Sábado 16 de febrero de 2019
Mi cuarto Moncayo, y como en los tres anteriores con un significado muy especial, esta vez, además de por desempolvar los crampones, tras no haber hecho ninguna invernal el año pasado, se daba la circunstancia de que iba a formar equipo con cuatro buenos compañeros (Javi, Miguel Ángel, David y Jaime) con los que he hecho muy buenas rutas y he vivido muy buenos momentos a lo largo de estos últimos años, pero siempre de forma individual con cada uno de ellos, que pudiésemos juntarnos los cinco en una montaña como el Moncayo tenía para mi un componente muy significativo. Aunque por desgracia, a ultimísima hora, y por razones laborales, se caía del equipo Javi. Al igual que en la última visita al Moncayo elegimos subirlo por el Corredor de los Gendarmes. Os cuento como nos fue. Así que calzaros los crampones y empuñad el piolet...y abrigaros bien, que quizás en la cima nos visite el famoso Cierzo del Moncayo.
Una vez más tomábamos la A-23, la autovía Mudéjar, o como la definió en cierta ocasión un amigo, la carretera que nos aproxima a los sueños. Nuestro destino esta vez San Martín de la Virgen del Moncayo, donde habíamos alquilado un apartamento que nos haría de campo base este fin de semana y en el que nos estaba esperando ya David con el cargamento cervezil enfriándose en la nevera, al que ya le dimos un pequeño metido durante el reencuentro, las presentaciones y la cena. Un rato de tertulia y al sobre, pues el día siguiente cantaba el gallo, literal, a las seis de la mañana. El madrugón no iba a ser por encontrar mejor el estado de la nieve, de hecho a menos madrugar menor posibilidad de encontrarla aún en estado helado, ni tampoco por que por la tarde se fuese a torcer la meteo, pues con el anticiclón apalancado sobre la península la garantía de jornada despejada era total, y nos podíamos tomar la ascensión con mucha calma, tampoco nos íbamos a volver para Betxí justo después de la ascensión, como habíamos hecho las tres ocasiones anteriores, así que lo único que justificaba el madrugón era evitar, al ser sábado y estar anunciado un día tan soleado, aglomeraciones al llegar a Haya Seca, e intentar aparcar lo más arriba posible. Pero mira por donde de todas las veces que habíamos venido al Moncayo esta ha sido la vez que menos concurrido lo hemos encontrado, con decir que al final nos demoramos bastante con el desayuno y los preparativos, y cuando llegamos a Haya Seca, ya a las ocho y media, eramos el segundo grupo en llegar. Unas horas más tarde, al volver al punto de inicio pues si, habían bastantes coches más, pero nada comparado con las tres ocasiones anteriores.
Pero vamos ya con lo que dio de si la jornada, que me enrollo más que las persianas. Desde Haya Seca cubrimos, con unas buenas vistas de la cordillera pirenaica, y acompañando a la salida del sol, la corta distancia nos separa del Santuario de la Virgen del Moncayo. Tras el santuario arranca el sendero de subida al Moncayo, que se interna casi de inmediato en el pinar. No tardamos en pisar nieve, resbaladiza, dura, como la jeta de algunos ppolíticos, así que en cuanto encontramos un poco de continuidad hicimos parada técnica para colocar pinchos en las botas y evitarnos un resbalón tonto en este primer tramo.
La ruta sale del bosque y nos planta ante el Circo o Hoya de San Miguel, coloquialmente conocida como el Cucharón, cuya parte baja encontramos bastante venteada, pero con mucha nieve en la pala central y sobre todo en el lado derecho, que es el que nos interesaba a nosotros.
Nos salimos de la ruta normal y empezamos a escorar rápidamente hacia la derecha del circo, encontrando enseguida los primeros granitos y corredores de esta vertiente. Nada más que encontramos un poco de inclinación nueva parada en boxes, esta vez a cambiar bastones por piolet y colocarnos el casco, que al Moncayo, y realmente ninguna montaña, y sobre todo en invierno, no hay que tomárselo a broma.
Absortos por este gran paisaje de nieve y granito a la que nos quisimos dar cuenta nos habíamos plantado ante los gendarmes. Casi sobre la marcha decidimos acometer la subida por el lado derecho de los mismos. Quizás de salida tenga un poco menos de inclinación que el lado izquierdo, lo cual no quiere decir que no esté tieso, que lo está, sobre todo en el punto donde se unen las dos variantes, tras el segundo gendarme, y a la salida del corredor.
Poco a poco, disfrutando y asegurando cada paso (los cuatro tuvimos la sensación que los crampones no acababan de agarrar bien en esta nieve) le fuimos ganando metros a este estético y popular corredor. Antes de salir a la pala final, y con lo más complicado superado, sobre una estupenda roca/mirador, una tercera parada, esta vez a meter algo de combustible en el estómago, que desde el desayuno no había entrado nada.
