28 de junio de 2024

Pico del Lobo (2274 m.)

 Domingo 30 de abril de 2023

En 2023 añadí un par de muescas en mi lenta, intermitente y nada prioritaria carrera de los techos provinciales. La primera de ellas fue el Pico del Lobo, punto más alto de la provincia de Guadalajara. A continuación os explicaré por que decidí subir desde el Puerto de la Quesera. También os contaré una bonita historia vivida durante el ascenso y también habrá espacio para una crítica/reflexión. Y por supuesto, como de costumbre, el reportaje estará bien nutrido de imágenes, en las que os iré describiendo el recorrido.



Subir desde el Puerto de la Quesera fue el inamovible plan inicial. También existía la opción de empezar la ruta desde la estación invernal de la Pinilla, a la que también le sacan rendimiento fuera del invierno, ya que han adaptado los remontes para que se puedan cargar bicicletas en ellos, para que así los "bikers" puedan hacer frenéticos descensos por la zona. Según leí en algunas reseñas bajan bastante "lijaos" y con cero respeto con los caminantes, así que, como no me apetecía meterme en ningún percal con ellos, deseché por completo la opción. Si pernoctamos en la furgo en la Pinilla fue por el mero hecho de que allí hay mucho espacio y además está permitido. Cuando llegamos allí a última hora de la tarde aquello estaba "petao" de furgonetas, y es que se iba a celebrar por la noche una fiesta "biker" con "DJ's" y todo, y que se alargó bastante. Si hubiese habido la mínima tentación de empezar la ruta en la Pinilla, la posibilidad de encontrarnos, por la mañana, con los supervivientes de la fiesta, la barrió de un plumazo.

La ruta que hicimos desde la Quesera fue de ida y vuelta (salvo un tramo circular al final que no aportó mucho), y permite recorrer todo el cordal, que primero en dirección oeste y luego sur, se extiende desde el puerto hasta el Pico del Lobo. El recorrido nos posibilitó coronar seis cimas: los alomados Lomo de las Caseruelas y Calamorro de San Benito, el insignificante Cerro del Aventadero, más el Pico del Lobo y sus vecinas Peñuelas y Alto de las Mesas. Pero no todo fue subir cimas, también nos asomamos al Portillo del Lobo, para disfrutar de la escarpada vertiente norte de la montaña culminante de la Sierra de Ayllón, Guadalajara y Castilla-La Mancha.

A continuación el reportaje fotográfico, con la descripción de la ruta más detallada. Intercaladas entre las fotos encontraréis la historia bonita, y al final del todo vendrá la crítica/reflexión.

Puerto de la Quesera, 1712 metros. Paso de montaña fronterizo, entre las provincias de Segovia y Guadalajara, y por lo tanto entre las dos Castillas. Cuando llegamos allí solo había un vehículo, que con nuestra furgo fueron dos. Horas después, al regresar, habrían unos cuantos más, cosa que no nos extrañó dadas las circunstancias (puente del 1 de mayo y cercanía de Madrid).

La ruta que hicimos se ciñó al cordal, y por lo tanto a la imaginaria línea divisoria de provincias. Al fondo, aún con algunas nubes enganchadas, empezó a destacar el macizo de la Buitrera.

Allí asomaba Mesa Peñota/la Buitrera, uno de los muchos 2000's de la Sierra de Ayllón, y a cuya cima subimos en 2017.

Ese mismo año, unos meses antes, también subimos al Ocejón, un montañón que también supera los 2000 metros, y que también apareció en el horizonte.

Y tampoco tardó en aparecer nuestro objetivo, el Pico del Lobo, en este caso el macizo que lo alberga, pues lo que es su cima aún tardaríamos en verla.

Y nos pareció super bonito ver alguna de las verdes ramificaciones del Hayedo de la Pedrosa, otro de los atractivos de este sector de Sierra de Ayllón.

Y así alcanzamos la primera cima del día, el Lomo de las Caseruelas. La nube que cubría Mesa Peñota se iba retirando, permitiéndonos ver también el Alto del Parrejón, otra montaña que se alza sobre los 2000 metros.

El Lomo de las Caseruelas se queda en 1863 metros, pero nos ofreció un curioso contraste, ya que mirando al sur pudimos ver el montañoso relieve de la Sierra de Ayllón...

