26 de febrero de 2023

Vivac en la Mola d'Ares

 Sábado 11 y domingo 12 de junio de 2022

 Siempre que me han preguntado cual es mi opinión acerca de cual es para mi el pueblo más bonito de la provincia de Castelló siempre lo he tenido muy claro, siempre he contestado Ares del Maestrat. Y no lo digo solo por la ubicación y la arquitectura del propio pueblo, incluyo en tal afirmación los fantásticos paisajes de su término municipal, en el cual hemos hecho ya un buen puñado de rutas. En unas cuantas de esas rutas hemos subido a la Mola d'Ares, a saber... Hemos subido en acuosa y verde primavera; en cromático y micológico otoño; en invierno y con un buen paquetón de nieve... Nos faltaba subir en verano y vivaquear allí arriba. Al final vivaqueamos, pero anticipándolo a la recta final de la primavera...



...Y es que ese 11 de junio amaneció de inusual caluroso, y auguraba la típica noche de verano de la Plana, noche toledana de ventilador, de esas en las que es difícil y cuesta horrores conciliar el sueño. No sabéis como estoy llegando a odiar los veranos de la Plana, tanto o más como ir a una farmacia... Así que durante la mañana se me ocurrió la disparatada, para algunos, brillante para mi, idea de irme a pasar la noche en lo alto de alguna cima de las más frescas comarcas del norte. Ares y su Mola fueron las elegidas, allí arriba seguro que no pasaríamos calor. Localizados (casi) todos los bártulos de vivac, a media tarde cogimos Laia y yo carretera y manta, perdón, carretera y saco (un Altus, para más señas) y tiramos para Ares. Subíamos con el tiempo de sobra para hacer la subida pedestre a Ares y su Mola con la mayor de las pachorras y llegar holgados para ver el atardecer, pero el auxiliar a una pareja de motoristas que se cayeron delante nuestro nos obligó a apretar el paso para llegar a nuestro hotel antes de que Lorenzo, el recepcionista, se fuese. Pese a ello aún nos pudimos recrear en esa subida y rememorar aquel día en que subí a Ares por primera vez, por ese mismo sendero ancestral, y cuan hondo calaron en mi esos paisajes. Al final si hubiésemos puesto el modo slow tampoco hubiese pasado nada, pues unas nubes, más unas cortinas de lluvia, se instalaron en poniente y la puesta de sol fue ni fú ni fá, y para colmo se puso a soplar un vientecillo frío ¿acaso no es a lo que habíamos venido?, por lo que cargar con la tienda de campaña había sido todo un acierto... Y a propósito de la tienda, ¿acaso me acordaba yo como se montaba?, ahí estuve un buen rato peleando con los toldos, las varillas y el vientecillo y jurando en arameo, Laia me miraba sorprendida al verme articular unas palabrotas y unas injurias que no voy a reproducir aquí... Finalmente me salí con la mía, y tras cenar de manera frugal (el Yatekomo se lo tuve que dar a Laia, menuda porquería) nos refugiamos dentro de la Coleman (Señores de Altus, Yatekomo, Coleman, acepto cheques). Conforme fueron pasando las horas el vientecillo fue menguando y la noche se quedó en calma. La verdad es que dormí poco (me suele pasar siempre en los vivacs), pero estuve a gusto y calentito, tanto que ni me planteé salir a ver ni el firmamento ni la alineación planetaria que había programada para final de noche/principio del día. Lo que si que habría sido un crimen hubiese sido el perderse la espectacular salida del sol del domingo, con el Astro Rey emergiendo tras otra de las montañas emblemáticas de la zona, el Turmell. Y es que bastantes cosas nos perdemos ya, muchas veces buscando que ver o escuchar entre la amplia y exagerada oferta de películas, series, documentales o podcasts que nos ofrecen Internet y las plataformas de entretenimiento (de las cuales no tengo ninguna), y muchas veces basta con salir ya no al campo o al monte, sino a la calle, para poder disfrutar de alguna cosa extraordinaria... Y también nos suele agobiar el pensar que nos deparará el futuro, cuando lo más recomendable, y saludable, que podemos hacer es vivir el presente, pues el hoy siempre esconde cosas extraordinarias que nos pasan de largo por pensar continuamente en el mañana. Nosotros allí arriba, en ese efímero pero precioso momento, con un frugal pero caliente desayuno, nada más pasaba por nuestra cabeza que disfrutar de ese instante... extraordinario. Hecho el check out lo recogimos todo y no dejamos más huella de nuestro paso que la rectangular de nuestra tienda. Tocaba regresar. Como de camino había que pasar de nuevo por Ares se terciaba a hacer una parada allí, por eso de los equilibrios y tal... Cena y desayuno frugales, pues había que compensar con el almuerzo reglamentario en el bar: bocata tortillaqueso, olives y cacaus, un par cañas y carajillete de anís... Hay que ver lo henchidos, espiritual y físicamente, que estábamos en ese momento, y lo ligeros que bajamos hasta la furgo. Nos esperaban de nuevo los calores prematuros de la Plana, poníamos rumbo a Betxí habiendo descansado muy poco, pero con las pilas muy cargadas... ¿Acaso no es eso algo extraordinario?.