Un último tramo pindio y estamos en la larga pala final, que a mi se me hizo más pesada que el corredor, quizás por las ansias de llegar a la cima jeje.
Finalmente, y con gran alegría, alcanzamos la cúspide del Moncayo, en la que nos estaba esperando el que suele venir de serie con esta montaña, el Cierzo, que nos recibía valiente, no al nivel de mi primera visita a esta cima, pero con buena potencia. Grandes vistas (los nevados Urbión y Cebollera, Pirineos y Guadarrama, la Ibérica extendiéndose hacia levante...), pero con lo que realmente me quedo del momento de la cima es haberla compartido con estos tres compañeros, eso por supuesto, y con el buen ambiente de camaradería montañera vivido en el vivac cimero, en el que nos resguardamos del viento, apretujados, para almorzar, los diferentes grupos que estábamos en ese momento en la cima.
Cuando ya empezaba a llegar más gente nos íbamos nosotros. La idea inicial era bajar de forma directa por la pala del Cucharón, pero como era aún bastante pronto Miguel Ángel propuso continuar el cordal hacia el SE hasta el Cerro de Morca, sin dudarlo mucho, y a pesar del molesto y gélido viento, aceptamos su oferta. Bajamos hasta el acornisado Collado del Alto de las Piedras y remontamos levemente para "coronar" el Cerro de San Juan, en el que apenas nos detenemos. En leve descenso continuamos hacia otro collado, marcado con un gran hito y que es donde la ruta de subida normal gana el cordal. Dese ahí remontamos otro poco hasta la cima del Cerro de Morca o del Corralejo. Nos movemos al extremo más oriental de esta cima, para ver la continuidad de cordal del Moncayo hacia el SE, con la Lobera, y también otra interesante vía de ascensión, el Circo de Morca.
Satisfecho nuestro afán coleccionista decidimos no regresar al Collado del Alto de las Piedras ni bajar por el Cucharón. Bajaremos finalmente por la ruta normal, que curiosamente era un sendero que yo todavía no conocía. Personalmente creo que valió la pena, pues es un trazado precioso, con numerosas lazadas, y al contrario que la bajada por el Cucharón, donde bajas más "follao", permite bajar de forma más relajada, aunque tiene un punto bastante crítico en presencia de hielo, y disfrutar mejor de las vistas hacia la Hoya de San Miguel y los corredores de la zona de los Gendarmes, que aparentan ser más verticales de lo que luego son realmente. Esta bajada supone un bonito contrapunto a la subida más directa por los Gendarmes, tanto que nos permitimos otra parada, esta gratuita del todo, para sentarnos cinco minutillos y disfrutar sentados en la nieve del paisaje. Antes de llegar de nuevo al bosque una de las revueltas nos asoma al Circo de San Gaudioso, que también esconde algún que otro corredor interesante.
Ya en el bosque, y camino del santuario, nos enteramos de que un montañero se había accidentado en el Cucharón y que la cosa había sido bastante grave, y que ya se había montado el rescate (por eso lo de que al Moncayo no hay que perderle el respeto). Al llegar al santuario ya vimos el helicóptero de la Guardia Civil dirigirse al lugar del accidente. Deseamos mucho ánimo y una pronta recuperación al chico accidentado.
Nosotros por nuestra parte teníamos toda una tarde por delante y la íbamos a aprovechar y a disfrutar, que nos lo habíamos ganado. Empezamos tomando una birra en el restaurante de santuario, y brindando con ella por esta nueva ascensión al Moncayo. Luego nos fuimos a comer a San Martín, donde mis compis se pusieron hasta las trancas de carne porcina. Luego ducha por turnos en el apartamento, como fui el primero me dio tiempo de apretarme dos latas más. Ya los cuatro de bonito nos fuimos de visita a la ciudad que vio nacer a Paco Martínez Soria y al Cipotegato, la bella Tarazona, para darnos un garbeo por sus calles, historia y arquitectura, y para tomarnos unas cervezas, por supuesto.
De vuelta a la Corrala, y durante la cena, intentamos darle un buen metido al cargamento de cervezas de David, pero este pudo con nosotros, pero aún así creo que cumplimos.
Un saludo a tod@s.
