Tuc de Molières (3010 m.) desde er Espitau de Vielha

 Lunes 19 y martes 20 de septiembre de 2022

En septiembre de 2022 tuve una semana de vacaciones, que además coincidía con las fiestas de Betxí, así que aprovechando que la recuperación del tobillo parecía completa, hice lo que suelo hacer siempre cuando llegan las fiestas de Betxí, huir del pueblo. El destino, tras el percance en el Carlit en julio, estaba claro, Pirineos, había que desquitarse... Unos días en la Val d'Aran y otros tantos en Benasque. Como tenía muchas ganas de volver a subir un 3000 elegí el Tuc de Molières, al cual ya había subido en 2012 desde la Besurta. Esta vez lo haría desde su vertiente catalana, subida muchísimo más directa y exigente, y que además me brindaba la oportunidad de hacer una noche en la montaña, en el refugio libre de Molières. Al final, aunque logré subir a la cima, creo que me vine un poco arriba eligiendo este montaña como el primer objetivo tras la lesión, ahora os cuento el por qué.

Llegaba el domingo por la tarde a la Val d'Aran, lo más lógico hubiese sido dormir con la furgo en el punto de inicio de la ascensión, er Espitau de Vielha, junto a la boca sur del túnel homónimo, pero como cuando vinimos en 2017 a subir al Tuc deth Pòrt de Vielha dormimos en el parking de Conangles y estuvimos tan a gusto, decidí parar allí, aunque la señal de prohibida la pernocta casi me persuadiese de ello. Y es que de un tiempo a esta parte los que hacemos vida camper o vivaqueamos, según en que lugares, somos los nuevos forajidos, y no es para menos, pues lo que hacemos nosotros es puro terrorismo medioambiental, nada que ver, y nótese el sarcasmo, con los actos de pureza de ciertos políticos, supuestamente de izquierdas, que con la vendida de humo de un dominio esquiable a la altura de las más exclusivas estaciones alpinas, pretenden destruir impunemente un virgen y bello valle del Pirineo Aragonés, ay Lambán, ay PSOE... SALVEMOS CANAL ROYA!!!

Al final decidí quedarme allí, no vino nadie a decirme nada, ni antes, ni durante, ni después de la pernocta. Paseo vespertino por los hayedos de la zona, más que nada para ganarme la cerveza que me tomé en el refu de Conangles. Cena y pronto a la cama, que me esperaba una jornada dura el día siguiente. Y tan dura, pues no tardé ni media hora de marcha en darme cuenta de que mi tobillo no estaba aún para una empresa de semejante tamaño, y que mi estado físico, tras el parón, era lamentable. Para colmo durante las últimas semanas había desarrollado una lesión en la rodilla contraria y me molestaba un montón, a eso súmale el lastre de los kilos ganados durante el parón y el peso de la mochila, con todo lo necesario para pasar una noche en la montaña, lo cual llevaba embutido (tremendo fallo por mi parte) en una mochila demasiado pequeña. Ante tal cóctel el coco no tardó en dejar de funcionar como tocaba, y a pesar de estar rodeado de un entorno magnífico, estuve un par de veces a punto de darme la vuelta y tirar para abajo. Pero de repente vi, aún a lo lejos, el Refugi de Molières, y eso me espoleó a seguir y llegar, al menos hasta allí. Reitero, el ambiente y el paisaje, durante este primer tramo de la ascensión, que remonta la Vall de Molières, es espectacular.

El Tuc de Molières, allá al fondo, bien visible desde el principio. Entre medias, un valle, el de Molières, y 1500 metros de desnivel, por remontar. Se muestra ya bien iluminado por el sol...

...aunque este aún no ha emergido de las montañas que quedan a mis espaldas, entre las que destacan la piramidal Tuca de la Contesa.

A mi zurda tendré siempre todo la cresta del Feixan/la Tallada, que culmina en el Tuc de Moliéres. Asoman imponentes el Tuc del Mig de la Tallada y el Tuc de la Tallada/Feixan.

Como habréis denotado en la foto de arriba este ascenso tuvo un breve paso por el bosque, en el que predominan las hayas.