...que chocó con la visión de la llanura segoviana al norte.

Como es lógico, el Pico del Lobo también se veía, aún lejano, desde esta primera cima.

También pudimos ver las dos siguientes cotas puntuables del cordal, el Calamorro de San Benito y el Cerro del Aventadero.

Desde el Lomo de las Caseruelas bajamos hasta el Collado de Prado Llano...

...y nos pusimos con la breve subida al Calamorro de San Benito, que está coronado por unos cuchillares de granito...

...a los cuales se subió, la tengo bien enseñada 😉, mi fiel compañera.

Calamorro de San Benito, 1872 metros.

Como no, excelente mirador hacia el macizo del Pico del Lobo. A la derecha del mismo asoma el Pico Tres Provincias/Peña Cebollera Vieja, otro 2000.

Mirando hacia la Quesera pudimos ver el Collado de Prado Llano, el Lomo de las Caseruelas, el Hayedo de la Predosa y el Pico del Granero.

Esta cima, con todos estos cuchillares, resulto mucho más atractiva de lo que parecía desde lejos.

Con este cuchillar pude hacer una bonita captura del pequeño pueblo de Riofrío de Riaza.

En el extremo más meridional de esta cima encontramos otros roquedos...

...en los que pude obtener la fotografía que encabeza este reportaje.

Fueron también un buen punto para observar, aún desde lejos, la fascinante geología de la vertiente norte del Pico del Lobo.

En el Calamorro de San Benito cambiamos el inicial rumbo oeste para poner marcado rumbo sur. 

La próxima estación de paso en nuestro camino al Pico del Lobo sería el Collado de San Benito.

Aquí tenemos dicho collado, muy amplio.

Desde allí volvimos a ver, perfectamente alineado...

...el Ocejón, una montaña de las que no me importaría volver a subir.

A la vuelta, en el Collado de San Benito, iniciaríamos un tramo circular, que nos haría regresar por otro camino al Puerto de la Quesera. Dicho tramo no aportó mucho a la ruta, pero si que nos evitó tener que subir de nuevo al Calamorro de San Benito y el Lomo de las Caseruelas.

Al Collado de San Benito le siguió la subida al Cerro del Aventadero. Vimos, durante los primeros metros de esta subida, parte del camino por el que regresaríamos, horas más tarde, al Puerto de la Quesera.

Vimos también, durante este tramo de la subida, alguno de los cordales de la parte alta de la montaña, tan característicos de esta Sierra de Ayllón.

Y a propósito de la subida. Al ceñirse esta estrictamente al cordal y a la divisoria, apenas traza curvas (lo habréis denotado en las fotos), lo que hace que todas las subidas y bajadas sean prácticamente a lo recto, lo que dotan con un plus de exigencia física al recorrido. Por el contrario le restan variedad, y también algo de atractivo, a un recorrido que paisajísticamente, es muy bonito.

Apuntado esto, ahí teníamos la siguiente cima del cordal, el Cerro del Aventadero.

Es de muy generosos considerarlo como una cima, pero lo es. Con él sobrepasábamos la barrera de los 2000 metros.

Y aquí tenemos llegando a sus 2006 metros de altitud, a esta pareja, Óscar y Marisa, que son los protagonistas de la bonita historia que os paso a relatar:

Óscar y Marisa eran los ocupantes del coche que había en la Quesera cuando llegamos nosotros, y que empezaron a caminar unos minutos antes que nosotros. Durante la subida nos adelantamos mutuamente en varias ocasiones, parando a charlar en una de ellas, en las que, entre otras cosas, me dijeron que eran vascos. La verdad es que durante esa charla yo noté algo en la mirada de Marisa, y que no reparase en las piñas que Laia le dejaba en los pies para que se las tirase, y también me chocó un poco que en bastantes tramos de la subida fuese agarrada a un cordino que colgaba de la mochila de Óscar, pero tampoco le di mucha importancia. Fue en la siguiente vez que coincidimos, y en la que volvimos a charlar, cuando me dijeron que Marisa es ciega, y que eso no le priva para nada de subir montañas, siempre en compañía de su compañero, que le hace de, excelente, guía. Lo primero que hice fue expresarle mi admiración, y contarle que había, y he seguido, participando como voluntario en jornadas de montaña inclusiva para gente invidente (los que seguís este blog y los que me conocéis personalmente lo sabéis), y que estas habían sido las experiencias más enriquecedoras que he vivido en todos estos años en la montaña. Como la charla, mientras, esta vez si, Marisa le tiraba piñas a Laia 😅, derivó a otros temas ya alejados de la montaña, este encuentro resultó también de lo más enriquecedor. Da gusto conocer gente así a la montaña. Volvimos a coincidir más adelante, incluso subimos al Alto de las Mesas juntos. Un encuentro, que por si solo, ya justificó (como si hubiese que buscar una justificación a estas cosas...), esta escapada a la Sierra de Ayllón.