ALGUNAS COSAS A TENER EN CUENTA RESPECTO A ESTA ASCENSIÓN:
Mi cuarto Moncayo, y como en los tres anteriores con un significado muy especial, esta vez, además de por desempolvar los crampones, tras no haber hecho ninguna invernal el año pasado, se daba la circunstancia de que iba a formar equipo con cuatro buenos compañeros (Javi, Miguel Ángel, David y Jaime) con los que he hecho muy buenas rutas y he vivido muy buenos momentos a lo largo de estos últimos años, pero siempre de forma individual con cada uno de ellos, que pudiésemos juntarnos los cinco en una montaña como el Moncayo tenía para mi un componente muy significativo. Aunque por desgracia, a ultimísima hora, y por razones laborales, se caía del equipo Javi. Al igual que en la última visita al Moncayo elegimos subirlo por el Corredor de los Gendarmes. Os cuento como nos fue. Así que calzaros los crampones y empuñad el piolet...y abrigaros bien, que quizás en la cima nos visite el famoso Cierzo del Moncayo.
Una vez más tomábamos la A-23, la autovía Mudéjar, o como la definió en cierta ocasión un amigo, la carretera que nos aproxima a los sueños. Nuestro destino esta vez San Martín de la Virgen del Moncayo, donde habíamos alquilado un apartamento que nos haría de campo base este fin de semana y en el que nos estaba esperando ya David con el cargamento cervezil enfriándose en la nevera, al que ya le dimos un pequeño metido durante el reencuentro, las presentaciones y la cena. Un rato de tertulia y al sobre, pues el día siguiente cantaba el gallo, literal, a las seis de la mañana. El madrugón no iba a ser por encontrar mejor el estado de la nieve, de hecho a menos madrugar menor posibilidad de encontrarla aún en estado helado, ni tampoco por que por la tarde se fuese a torcer la meteo, pues con el anticiclón apalancado sobre la península la garantía de jornada despejada era total, y nos podíamos tomar la ascensión con mucha calma, tampoco nos íbamos a volver para Betxí justo después de la ascensión, como habíamos hecho las tres ocasiones anteriores, así que lo único que justificaba el madrugón era evitar, al ser sábado y estar anunciado un día tan soleado, aglomeraciones al llegar a Haya Seca, e intentar aparcar lo más arriba posible. Pero mira por donde de todas las veces que habíamos venido al Moncayo esta ha sido la vez que menos concurrido lo hemos encontrado, con decir que al final nos demoramos bastante con el desayuno y los preparativos, y cuando llegamos a Haya Seca, ya a las ocho y media, eramos el segundo grupo en llegar. Unas horas más tarde, al volver al punto de inicio pues si, habían bastantes coches más, pero nada comparado con las tres ocasiones anteriores.
Pero vamos ya con lo que dio de si la jornada, que me enrollo más que las persianas. Desde Haya Seca cubrimos, con unas buenas vistas de la cordillera pirenaica, y acompañando a la salida del sol, la corta distancia nos separa del Santuario de la Virgen del Moncayo. Tras el santuario arranca el sendero de subida al Moncayo, que se interna casi de inmediato en el pinar. No tardamos en pisar nieve, resbaladiza, dura, como la jeta de algunos ppolíticos, así que en cuanto encontramos un poco de continuidad hicimos parada técnica para colocar pinchos en las botas y evitarnos un resbalón tonto en este primer tramo.
La ruta sale del bosque y nos planta ante el Circo o Hoya de San Miguel, coloquialmente conocida como el Cucharón, cuya parte baja encontramos bastante venteada, pero con mucha nieve en la pala central y sobre todo en el lado derecho, que es el que nos interesaba a nosotros.
Nos salimos de la ruta normal y empezamos a escorar rápidamente hacia la derecha del circo, encontrando enseguida los primeros granitos y corredores de esta vertiente. Nada más que encontramos un poco de inclinación nueva parada en boxes, esta vez a cambiar bastones por piolet y colocarnos el casco, que al Moncayo, y realmente ninguna montaña, y sobre todo en invierno, no hay que tomárselo a broma.
Absortos por este gran paisaje de nieve y granito a la que nos quisimos dar cuenta nos habíamos plantado ante los gendarmes. Casi sobre la marcha decidimos acometer la subida por el lado derecho de los mismos. Quizás de salida tenga un poco menos de inclinación que el lado izquierdo, lo cual no quiere decir que no esté tieso, que lo está, sobre todo en el punto donde se unen las dos variantes, tras el segundo gendarme, y a la salida del corredor.
Poco a poco, disfrutando y asegurando cada paso (los cuatro tuvimos la sensación que los crampones no acababan de agarrar bien en esta nieve) le fuimos ganando metros a este estético y popular corredor. Antes de salir a la pala final, y con lo más complicado superado, sobre una estupenda roca/mirador, una tercera parada, esta vez a meter algo de combustible en el estómago, que desde el desayuno no había entrado nada.
Un último tramo pindio y estamos en la larga pala final, que a mi se me hizo más pesada que el corredor, quizás por las ansias de llegar a la cima jeje.
