Recuerdo cuando le comenté a mi buen amigo Chema que iba a subir por primera vez a Pirineos este me dijo "la cagarás"; "¿por qué?", le pregunté yo; "por que a partir de entonces tendrás la necesidad de subir al menos dos veces al año", me contestó él. No se equivocaba en lo más mínimo. De lo que no me advirtió, eso lo fui averiguando yo solito, y cada vez más, conforme se iban sucediendo las escapadas pirenaicas, es que allí yo iba a ser el tipo más feliz del mundo, y que durante mi estancia en esta cordillera cualquier problema o preocupación cotidiana iban a quedar olvidados. Por eso esta séptima entrada especial del décimo aniversario del blog va dedicada a los Pirineos y a la felicidad alcanzada allí, y de ahí la segunda mitad del título, la primera tampoco miente, pues esto va a ser una cronología en toda regla, en la que van a aparecer todas nuestras escapadas a Pirineos, con sus fechas, sus destinos, participantes, objetivo u objetivos (que unas veces se cumplieron y otras no), el momento, o momentos, con los que realmente me quedé en cada escapada, que muchas veces irán, como podréis comprobar, mucho más allá de lo estrictamente montañero, o directamente será una divertida anécdota, y por supuesto bien acompañada de fotos, muchas fotos.
Sin más, cojamos, virtualmente, la Autovía Mudéjar, o la AP-7, y pongamos rumbo al norte.
Sin más, cojamos, virtualmente, la Autovía Mudéjar, o la AP-7, y pongamos rumbo al norte.