En este fugaz paso por el bosque pude gozar de los distintos saltos de agua del juguetón Barranc de Molières.

Se acabó la sombra. Me crucé aquí con un pelotón ovino. El día siguiente me pasaría una historia con una oveja que se descarrió de este rebaño, pero no adelantemos acontecimientos...

Apuntar que este trazado de ascensión al Molières es prácticamente el único que transcurre por el valle, por lo que no hay posibilidad de pérdida, siempre que se sepa seguir la sucesión de hitos, claro.

Zona de pequeñas cascadas. Aquí se trepa por la zona sombreada, la cual está equipada con un cable.

Con este paso de las cascadas de supera lo que es el primer escalón del valle. Ahora toca atravesar este pedregal.

A mi derecha quedan las crestas, picachos y agujas de la Gerbosa.

¿Os gusta pues lo que tenía a mi derecha?...

...pues mirad lo que tenía a mi zurda (Tuc de la Tallada)...

...¿y qué me decís de lo que dejaba a mis espaldas?. Brutal.

Cap dera Pala deth Pòrt, primera cumbre destacada del crestón de la Gerbosa, que también culmina en el Molières.

Y sin duda en el lado contrario destaca la escarpada belleza granítica del Tuc de la Tallada.

A pesar de lo mal que lo estaba pasando en esos momentos una sonrisa se me escapó al ver el Tuc deth Pòrt de Vielha y rememorar los buenos momentos pasados cuando lo ascendimos en 2017.

Y ya cuando me estaba planteando seriamente darme la vuelta, vi algo que me espoleó...

...el Refugi de Molières. Llegar al Tuc, de potente presencia ahí al fondo, en esos momentos estaba en el aire.

De momento me urgía hacer una necesaria parada en el refugio a recuperar fuerzas y a organizar un poco mi cabezota, que estaba dando demasiadas vueltas.

El refugio, situado a 2400 metros, es una pasada. Está muy bien cuidado, tiene capacidad para 18 personas, y pequeños lujos como luz eléctrica, colchones, almohadas y mantas (cargar con el saco no hubiese sido necesario). Además, debido a su orientación recibe la luz del durante bastantes horas, lo que hace que al ser metálico retenga el calor y no se pase frío dentro (ya os digo, que en el exterior, horas más tarde, después de la cena, que salí a ver el firmamento, hacía bastante frío).

Durante el descanso puede ver el más bajo de los Estanhòts de Molières.

Digamos que al llegar al refugio se supera el segundo escalón del valle. Estas son las extraordinarias vistas que se tienen desde la puerta del refugio, con el Massís de Besiberri apareciendo al fondo.

En el refugio, y habiendo descansado, se difuminó cualquier tentación de darme la vuelta, pero si que sopesé hacer el resto de la ascensión el día siguiente, pero había un problema, eran las 11 de la mañana, y a ver que hacía yo allí hasta que llegara la noche... Así que decidí tirar para arriba, con la simple intención de llegar hasta donde me aguantasen las piernas, si hacía cima o no ya me era absolutamente igual. El dejar la mayoría de peso en el refugio me ayudó a subir más ligero, si es que en ese pedregal que es la segunda parte de la subida, y con mis taras, se pudiese avanzar ligero. Eso, y el descanso, me sirvieron también para aliviar la carga psicológica y poder disfrutar mejor del paisaje. Así me planté ante la trepada que da acceso al collado previo a la cima, de la que había leído valoraciones dispares, en algunos lados que si era una trepada de IIIº y en otros sitios que tan siquiera había que apoyar las manos... Pues ni una cosa ni la otra, ni es tan difícil ni tampoco tan sencilla, lo que hay que evitar es tener un fallo, pues una caída allí supondría una buena avería, y en el peor de los casos, que coloquen allí una plaquita con tu nombre. Yo la verdad, y a pesar de mi paupérrimo estado físico, la salvé sin problemas, aunque lo que menos necesitaba, a mitad subida, es que se pusieran a darme lecciones sobre en que postura debo colocar los brazos cuando me paro a hablar con otros montañeros, ni que me reprocharan el hecho de estar haciendo esta ascensión en solitario, cuando dicha persona, la de las lecciones y los reproches, también iba sola!!, con lo poco me gusta a mi meterme en la vida de los demás... Al final gané el collado, donde el Aneto me golpeó en los morros. El trámite de sortear el caos de bloques hasta la cima me lo tuve que tomar con calma... Al final, coroné, sufriendo como un cabrón, pero coroné, y estaba super contento, no en vano, pues era mi primer 3000 completamente en solitario (mi tercer Taillón no cuenta, pues subí en grupo hasta la Brecha), y haberlo conseguido con ese extra de sufrimiento siempre le da más valor a este tipo de cosas.