Finalmente, y con gran alegría, alcanzamos la cúspide del Moncayo, en la que nos estaba esperando el que suele venir de serie con esta montaña, el Cierzo, que nos recibía valiente, no al nivel de mi primera visita a esta cima, pero con buena potencia. Grandes vistas (los nevados Urbión y Cebollera, Pirineos y Guadarrama, la Ibérica extendiéndose hacia levante...), pero con lo que realmente me quedo del momento de la cima es haberla compartido con estos tres compañeros, eso por supuesto, y con el buen ambiente de camaradería montañera vivido en el vivac cimero, en el que nos resguardamos del viento, apretujados, para almorzar, los diferentes grupos que estábamos en ese momento en la cima.
Hemos sido más madrugadores que el sol, y antes que este apareciese por el horizonte nosotros ya estábamos pertrechados y camino del Santuario. |
Estos primeros rayos iluminan las laderas del Moncayo, y resaltan aún más el rojo de los frutos de este acebo. |
Fuimos de los primeros en llegar y no había ni un alma en el Santuario de la Virgen del Moncayo, que vemos aquí con sus característicos cinglos de granito. La primera cerveza post-ruta caería aquí. |
Pero antes tendremos que subir, y bajar, un "cerrete" llamado Moncayo. Tramo inicial por el bosque, ya con los crampones puestos. |
Salimos del bosque y nos plantamos ante la Hoya de San Miguel, a.k.a. el Cucharón, a la derecha ya podemos apreciar la vía de ascensión que utilizaremos... |
...ese grupo de afloramientos graníticos conocidos como los Gendarmes... |
...hacia ellos que nos vamos. A continuación una serie de fotos de la aproximación al corredor. |
Llegamos a pie de corredor... |
...en 2014 Jesús y yo subimos por el lado izquierdo, hoy probaremos el derecho. |
Como éramos cuatro cámaras pudimos captar la subida desde diferentes perspectivas. A continuación una ráfaga de instantáneas de esta espectacular e inclinada subida. |
Gendarmes superados. El esfuerzo ha sido corto pero explosivo, nos hemos merecido un descanso. |
David, el único del grupo que no había subido todavía al Moncayo, a escasos 200 metros de desnivel de "desvirgarse". |
Hemos salido del corredor, pero la inclinación de la pendiente no mengua. |
Miguel Ángel, negociando los últimos pasos antes de salir a la pala final. |
El Cucharón, como siempre, esplendoroso. |
El grupo, estirado, afrontando la larga pala final. |
Nieves y cielos impolutos, día y condiciones perfectas para subir a esta montaña, aunque aquí ya empezábamos a notar las embestidas del Cierzo. |
A medida que nos vamos acercando a la zona cimera la inclinación de la pala va menguando. |
Huele a cumbre... |
Ahí estamos, en lo más alto del Moncayo, o Pico de San Miguel. |
Un pico tan estelar no se merecía otra marca de cerveza. |
2315 metros, techo de Zaragoza y Soria, la más alta de las Ibéricas...el Moncayo tiene más títulos que la Duquesa de Alba, por eso esta montaña merece dos fotos cimeras. |
Cuando ya empezaba a llegar más gente nos íbamos nosotros. La idea inicial era bajar de forma directa por la pala del Cucharón, pero como era aún bastante pronto Miguel Ángel propuso continuar el cordal hacia el SE hasta el Cerro de Morca, sin dudarlo mucho, y a pesar del molesto y gélido viento, aceptamos su oferta. Bajamos hasta el acornisado Collado del Alto de las Piedras y remontamos levemente para "coronar" el Cerro de San Juan, en el que apenas nos detenemos. En leve descenso continuamos hacia otro collado, marcado con un gran hito y que es donde la ruta de subida normal gana el cordal. Dese ahí remontamos otro poco hasta la cima del Cerro de Morca o del Corralejo. Nos movemos al extremo más oriental de esta cima, para ver la continuidad de cordal del Moncayo hacia el SE, con la Lobera, y también otra interesante vía de ascensión, el Circo de Morca.
Satisfecho nuestro afán coleccionista decidimos no regresar al Collado del Alto de las Piedras ni bajar por el Cucharón. Bajaremos finalmente por la ruta normal, que curiosamente era un sendero que yo todavía no conocía. Personalmente creo que valió la pena, pues es un trazado precioso, con numerosas lazadas, y al contrario que la bajada por el Cucharón, donde bajas más "follao", permite bajar de forma más relajada, aunque tiene un punto bastante crítico en presencia de hielo, y disfrutar mejor de las vistas hacia la Hoya de San Miguel y los corredores de la zona de los Gendarmes, que aparentan ser más verticales de lo que luego son realmente. Esta bajada supone un bonito contrapunto a la subida más directa por los Gendarmes, tanto que nos permitimos otra parada, esta gratuita del todo, para sentarnos cinco minutillos y disfrutar sentados en la nieve del paisaje. Antes de llegar de nuevo al bosque una de las revueltas nos asoma al Circo de San Gaudioso, que también esconde algún que otro corredor interesante.
