18 de junio de 2024

La Costalata

 Sábado 22 de abril de 2023

En el transcurso de 2023 también hubieron rutas más humildes y sin tantos alardes, que no obstante también merecen ser reseñadas en el blog. Una de esas rutas fue esta que os estoy empezando a contar, en la que el objetivo principal fue subir a la Costalata, una de las cimas de Espadán que aún teníamos pendiente por subir.



Pues si, aunque parezca mentira aún hay cimas de la Serra d'Espadà a las que todavía no hemos subido, pero es que hay zonas de la sierra por las que nos hemos prodigado bien poco, como es el caso de este sector más meridional. Para que os hagáis una idea, en algunos de los pueblos de esa zona sur, tales como Pavías, Matet o Gaibiel, todavía no hemos estado, y en Vall de Almonacid, que es donde dio comienzo esta ruta, solo habíamos estado en un par de ocasiones, y no será por reclamos.

Cierto que la Costalata no tiene ni la entidad ni presencia de otras cimas espadánicas como el Pic d'Espadà, el Bellota, el Benialí/Batalla o el Font de Cabres, por nombrar unos pocos. Pero sin embargo desde su cima pudimos otear el sector de Espadà en el que se concentran las máximas alturas de la sierra, y también el Valle del Palancia, algunos de sus pueblos y la Serra Calderona. Tampoco encontraremos en la zona escarpes de rodeno de la envergadura de Castro, Órganos de Benitandús, Penyes Aragoneses o Piedras del Cullera, ni frondosos barrancos y alcornocales. Aquí los reclamos son más modestos, pero por ello no menos atractivos, y tienen que ver más con lo rural y lo histórico, sobre todo con lo histórico, ya que en el transcurso del recorrido pudimos ver muy de cerca largas líneas de trincheras de la Guerra Civil Española. Más antiguo, pero muchísimo más, que esas trincheras, fue el dolmen que encontramos en lo alto de las lomas del Majuelo. Un dolmen, si, en Espadán, lo habéis leído bien, y es que esta sierra nunca dejará de sorprendernos...

En definitiva, que fuimos a Vall de Almonacid con la idea de pasar una agradable y entretenida mañana en el monte y volvimos a Betxí con el propósito más que cumplido.

Como os he comentado arriba, la ruta tuvo un alto componente histórico, y el Ayuntamiento de Vall de Almonacid ha cuidado muy bien eso, señalizando rutas y colocando algunos paneles informativos muy interesantes. Encontramos algunos durante nuestro recorrido. Este nos cuenta como fue el principio de la guerra en el pueblo...

...y este otro, que encontramos junto a un aljezar, nos habla de un juego infantil de la posguerra.

Centrémonos ya en el recorrido. Nada más abandonar las calles del pueblo nos vimos inmersos en un agradable paseo entre olivos.

Un poco más arriba, junto con algunas cumbres de Espadán, aparecieron los almendros, que lucían un verde esplendoroso. 

Ya con un ambiente menos rural y más montaraz empezamos la remontada hasta el Collado de Gaibiel. Las vistas hacia se iban ampliando.

Cerca del collado nos desviamos unos metros para ver este rústico aprisco.

En el collado nos llamó la atención este solitario pino, que seguramente sobrevivió a un incendio. Al fondo las cimas de la Lastra y la Rápita.

Desde el collado tomamos el sendero que se dirige a la Costalata, que transcurre por el interior de una trinchera.

En este tramo gozamos de unas bonitas vistas del amplio valle que desde el Collado de la Nevera se extiende hasta el Río Palancia.

Y aquí tenemos la montaña a la que íbamos a subir, la Costalata.

En su parte alta hay una amplia meseta, y en ella un larguísima línea de trincheras.

Estas trincheras formaron parte de la emblemática línea XYZ. Al fondo los picos de la Rápita y el Pic d'Espadà.

La cima, a 758 metros de altitud, está coronada por un vértice geodésico.

Como os había comentado antes, y habréis podido comprobar, la Costalata es un excelente mirador hacia el sector central de la Serra d'Espadà.