Habiendo descansado, comido, bebido y aligerado peso ya vi las cosas de otra manera, así que decidí tirar para arriba.

El hecho de que a partir de ahora también vería algunos lagos también fue un estímulo. Este es el tercer Estanhot, el más grande de los cuatro.

Y estos son los dos primeros, con un fantástico skyline de fondo.

Los lagos de montaña, una ruta pirenaica sin ellos se quedaría coja.

Me dispongo a afrontar el tramo más fatigoso de la ascensión, la ruta transcurre por todos esos pedregales. El Molières ya no me quitará ojo.

Poco a poco, y aplicando, hoy más que nunca, la filosofía slow mountain, fui ganando metros...

...y teniendo perspectivas cada vez más espectaculares y aéreas del más grande de los lagos.

Esta perspectiva, con el crestón de la Tallada, fue de las que más me gustó.

Un poco más arriba vi el cuarto de los lagos, el situado a mayor altitud de los cuatro.

Y el terreno se volvía más y más pedregoso...

...y las vistas más y más mejores.

Impresionante el Tuc de la Tallada...

...aunque el Tuc dera Gerbosa no le va a la zaga.

Y mirad, mirad, toda la cresta de los Besiberris/Comaloforno, con el Besiberri Nord despuntando sobremanera a la izquierda.

Y sigue el festival de cimas emblemáticas catalanas, el Montardo en el centro, y la Pica d'Estats allá al fondo. Ambas figuran, y con letras grandes, en mi currículum.

Estoy ya en la trepada clave de la ascensión, la que da acceso al Coret de Molières. Hay buen patio, así que hay que hacerla con cuidado.

Tramo más sencillo antes del paso delicado. La cima está ya ahí al lado.

Las tres fotos que he puesto son las tres que hice de la trepada. Paradojicamanete en la bajada hice más, las veréis luego.

Es asomar el hocico al collado, y el Aneto, y todo su séquito (Margalida, Tempestades, Maldito, Maladeta...), te reciben así. Al fondo derecha aparecen Cabrioules, Maupas, Boum y Mall Barrat.

Al sur del collado el Tuc de Molières...

...y al norte del Cap deth Hòro, que tiene una pintaza estupenda.

Intentando no perder la paciencia en el caos de bloques que seguía al collado alcancé la cima del Tuc de Molières. Tocaba olvidarse del sufrimiento, relajarse y disfrutar de las vistas.

Empezamos mirando al este, hacia la subida, vemos perfectamente los cuatro lagos y el Tuc de la Tallada. Entre el centenar de cumbres del horizonte destacaríamos, por no nombrarlas todas, el Montardo, el Gran Tuc de Colomeres, los Besiberris, la Pica d'Estats, el Pic de Mariolo, el Montsent de Pallars... Menudo orgasmo visual.

Miramos ahora hacia poniente, donde sin duda el Macizo de la Maladeta acapara las vistas.

Como no, ahí el que parte el bacalao es el Aneto. A la izquierda vemos la Brecha de Tempestades. Abajo de la foto, faltándole cinco metros para ser un 3000, el Pic de Salenques.

Y exprimo el zoom para mostraros algo insólito, el Monarca de los Pirineos sin nadie en su cima!!! Nada más que la ornamentación cimera.

Seguimos mirando hacia el Macizo de la Maladeta, para mostraros sus cimas más orientales, en este caso el serie de cotas Russell y el Vallivierna.

Acercamos algunas cimas del sector Perdiguero/Gourgs Blancs como Cabrioules, Maupas, Boum, Mall Barrat o Mall Pintrat.