Ya en el bosque, y camino del santuario, nos enteramos de que un montañero se había accidentado en el Cucharón y que la cosa había sido bastante grave, y que ya se había montado el rescate (por eso lo de que al Moncayo no hay que perderle el respeto). Al llegar al santuario ya vimos el helicóptero de la Guardia Civil dirigirse al lugar del accidente. Deseamos mucho ánimo y una pronta recuperación al chico accidentado.
Nosotros por nuestra parte teníamos toda una tarde por delante y la íbamos a aprovechar y a disfrutar, que nos lo habíamos ganado. Empezamos tomando una birra en el restaurante de santuario, y brindando con ella por esta nueva ascensión al Moncayo. Luego nos fuimos a comer a San Martín, donde mis compis se pusieron hasta las trancas de carne porcina. Luego ducha por turnos en el apartamento, como fui el primero me dio tiempo de apretarme dos latas más. Ya los cuatro de bonito nos fuimos de visita a la ciudad que vio nacer a Paco Martínez Soria y al Cipotegato, la bella Tarazona, para darnos un garbeo por sus calles, historia y arquitectura, y para tomarnos unas cervezas, por supuesto.
De vuelta a la Corrala, y durante la cena, intentamos darle un buen metido al cargamento de cervezas de David, pero este pudo con nosotros, pero aún así creo que cumplimos.
Un saludo a tod@s.
Bajando hacia el Collado del Alto de las Piedras, en donde se aprecia la inclinación del Cucharón. |
Esta ancha y blanca arista siempre me ha parecido una imagen preciosa. |
Cornisas en el collado, aunque al final no tuvimos que negociar con ellas. |
Por si no había quedado claro lo inclinado que está este circo de origen glaciar. En él me calcé por primera vez unos crampones, en mi primera subida al Moncayo. Bajar siempre había bajado por aquí. |
Los dos blogeros del grupo, disfrutando del paisaje. |
Superado el collado iniciamos una leve subida hacia el Cerro de San Juan. |
Así de bonito luce el Moncayo desde esta modesta cima, situada a 2279 metros de altura. |
Parada fugaz en la cima y continuamos hacia el Cerro de Morca, que vemos allá delante. |
Perspectivas inéditas, para mi, del Moncayo y el Cucharón. |
Blancos San Juan y San Miguel. |
Collado entre San Juan y Morca, presidido por este gran hito. Aquí la ruta normal desde el Santuario alcanza el cordal del Moncayo. Blanco skyline de Pirineo Aragonés en el horizonte. |
Llegando al Cerro de Morca, de 2274 metros de altura. |
Collado y Circo de Morca, más la cima de la Lobera, vistos desde lo alto del Cerro de Morca. |
El viento por momentos es desagradable, así que en cuando podemos descabalgamos del cordal. Elegimos la opción de bajar por la vía normal de ascensión. |
La cara norte nos ofrece la ansiada protección del viento, y nos regala bonitas estampas invernales. |
Este sendero ofrece en todo momento unas fantásticas vistas del Cucharón. |
Y también podremos dibujar visualmente la ascensión realizada por los Gendarmes. A continuación una serie de fotos de la bajada. |
Zona crítica en presencia de hielo, a la que se le conoce como la escupidera. |
Tres "betxinencs" en el Moncayo. |
Jaime, señalando hacia los gendarmes. |
La foto que encabeza esta crónica, pero sin las rayitas. Desde esta perspectiva la subida por los Gendarmes parece totalmente vertical. |
Circo de San Gaudioso. Para una próxima visita al Moncayo no sería mala idea estudiar las posibles subidas por aquí. |
Eso será en otra ocasión, espero que pronto. De momento nos espera una cervecilla en el santuario. |
No hay testimonio gráfico de esas cervezas, o sea que os tendréis que fiar de mi palabra 😏. |
Por la tarde nos fuimos a visitar Tarazona, que nos pareció una ciudad preciosa. Un iluminado Queiles cruza la ciudad, en presencia de una de sus numerosas y altas torres. |
El domingo, ya camino de Betxí pudimos obtener algunas bonitas vistas del Moncayo, como esta con los almendros en flor y la población de Trasmoz. |
ALGUNAS COSAS A TENER EN CUENTA RESPECTO A ESTA ASCENSIÓN:
- En nuestro caso cubrimos una distancia de 10,5 kilómetros, que acumularon 818 metros de desnivel positivo.
- En el corredor encontraremos pendientes de 45º/50º.
- Equipo invernal obligatorio: crampones, piolet(s) y casco.
- Track que grabó David.