Tras el Aventadero llegamos al punto donde nuestra ruta confluía con una de las que sube desde la Pinilla.

Venía ahora un entretenido tramo de subida...

...en el que andamos por esta pequeña cresta.

Ancha, y llana, es Castilla, al menos en esta parte de Segovia 😅.

Y lo que os comentaba antes de las pendientes, mirad que rampón estábamos negociando. Sin duda, el tramo de mayor exigencia física de toda la excursión.

Era la rampa que nos haría ganar el Collado, o Portillo, de las Peñuelas, en el cual vemos a un compañero.

Cerca del collado encontramos un pequeño manantial, en el que Laia pudo echar un trago.

Y antes de hollar el collado tuvimos el primer contacto visual con el Pico del Lobo.

Y es que desde este collado se disfruta de una bonita panorámica del Pico del Lobo y todos sus picachos vecinos.

Pico del Lobo y la cresta que cae hacia el sur.

Alto de las Mesas, con el circo glaciar que cae hacia la Pinilla.

Antes de proseguir hacia el Pico del Lobo, nos encaramamos por los granitos de las Peñuelas...

...para coronar su cima central, situada a 2215 metros de altitud. Allí nos encontramos con otra pareja de vascos, que nos hicieron esta foto.

Buen mirador estas Peñuelas, hacia el valle de cabecera del Río Berbellido...

...hacia el Alto de las Mesas...

...y por supuesto hacia el Pico del Lobo.

De vuelta al collado nos subimos también, aunque quizás no sea puntuable, a la cima occidental de las Peñuelas.

Desde allí tuvimos esta perspectiva de la cima central y principal de las Peñuelas.

Desde esta pequeña cota volvimos al sendero principal, con el Alto de las Mesas, en la mirilla.

Vistazo atrás, hacia las Peñuelas.

Y aquí tenemos de más cerca el Alto de las Mesas. Para respetar el orden ascendente de altitudes que llevábamos con las cimas ascendidas😅, lo subimos antes que el Pico del Lobo.

De camino allí coincidimos de nuevo con nuestros amigos vascos, que ya bajaban del Pico del Lobo, y decidieron acompañarnos al Alto de las Mesas.

De camino a la cima vimos otro de los gigantes de la Sierra de Ayllón, el Cerrón.

Marisa, decidió dejarlo en este punto, y continuamos para arriba Laia, Óscar y yo. Aunque luego al bajar Marisa se haría el ánimo y subiría también a la cima, momento en el que me despedí de ellos.

El Pico del Lobo, durante la subida al Alto de las Mesas.

Alto de las Mesas 2257 metros.

Vistas desde el Alto de las Mesas. Mirada hacia poniente, con la Cuerda de la Pinilla y el Tres Provincias al fondo.

Miramos a la vertiente norte, que delata el pasado glaciar de la montaña. 600 metros más abajo queda la Pinilla.

Las Peñuelas y la Buitrera al fondo.

Y el Pico del Lobo, que sería la sexta y última cima de la jornada...

...pero antes, y por recomendación de un montañero de la zona, nos acercamos a visitar el Portillo del Lobo.

Para llegar a él seguimos un bonito sendero.

El Portillo del Lobo, tal y como nos sugiere el topónimo, es un paso de montaña...

...un precioso paso de montaña.

Nos asomamos a la canal que cae al norte del Portillo, que se veía perfectamente remontable, aunque debe ser más atractivo hacerlo en invierno. De hecho nos emplazamos para volver aquí en época invernal, para subir alguno de los corredores de la vertiente norte del Pico del Lobo.