Seguimos mirando hacia esa dirección para ver, allá al fondo, el Midi de Bigorre y el Arbizon, y más cercanos el Mall Pintrat de nuevo, las tres cimas del Estauas y el Pic de Sacroux.

Y en la zona de la Besurta los inseparables Salvaguardia y Pico de la Mina.

Volvemos a mirar hacia el Pirineo Catalán, en el cual ejerce su reinado la Pica d'Estats.

Y hablando de reinado, la cima que tenía bajo mis botas es la más alta de la Val d'Aran, pero para mi el título de majestad en este valle lo debería que tener el Tuc de Maubèrme. Menuda ascensión nos marcamos el Bonilla y yo unos meses antes.

Y ya que menciono a mi gran amigo David, ¿Para cuando un ataque a esta otra preciosidad, el Mont Valier?.

Hecho el repaso de las vistas no podía faltar la foto cimera. Tuc de Molières/Mulleres, 3010 metros.

Para el descenso formé alianza con un veterano montañero francés (creo recordar que su nombre era Eric), que estaba de travesía y al cual conocí en la cima y que resultó ser un buen tipo. Al llegar al collado, y al destrepe, el hombre, con su edad, y el mochilón que llevaba, digamos que se bloqueó un poco, y me pidió por favor que si le podía echar un cable, marcándole los mejores pasos y agarres. Como negarme... Además, el hecho de tener que ayudarle me hizo afrontar con más confianza el destrepe, ya que este tipo de pasos siempre suelen ser más complicados de gestionar en bajada que en subida. Superado el paso clave continuamos bajando juntos en agradable charla (él hablaba mejor castellano que yo francés), y a la que nos quisimos dar cuenta llegamos al refugio, donde separamos nuestros caminos, él seguía con su travesía y yo me quedaba allí, con la única tarea de sentarme, y también tumbarme, al sol, esperando a que este se escondiese. Cuando esto sucedió y fui a resguardarme al interior del refugio vi que iba tener compañía esa noche, pues subía un grupete bastante curioso, pues estaba formado por varios "millennials", de esos que de cada tres palabras te sueltan un "bro" 😅, y un hombre bastante más mayor que ellos. La verdad es que hubiese preferido estar solo, pero resultaron ser gente agradable, y estuve a gusto con ellos, ya que hubo buen ambiente, antes, durante y después de la cena, y en el desayuno del día siguiente. Tras cenar y hacer un rato de sobremesa con mis compis en el exterior del refu (menudo susto nos dieron dos de los perros pastores del rebaño que vi al principio, que no sé a que coño subieron, en plena noche, a 2400 metros), bajo un espectacular firmamento, me metí en mi litera, pues estaba reventado. Os juro que durante la noche soñé repetidas veces con el pedregal de la subida a la cima.

Fotos del descenso, que como habréis deducido lo hice invirtiendo el camino de subida. Rumbo al Coret de Molières. Vemos de nuevo del Cap deth Hòro, preciosa cima, eclipsada y olvidada por tener un 3000 al lado y por faltarle 25 metros para alcanzar esa altitud. Si me hubiese encontrado en unas condiciones físicas más decentes le hubiese hecho un tiento.

Y ahora si, más fotos (que hice con el móvil) de la trepada, en este caso destrepada, clave de la ruta, incluido el paso más comprometido del trepe previo al collado, que visto así hacia abajo, da más "yu-yu". Si la pifias aquí acabas con tus huesos en el pedregal de abajo.

Así que Eric (repito, creo recordar que ese era su nombre 😅) y yo lo negociamos con cuidado y con calma. Si os fijáis bien en el collado hay un madero cilíndrico que marca el destrepe y así evita cualquier enmarronamiento.

Peu à peu et avec soin Eric.

En este tipo de pasos mejor contar con figurantes 😂.

Eric lo fue, y muy bueno, además de ser muy buen compañero de ruta y conversador. Este pasito también tuvo lo suyo.

Superado con nota el destrepe ya llegamos a terreno más "cómodo", por lo que la improvisada cordada hispano francesa ya nos pudimos relajar (pero no bajar la guardia) y bajar con tranquilidad al refugio.