Hola Dani.
ResponderEliminarA mi la subida por los Gendarmes es la que más me gusta en invierno, lo malo es que no siempre tiene nieve suficiente, aunque vosotros los cojisteis bastante bien, ahora con el calor que está haciendo tienen que estar pelados, ya que la cota de nieve va subiendo a pasos agigantados.
Este invierno "primavera" está siendo realmente "extraordinario", porque encima de que apenas hace frío, son contados los días en los que el cierzo ha hecho acto de presencia.
Yo a los corredores del Morca, les tengo echado el ojo hace tiempo, pero la verdad que no hay mucha información. Algunas vez que me he asomado, tienen una color azul brillante, de los que tiran para atrás.
Un saludo
Hola Eduardo.
EliminarPues curiosamente cuando estábamos en el vivac, charlando con unos y otros montañeros, uno nos dijo que había subido por Morca, y otro más veterano nos dijo que lo había hecho por uno de los corredores de San Gaudioso. Al bajar y asomarnos a este circo vimos lo que presumiblemente serían sus huellas, y tenía pinta de estar tieso de narices. Habrá que estudiar esas opciones, aunque para la próxima visita invernal al Moncayo me llama mucho subir por la vertiente soriana.
Desde luego elegimos bien la fecha, tardamos en ir una semana o dos más y lo hubiésemos encontrado ya bastante peladete de nieve.
Espero equivocarme, pero al paso que vamos dudo que en lo poco que queda de invierno y principios de primavera veamos más nieve en las Ibéricas.
Un saludo.
Se me olvidaba comentarte que la subida desde la Cueva de Ágreda, es bastante "light", si no ha nevado mucho cuesta coger cota de nieve y la subida es bastante tendida, salvo el tramo final.
EliminarLo bueno que tiene es que al inicio el camino atraviesa un robledal, si la haces, verás que no tiene nada que ver con las subidas por la parte zaragozana.
Gracias por el apunte Eduardo. Si que me gustaría, en mi próxima visita al Moncayo, variar un poco y no subir por el Cucharón, y por que no, cambiar de época de subida. Lo que está claro que por variedad de opciones no será, las estudiaremos todas.
EliminarUn saludo.
Una excelente invernal Dani. Me imagino cómo estaría de helada la nieve en la exigente subida por los gendarmes. Una verdadera chulada. Y una buena elección la de bajar por la normal cerrando así una ruta chula de verdad. Lo del cierzo en la cima era de esperar. Ya lo comprobamos nosotros en Mayo de 2017 con un día veraniego pero que en la cima nos obligó a echar mano de todas las prendas de abrigo. Ni te cuento cómo estaría el termómetro en vuestra ruta ... y eso a pesar de lo soleado y del día.
ResponderEliminarYa veremos lo que dura el manto blanco con el calorcillo que pica estos días.
Un abrazo.
Gracias Paco.
EliminarCuando el grajo vuela bajo...sopla el Cierzo en el Moncayo!!! jajajaja.
Al ver tu comentario me ido directo a releer tu crónica del Moncayo. Como te indiqué en el comentario que te dejé, tenéis, en cuando tengáis ocasión, que subir al Moncayo en modo invernal, es una montaña totalmente distinta, luce mucho más esplendorosa, y creo que se disfruta más de la ascensión, aunque también hay que tenerle más respeto en esa época, y a los hechos me remito.
Acertamos mucho yéndonos a los cerros más orientales y luego bajar por la normal, aunque tampco hubiese sido mala opción esa de bajar al Collado de Castilla, como hicisteis vosotros. A la próxima, cuando subamos desde la vertiente soriana ;-). También tengo pendiente darme un garbeo por allí en otoño, cuando este pintarrajeará las laderas del Moncayo.
Un abrazo.
Hola Dani,
ResponderEliminarImpresionante crónica de un impresionante fin de semana, pero más impresionante aun la compañía, más no se le podía pedir.
La ascensión fue impresionante, el entorno por el que se realiza es precioso, y la sensación de alta montaña brutal, caminando por debajo de esos gendarmes de granito tan esbeltos.
Por fin pude "desvirgarme" del Moncayo, que hacía demasiado tiempo que le tenía ganas, incluso pude padecer su famoso cierzo, que no veas como pegaba.
Dale recuerdos a Jaime y Miguel Ángel, que ya hay ganas de realizar otra ruta con todos vosotros, a ver si hay suerte y para la próxima se puede apuntar Javi.
Por cierto, la última foto del Moncayo con los almendros en flor me ha encantado.
Un abrazo.
Hola David.
EliminarMás no se le pudo pedir al fin de semana, ¿verdad?, bueno sí, que se pudiese haber venido Javi, aunque siempre podemos poner la excusa de que si nos sobró tanta cerveza fue por que el no vino jajajaja. Seguro que habrá más ocasiones para poder juntarnos todos, si no en el Moncayo en cualquier otra montaña.