Empezamos a andar desde el camino que se dirige al Molí del Sol de la Costa. Al poco de ponernos en marcha localizamos la senda que sube hasta Ares. La primera vez que subí a Ares lo hicimos por este sendero. Nos tenemos que remontar a 2011. Era mi primera ruta por la zona y era toda una incógnita, además de ser mis primeras ruta en solitario. No había vuelto a subir por esta senda desde aquel día.

Ares está bien presente en todo momento durante la subida...

...pero las vistas que dejamos a nuestra espalda tampoco desmerecen, ambas cosas hicieron que quedará prendado de estos paisajes a los que luego volví con mucha asiduidad.

Como no, entre esas vistas destaca Penyagolosa, que con el paso de Vistabella del Maestrat a la comarca de l'Alt Maestrat (chocaba mucho que con ese topónimo perteneciese a la comarca de l'Alcalatén) pasa a reinar en tres comarcas (l'Alt Maestrat, l'Alcalatén y el Alto Mijares).

En ocasiones el sendero va inmerso en anchos azagadores. Siempre es una gozada caminar por estos caminos ancestrales que antaño servían para comunicar unos pueblos con otros.

Vistas hacia el Barranc dels Molins y sus fajas. Por allí bajaríamos a la mañana siguiente.

En la primigenia crónica de aquella primera subida a Ares también fotografié esta carrasca. El fotograma es idéntico, pero este es mejor por que sale Laia en él.

Llegamos a Ares por el Portalet de les Roques, y recorremos las calles empedradas que circundan el cingle del castillo.

En el extremo norte de esta calle está el Portal de Sant Joan, por el cual accedemos al centro del pueblo.

Pese a ser un pueblo muy pequeño posee una gran riqueza arquitectónica, como por ejemplo los arcos góticos-mudéjares (siglo XIV) de la antigua lonja, conocida como el Perxe.

Como queríamos llegar a ver la puesta del sol en la Mola no nos entretuvimos mucho visitando el pueblo. Ya por el sendero que sube a la Mola tuvimos esta bonita visión de Ares.

En la bifurcación de senderos elegimos seguir por el que sube de forma más directa a la Mola. La otra variante, el espectacular sendero del Cingle de la Mola, nos lo reservaríamos para la mañana siguiente.

Aunque esta variante más directa, y como habréis visto en la anterior foto, tampoco está nada mal, y discurre bajo unas paredes, en la vertiente más meridional de la Mola.

Llegamos a la meseta de la Mola d'Ares, en frente vemos a su gemela, la Mola de Vilar, con la que además de compartir fisionomía también comparten altura, 1321 metros. Ambas están separadas por el Coll d'Ares.

Fijaos en el brutal altiplano de la Mola. Hace unos años lo visitamos nevado y parecía la Estepa Siberiana.

Llegando al vértice geodésico, donde montaríamos el campamento. Habréis notado como mientras en el sur y el este estaba despejado...

...en el norte y en el oeste se instalaron unas nubes que nos fastidiaron el atardecer. Laia supervisando si monté bien la tienda😜. 

Nuestro hotelito de altura, con las anaranjadas y postreras pinceladas solares..

Más pronto de lo deseado nos metimos en la tienda. Laia, con su ración de comida húmeda, más mi Yatekomo, se quedó frita enseguida.

Unas horas después el sol, quizás sabedor de que no habíamos quedado muy satisfechos con su trabajo vespertino, se resarció regalándonos un precioso amanecer. A continuación la secuencia de como fue apareciendo tras la Serra del Turmell.