Y por el tedioso pedregal nos fuimos alejando del Tuc de Molières.

Qué alegría ver de nuevo los lagos ya tan cerca, lo cual señalaban la proximidad del refugio, y de esta dura jornada de montaña.

Calibrad con Eric la grandeza del lugar.

Refugio a la vista!!! Escoltado aquí por el Tuc deth Pòrt de Vielha, el Tuc de Sarrahèra y els Malhs de Rius.

Primer Estanhot, con el formidable Tuc de la Tallada.

Y por fin el refu...

...con sus espectaculares vistas hacia los Besiberris. Qué privilegiada ubicación la de esta cabaña metálica.

Tras despedirme de Eric llegó el momento de relajarme, quitarme las botas y calcetines y esperar a que el sol se escondiese tras el Tuc de Molières...

...ese mismo sol, que con sus postreros y tenues rayos iluminaban las cotas más altas de las cimas que oteaba al este.

Por la mañana, tras desayunar tranquilamente y despedirme de mis "bros" de refu me puse chino chano con la bajada, cuya anécdota más destacable es que le salvé la vida a una oveja. Pese a bajar relajada y tranquilamente y disfrutando mucho más del paisaje de lo que lo había hecho el día anterior, llegué tan pronto a la furgoneta que me dio tiempo de tomarme un par de Águilas (una Dorada y otra Sin Filtrar, ambas de barril) más un pincho de tortilla en Vielha; llamar a casa y dar señales de vida; de irme al camping de Artiés; agenciarme una parcela; ducharme y de volver a Vielha a comer. El resto de la tarde la maté holgazaneando, en el camping y en el Port de la Bonaigua, me lo había ganado creo yo. El día siguiente, antes de moverme a Benasque, tenía pensado hacer una ruta matinal (subir al Montcorbison), pero al final decidí hacer descanso activo, visitando algunos pueblos de la zona (especialmente bonito Bausen, donde me tomé una rica cerveza artesanal y escuche por primera vez una conversación completamente en aranés). El par de actividades (la meteo y un improvisto no me dejaron hacer más) que hice en Benasque os las contaré en próximas entregas.

Dormí a tirones pero descansé bien, y por nada del mundo me iba a perder el amanecer, así que una hora antes ya estaba dando vueltas por el exterior del refugio, donde hacia bastante rasca.

El amanecer fue bonito, sobre todo...

...por el tono anaranjado que cobró el Tuc de Molières, señal inequívoca...

...de que Lorenzo iba a aparecer en breve tras el Massís de Besiberri.

Tras desayunar y despedirme de mis compis de pernocta emprendí la bajada. Adiu Refugi de Molières. Del Tuc de Molières no me despido aún, que lo vería más veces durante la bajada.

Al igual que el día anterior salió un día bonito, ideal para disfrutar de este entorno de pastizales, pedrolos de granito y crestones.

Y no creáis que me había olvidado de contaros el asunto de la oveja. Resulta que la vi y me acerqué para hacerle una foto. Al ver que no huía, que hubiese sido lo más normal, deduje que algo le ocurría. Lo que pasaba es que el animalito había caído en un agujero y se había quedado encajada en él, con las patas delanteras y traseras cruzadas entre si, lo cual le impedían salir. Con gran esfuerzo (la amiga estaba hermosa y pesaba lo suyo), logré sacarle las patas delanteras, lo cual le permitieron salir del agujero e irse con sus hermanas, que pastaban un centenar de metros de desnivel más arriba. Mientras se alejaba el animalito se iba deteniendo y me miraba, como dándome las gracias. También me las dio el pastor, cuando lo vi más abajo, y se lo conté. Karma.

Y con el buen sabor de boca que deja hacer una buena acción, imperaba recrearse con el paisaje...

...con las cascadas...

...con los pasos equipados...

...de las cascadas del hayedo...

...y del valle de Molières.

Al llegar al Espitau de Vielha allí estaba esperándome mi fiel NV 200, que a cuantos sitios chulos me lleva...

...el Tuc de Molières uno de ellos. Después de haberlo subido por sus dos vertientes, la aragonesa y la catalana, puedo afirmar que me ha gustado más esta última, sin desmerecer, claro está la otra.