el virus de por medio, pues dejadme deciros que no me ha preocupado en exceso, de hecho me he aislado de la sofocante avalancha de sobre-información vomitada por los medios de ¿comunicación?, y al odio que se han encargado, también de vomitar, la clase política de este país, sin duda la peor de toda la ¿democracia?, y el dardo va para los dos lados. Digamos que he intentado no sucumbir al miedo y creo que lo he conseguido. Quien vive con miedo es más manipulable. Para mi lo peor de todo esto han sido esos dos meses en los que no pudimos salir de casa, dos meses en los que no pude ver a mis padres ni a mi hermano, ni a mis amigos ni a mis dos fieles Laia y Senda. Dos meses en los que no pude salir al monte. También me jodieron, y me siguen jodiendo, las cada vez más numerosas restricciones, muchas de ellas, a mi parecer, totalmente absurdas y dictatoriales, me jodió no poder ver a los Foo Fighters, pero lo que más me jodió, y me jode es no poder dar besos ni abrazos, aunque no los he negado a quienes me los han ofrecido, de hecho, desde que terminó el confinamiento no habido ningún día en que mi madre y yo no nos hayamos dado dos besos, llamadme inconsciente si queréis, pero si perdemos el amor y el cariño, bajo mi punto de vista, lo perdemos todo, qué le voy a hacer, me han educado así. Eso no quiere decir, antes de que me llaméis egoísta, que no me hayan dolido y haya sentido las numerosísimas muertes que han habido durante estos meses, hayan sido consecuencia directa o indirecta de virus, pero así como he lamentado esas muertes también he lamentado todas las que se producen a diario, y que no son pocas, producidas por el hambre, el frío, las guerras, el cáncer y otras muchas más enfermedades, que aunque parece que ahora solo exista el Covid, siguen ahí. Todas esas "otras" muertes han quedado en un segundo plano y ya no tienen cabida en los telediarios ni en las portadas de los periódicos, cosa que también me jode y mucho.
Virus aparte, también he tenido razones, y no pocas, para vilipendiar este 2020, especialmente desde julio en delante, pues fue en ese mes cuando a la persona que más quiero en este mundo, mi madre, le diagnosticaron una leucemia, en ese momento cuando ella mismo me lo comunicó, se te cae el mundo encima, creedme. Eso no hizo otra cosa que agravar unos mareos y un dolor en los pectorales que tenía yo desde finales de mayo, que no fueron otra cosa que los primeros síntomas del trastorno de ansiedad que padezco en este momento, y que sobre todo desde principios de noviembre no me ha permitido hacer una vida normal, haciendo solo salidas intermitentes a la montaña, de ahí la casi nula actividad en el blog. Es por eso que yo también podría subirme al carro "mainstream" y enviar a tomar por saco al 2020, pero los que me conocéis ya sabéis que suelo huir de los tópicos y esta vez tampoco va a ser la excepción. Simplemente voy a desechar las cosas negativas de este año, desecharlas pero no olvidarlas ojo, pues, y aunque ahora esté cayendo en un tópico, de las cosas malas también se aprende, y quedarme únicamente con las cosas positivas que me han sucedido, que también las han habido, empezando con la fortaleza que nos ha mostrado mi madre y toda su vitalidad durante estos duros meses, cosa clave en la estabilidad de su enfermedad, me quedo también con mi mejor estado de ánimo actual, de lo contrario no estaría escribiendo esto. Más cosas positivas: "mis" Foo Fighters sacaron nueva canción en 2020 y sobre todo el respiro que le dimos a la naturaleza y al medio ambiente durante el confinamiento (aunque una vez nos dejaron salir se haya y se esté abusando indiscriminadamente de ellos). En el ámbito del blog y la montaña me quedo con que celebré el décimo aniversario del blog, y que este alcanzó el millón de visitas (gracias a todos!!), y me quedo con el mar de nubes en el Pic d'Espadà el primer día del año; con el majestuosos vuelo rasero de los buitres en las Canteras del Pellejero; de lo agradecido que es siempre el Benicadell; con el descubrimiento y redescubrimiento de sendas, parajes y pueblos en las tres etapas del GR-333 que hicimos; con otro regalazo, esta vez por parte del penyagolosa, que me permitió ver los Pirineos desde su cumbre nevada; con la ascensión, con mi gran amigo Miguel Ángel; al Molló de la Creu, el Cervino valenciano; con la espectacularidad acuatica de los Amanaderos de Riodeva; con la más pura esencia de Javalambre en la ruta en que unimos el Pico Javalambre con el Alto de las Barracas; con las tres visitas que le hicimos a la Cova de l'Oret, con el grupete que formamos en la enésima repetición del cresteo de les Agulles de Santa Àgueda; de lo bien que lo pasamos, también con compañía de diez, en las Callejuelas y en el Pico Ranera, el buen rato que pasamos escuchando las aventuras patagónicas de la simpatiquísima Fátima Gil en el Mendi Tour de Canet d'en Berenguer, donde tuve la suerte de conocer al "empinado" Juane 😏; con las primeras salidas tras el confinamiento, que me hicieron apreciar más si cabe las montañas cercanas a Betxí y mi querida Serra d'Espadà; con la ruta en busca de tejos y petroglifos en Penyagolosa; los baños en la Fuente del Toro y en el Embalse de Benitandús con Maru y Toni, que vinieron a visitarme, o con las tres rutas que puede hacer en una tregua que me dieron los mareos, y que espero contaros próximamente en el blog.
Sí, definitivamente me quedo con todo esto último que os he contado, lo positivo, por lo tanto, y repito, sin olvidarme lo negativo, no voy a calificar 2020 como un mal año, sino todo lo contrario, un buen año, no tan bueno como otros anteriores, pero bueno al fin y al cabo.
Y hasta aquí este peculiar balance del año, muy distinto a los que suelo hacer habitualmente, así lo he ido carburando los últimos días y así lo he plasmado.
Solo me queda desearos un próspero, sano, despierto y fructífero 2021.