Ya puestos a subir nos encaramamos también al peñasco que queda al oeste del Portillo.

Desde allí tuvimos esta perspectiva del Alto de las Mesas.

Nos estaba gustando tanto esta zona que seguimos unos cuantos metros más el sendero.

Nos asomamos a otras brechas, para gozar mejor del fantástico moldeado glaciar de esta montaña.

Nos encantan estas montañas de tonalidades oscuras.

Disfrutado de este atractivo tramo retrocedimos, para ahora si, coronar el Pico del Lobo.

Mientras nosotros nos dirigíamos allí otros montañeros se dirigían al Alto de las Mesas, en cuya cima había una pareja.

Y en hora punta, os juro que no sé de donde apareció toda esa gente, pero lo hicieron de repente, llegamos a lo más alto de la provincia de Guadalajara y Castilla-La Mancha. Pico del Lobo, 2274 metros.

Desde allí arriba volvimos a ver el Cerrón...

...al que le hicimos un zoom, en el que luego en casa, revisando las fotos, vimos que aparecen al fondo, los rascacielos de la ciudad de Madrid...

...y pongamos que hablo de Madrid, allá al fondo apareció Guadarrama, con la Cabeza de Hierro Mayor y Peñalara como cimas más destacadas.

Desde el Pico del Lobo, y mirando de nuevo hacia la cabecera del Río Berbellido, pudimos ver algún lagunillo estacional.

Alto de las Mesas, con un par de inquilinos en su cima.

Cuerda de la Buitrera del Lobo, al sur de la cima, también de morfología glaciar.

Un poco al sur de la cima encontramos un lugar al resguardo del viento, donde pudimos comer relajados. Tanto rato estuvimos que nos quedamos solos, y pude fotografiar la cima sin figurantes.

Y tras la comida, emprendimos el camino de regreso a la Quesera, donde el día siguiente iniciaríamos una nueva ruta. La de hoy nos había gustado en general, pero si nos tuviésemos que quedar con algo sería con este tramo de oscuras rocas y canales de la vertiente norte.

También nos gustó bastante la visión del Pico del Lobo desde el Collado de las Peñuelas.

Y lo que menos nos gustó, no había hecho mención hasta ahora, pero creo que está claro...

...Y es que es obligatorio hablar del ruinoso y vergonzoso mamotreto que desde hace más de 50 años "adorna" la cima del Pico del Lobo. Y es que a los mandamases de la Pinilla, allá por los años 70, se les ocurrió la brillante idea de ampliar la línea de remontes hasta la mismísima cima Pico del Lobo, en la que se empezó a construir un hotel/restaurante. Por suerte, la hostil climatología de la cima, con fuertes vientos y heladas invernales, hicieron inviable el absurdo proyecto. Lo más lógico hubiese sido que una vez desechada la realización del proyecto se hubiese desmantelado lo ya construido, pero no olvidemos que estamos en España... Han pasado los años, han habido diferentes gobiernos y administraciones, y nadie ha movido un dedo para retirar esta chatarra, que ahí ha quedado, como deshonroso monumento al lado más oscuro de la ambición y codicia humana, y también a su megalomanía. Coronar el Pico del Lobo supone pasar junto a ese montón de hierros y ladrillos en ruinas, lo cual, además de suponer un potencial peligro para el montañero, crea un horroroso impacto visual, que además de desvirtuar a este techo provincial, afea por completo a esta bonita montaña y su pasado glaciar.
Pero este no ha sido el único oscuro nubarrón oscuro de la estupidez humana que se ha cernido sobre el Pico del Lobo. En años posteriores se estuvo planteando la posibilidad de construir en su cima una base militar. Con la declaración, en 2005 y bajo el nombre de Reserva Natural del Macizo Pico del Lobo-Cebollera, de espacio natural protegido, parece que se frenó el proyecto, y digo parece por que  Defensa parece que sigue empecinado en llevarlo a cabo. Y digo yo, ya que se la zona se declaró como reserva natural, y además fue integrada dentro del Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara, ¿por qué no se retiró toda esa chatarra de la cumbre?...



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