Vaya manera espectacular tuviste de estrenarte en el Moncayo, yo hasta la tercera no me animé a subir por los Gendarmes, y tu a la primera por ellos, a lo grande jajaja.
He disfrutado mucho haciendo la crónica, pues me ha servido para revivir todos los buenos momentos que pasamos ese finde. Como siempre un placer haber compartido monte contigo David, a ver cuando montamos la próxima. Jaime y Miguel supongo que leerán esto (y si no les daré un tirón de orejas jaja), pero les daré recuerdos de tu parte.
La foto de los almendros...entre San Martín y Trasmoz si no paramos diez veces en el arcén a hacer fotos del Moncayo no paramos ninguna jajaja, pero es que el domingo amaneció un día precioso, con muchísima mejor visibilidad que el sábado.
Un abrazo.
Hola Dani,
ResponderEliminarBonita salida de uno de los miticos picos.
¡Para ser un 2.300 m hay que ver la cantidad de nieve que hay!.
Buenas fotos y buen paisaje.
Un abrazo!
Rafa
Hola Rafa.
EliminarQué bien has descrito al Moncayo, mítico, y también muy fotogénico, sobre todo en invierno, aunque también vale mucho la pena acercarse allí en otoño, cosa que aún no he hecho, cuando el color inunda los bosques de las faldas del Moncayo.
Un abrazo.
Hola Dani.
ResponderEliminarOle ole, Moncayo por partido doble (D/D). Vaya excelente finde que habéis tenido que pasar, con esa compañía insuperable y un entorno como el gigante ibérico y sus cositas, aunque nunca me cansaré de ver subir por el corredor de los Gendarmes.
Además a ti te ha venido para completar esta montaña, al haber bajado por la subida normal y así conocer dicha vía y las vistas que se tiene desde allí.
Me ha encantado tú crónica, además con todos esos momentos cerveceriles jalonando la entrada.
Nos vemos pronto, un abrazo.
Hola Toni.
EliminarEsta semana ración doble de Moncayo, sí, diremos mejor de Moncayo, por que si dijésemos de San Miguel ya no nos gustaría tanto, ¿verdad? jajaja.
Bueno, vosotros ya conocéis de primera mano los encantos de esta montaña (te recomiendo el blog Encanto del Moncayo), y también sus severas condiciones meteorológicas, sobre todo cuando enchufan el Cierzo, y de buena tinta sé que os encantó. Yo después de haberla subido tres veces en un periodo de años muy corto (11, 13, y 14) llevaba cinco años sin haber vuelto, y fue bonito revivir de nuevo todas esas buenas sensaciones que me había dejado esta montaña en las ocasiones anteriores, y como en ellas, la compañía lo mejor.
También fue un acierto haber bajado por la senda normal, pues las vistas durante esa bajada son preciosas.
Espero, en un mes más o menos, hacer otra crónica con tantas analogías a la cerveza, ya sabes a que me refiero, ¿no? ;-)
Un abrazo.
Moncayo cervecero, se debería llamar esta crónica, jejeje.
ResponderEliminarVaya disfrute de nieve y de compañeros. Lástima que a última hora me descolgara del equipo, a ver si en otra ocasión.
Ese circo de San Gaudioso tiene buena traza, ya imagino por donde será tu quinta invernal al rey de la ibérica, jajaja.
Estrellas (biers) y Moncayos. Saludos
Bueno, el Moncayo también tiene el nombre de una conocida marca de cerveza, aunque esta no nos guste mucho jajaja.
EliminarCon una nieve, una jornada y unos compañeros así el disfrute estaba garantizado, aunque he de reconocer que faltó tu chispa Javi. A ver si montamos otra, aunque sea por aquí cerca, y nos podemos juntar toda la "troupe" (David dijo que guardaría las cervezas que te correspondían y que nosotros no nos pudimos beber jajaja).
Tentador es ese San Gaudioso, pero la próxima al Moncayo, por variar un poco, me gustaría probar la vertiente soriana.
Salud y cierzo!!!
¡Hola, Dani! Blanca aventura conseguida con éxito, un equipo (no diré lo de "inmejorable" porque evidentemente la ausencia de Javi hace que el grupo se podría mejorar) excelente y un tiempo fantástico, a pesar del cierzo que junto a las cervezas hacen de la ascensión una ruta de cinco estrellas. Enhorabuena por la hazaña.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Emilio.
EliminarComo le he comentado al propio Javi, el equipo fue muy bueno y lo pasamos genial, pero echamos a faltar su chispa y sus historietas.