De las nueve montañas de la sierra que superan los 1000 metros pudimos ver cinco desde allí, empezando por el Pic d'Espadà...

...la Rápita, techo de la sierra...

...la Lastra...

...el Alto del Pinar...

...y el Pico del Pinar o de las Santas. Seguramente también se verían desde allí el Monte Elvira y la Loma de la Cierva, los 1000's más occidentales de la sierra, pero se me pasaron por alto.

Miramos ahora hacia el valle del Palancia, en el cual aparece Segorbe. Al fondo la Calderona, con el Gorgo y el Pico del Águila.

Más cimas de la Calderona, como el Sierro, Peñas Blancas y Monte Mayor.

Y la que bajo mi parecer es la más bella población del valle del Palancia, Jérica.

Sin mirar al horizonte también vimos cositas interesantes. Sobre el vértice vimos esta pareja de Lytta vesicatoria, Cantárida Medicinal en cristiano.

Tras almorzar en la cima nos pusimos con el descenso, que lo hicimos, sin mucha historia, paralelos, y en algún tramo por dentro, del Barranco del Salvador. La Rápita nos hizo esta bonita y súbita aparición.

La Costalata ya tachada de la lista, quedaba atrás.

La ruta recuperó el toque rural, y una buena muestra fue este corral en ruinas.

Acabamos saliendo a la carretera. Apenas la pisamos, ya que de inmediato apareció la subida al Majuelo, en la que encontramos alguna trepada y un paso equipado con una cuerda.

En las lomas del Majuelo encontramos un atractiva franja rocosa que nos asomó al valle.

Vall de Almonacid, Castillo de Almonacir y la Rápita.

En un punto de esta franja rocosa encontramos el Dolmen del Majuelo, del que apenas hay información en la red, así que poco os puedo contar sobre él y su origen.

Personalmente, de toda la ruta, este tramo del Majuelo fue el que más me gustó.

Por allí nos entretuvimos explorando sus recovecos.

El ir pegado a los bordes es totalmente opcional, el sendero transcurre alejado de ellos.

El ir fuera de sendero nos permitió descubrir este arco rocoso...

...que dada mi predilección por ellos nos acercamos a verlo mejor.

En el mismo cordal encontramos más restos históricos, en este caso los de una calera.

Seguidamente la ruta bajó al Barranco Hondo, para posteriormente remontar por esa franja diagonal.

En el Barranco Hondo, y para nuestra sorpresa, había alguna pequeña poza con agua, en la que se pudo bañar Laia.

De regreso a Vall de Almonacid pudimos ver mejor el Castillo de Almonecir, el cual visitamos en 2013.

Y ya en el pueblo nos llamó la atención esto. Alguno de esos destinos, en concreto el que está a 443 kilómetros, fue visitado, y coronado, un mes y medio después 😉.


2 comentarios:

  1. Hola Dani.

    Viva los paseos humildes, esos que sin tener puntos digamos espectaculares, van llenando la ruta de pequeñas cositas muy interesantes, porque, aparte de un espléndido mirador a todos los miles de la Serra d'Espadà y al verde valle del Palancia con sus pueblos, la ruta trae todos esos puntos etnograficos como las trincheras, caleras, hasta un dólmen y un pequeño arquito rocoso.
    Yo quiero ser como Laia que encuentra sus pocetas para bañarse en todas estas rutitas ;-)

    Y lo que me ha gustado mucho es ese relato de cómo fueron los primeros meses de empezada la guerra civil en uno de los muchos pueblos como fue el Vall de Almonacid.

    Un abrazo.

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    1. Totalmente Toni. Tanto las rutas en las que hemos estado una burrada de horas por el monte, ascendiendo algún pico de envergadura y acumulado un desnivel bárbaro, como estas más modestas matinales, cómodas de caminar y que no tienen excesivos alardes, hay que saber valorarlas por igual. Y mira, ya que he hecho referencia al Aneto al final, allí por ejemplo no podrás encontrar trincheras de la Guerra Civil, ni caminar entre bonitos campos de almendros y olivos, ni tampoco ver un dolmen...

      Qué viva Espadán oiga!!

      Nos vemos en ná.

      Un abrazo.

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