Por lo demás, y quitando el cierzo de la cima, con esa nieve y ese cielo tan despejado se disfruta muchísimo más de la belleza invernal de esta gran montaña, que desde luego a mi, me tiene hechizado. Habrá una quinta, seguro.
Un abrazo.
Dani Fantástico, me encanta ver como habéis realizado la ruta, la subida por el Cucharon y bajada por la via normal. Yo este año pensaba subir y ya en Zaragoza buscando un piolet pero por motivos personales largos de explicar tuve que desistir ante las primeras nevadas. Así que me conformo con leer tu crónica a la espera de mejor ocasión. Un saludo y enhorabuena.
ResponderEliminarGracias Salvador.
EliminarEl Moncayo se ha de subir con piolet en la mano, es decir cuando esta cubierto de blanco. Nada tiene que ver la versión estival de esta montaña con la invernal, mucho más espectacular esta última, sin duda.
Al final todo un acierto bajar por la normal, pues las otras tres ocasiones bajamos por la pala del Cucharón y de forma muy directa. En esta bajada normal se baja más sosegado y con unas vistas más amplias.
Un saludo.
¡Que guapo, tío!
ResponderEliminarYo nunca he subido al Moncayo con nieve... de hecho, sólo lo he subido una vez, en mitad de un verano.
La diferencia es sustanciosa.
Muy guapas las fotos... el oro, las aristas... el Snowalker... (es que yo tengo uno). Y meter 50 mañicos en un 600... buena tarea.
Un saludo, chaval, y me ha gustado mucho esta ascensión. Nosotros, muy poca nieve este año... vamos, casi ninguna... 2 salidas en toda la temporada.
Deberíamos planear una salida, con Salva también... en un punto intermedio: Grados, por ejemplo.
Salut, xaval.
Hola Fran.
EliminarPues si tienes ocasión ponle remedio a eso, nada que ver, oye, y eso que yo en verano no he estado nunca en el Moncayo, pero buscando una comparación musical te diría que Moncayo sin nieve/Moncayo con nieve es como comparar a la época de AC/DC de Brian Johnson con la de Bon Scott, los dos son buenos, si, pero no hay color...por si no queda claro Bon Scott escenificaría la nieve ;-)
Con esos cielo y esas nieves es muy difícil que salgan malas fotos. Hablando de la nieve, vosotros poca, nosotros en la parte que nos toca de la Ibérica, ninguna :-(
El Snowalker es de mi colega Miguel, yo tengo un Neve de Camp y un Lucky de Vaude que me encontré una vez en Pirineos.
Te tomo la palabra en eso de quedar, lo vamos hablando!!
Como has sido el único que ha mentado lo de los maños y el 600 te doy la solución...es muy fácil, simplemente diciéndoles que no caben!! jajaja
Salud, montaña y rocanrol!!
Hola Dani...
ResponderEliminarPues de una invernal a otra...jejeje,ya que hace un ratito he leído la crónica de Toni y Maru en su intento de subida al Peñalara.Vaya diferencia de meteo de una a otra,aunque en vuestro fue ese cierzo el que os "achucho" un poco por lo que comentas.
Espectacular ascensión sin duda por esos Gendarmes la que habéis hecho y ademas fotografiada desde diferentes perspectivas,ya que ibais "armados" los cuatro...jejeje.
La verdad es que cualquier montaña vestida de blanco y con un sol radiante luce impresionante y ese Moncayo desde luego lo demuestra sobre todo en esa ultima e imponente imagen que nos has mostrado,ya de vuelta a Betxí.
No se cuando me decidiré a subir ese montañón,que no es por falta de ganas,pero esta claro que tendremos que emplear un finde y hacer lo que vosotros,para sacarle todo el rendimiento posible a la jornada montañera.Esperemos no tardar demasiado...jejeje.
Por cierto,te iba a preguntar por los maños y el 600,pero ya he leído la respuesta...jajaja,no podía ser de otra forma...
Un abrazo.
Hola Juane.
EliminarA ver si vas a pillar un catarro, con tanta nieve, jajaja.
Fuera de coñas, una vez subimos al Moncayo, más o menos con las condiciones que encontraron Toni y Maru en Peñalara, y no da gusto, pues no disfrutas como deberías, de la ascensión, y evidentemente de las vistas. Y sin contar que vas además con el temor de que como te pase algo, con ese tiempo a ver que helicóptero entra ahí a rescatarte. Por eso el Moncayo mejor con buena visibilidad, por que si además hay nieve, ya ves que fotos tan guapas salen en esta montaña. Yo desde luego te recomiendo que el día que os animéis a subir al Moncayo lo hagáis con nieve, pues como he comentado, no hay color entre la versión pelada de la montaña a la de vestida de blanco. Eso sí, tened en cuenta que el día que vayáis hay un 80% de que os visite el Cierzo.
Un abrazo.