Carpe Diem.

Seguimos disfrutando de este amanecer, y con el color que le dio a las vistas. Valle de la Canada d'Ares.

Hice trabajar al zoom de la cámara de buena mañana, para que nos acercase algunos enclaves lejanos. Culla, con la Serra d'Esparreguera detrás.

Penyagolosa.

Sant Pere de Castellfort.

Morella.

La Coleman y el vértice.

Mismos protagonistas, pero desde otro lado.

Nos volvemos a asomar hacia el amplísimo corredor de la Canada d'Ares.

Los pilones de madera del SL hicieron de improvisado trípode para hacerme algunas fotos por allí.

Desayunados y ya en marcha nos acercamos a los bordes de la vertiente norte de la Mola para disfrutar de sus verdes vistas.

Vistazo hacia el Coll d'en Munter, cabecera del Barranc de Vidal. Al fondo el Tossal de la Nevera de Catí.

Otro piloncito que vino bien para captarnos en acción.

Punto en el que empezamos a bajarnos del altiplano de la Mola. Vamos recuperando las vistas que tuvimos el sábado por la tarde.

Desde las alturas vemos mejor esa obra de arte ancestral que son las construcciones de Pedra en Sec.

Pasamos junto a la Nevera dels Regatxols, construida en el siglo XVII y restaurada en 2005. Actualmente alberga un centro de interpretación sobre el comercio del hielo en aquellos años. Se caracteriza por su planta rectangular, por lo que es toda una "rara avis" en montañas valencianas.

Volvemos a ver el Barranc dels Molins, señal inequívoca de que nos estamos acercando a la faja del Camí del Cingle.

Ya estamos en la faja, a tramos un aéreo balcón hacia el Barranc dels Molins y Ares.

Una arquitectura ancestral y otra más moderna, pero ambas ligadas al mundo rural.

Las fajas del Barranc dels Molins, todas transitables, vistas desde las alturas.

Este balcón nos permite observar como toda la ladera estaba aterrazada, prácticamente hasta pie de pared.

Penyagolosa, la Mola de Vilar, Ares...

...no los perderemos de vista en ningún momento.

Lo que os decía, trabajo de Pedra en Sec hasta pie de pared.

Vistazo atrás, para comprobar lo que llevamos recorrido de faja.

Aquí el sendero escarcea entre unos bloques desprendidos.

Si queréis ver cuando recorrimos esta faja rebosante de nieve os emplazo a la crónica que hice en su día.

Disfrutamos mucho aquel día, pero también el día de aquella primera ruta en Ares, o cuando la recorrimos camino del Roure de les Berrugues.

Y por supuesto hoy también la gozamos un montón, sobre todo con estas preciosas vistas de Ares.

Cingle de la Mola, hasta la próxima.

De nuevo en Ares, pasamos bajo los arcos de la lonja...

...y nos fuimos a la terraza del hotel, a darnos un modesto homenaje.

De nuevo en marcha pasamos por l'Església Parroquial de l'Asunció, que tiene la peculiaridad de que la iglesia es más alta que el campanar, cosa muy poco usual.

Saludamos a este pequeño habitante felino de Ares.

Pasamos también junto a uno de los pocos restos que se conservan del Castell d'Ares, en este caso los restos de la muralla árabe.

Antes de ponernos con la bajada nos deleitamos con las vistas, hacia el Barranc de la Canaleta...

...y hacia el propio pueblo, la Mola y el Coll d'Ares.

El sendero de bajada escarcea entre las terrazas que habíamos visto antes desde la faja.

Al igual que en la subida en la bajada tampoco perderemos de vista Ares.

Nosotros cada vez más abajo, Ares cada vez más arriba.

Esta repisa nos lleva ante uno de los paisajes más espectaculares del término de Ares...

...las fajas del Barranc dels Molins.

Una Ordesa en miniatura, nunca me he cortado de decirlo.

No seguimos por las fajas, bajaremos hacia los molinos, este es el Molí de la Roca...

...y estas son las vistas desde allí.

Molí de la Roca, de los cinco molinos hidráulicos que hay en el cauce del Barranc dels Molins este es el situado a mayor altitud. Se construyeron en el siglo XVIII. 

Por desgracia en el doble salto de agua que hay detrás del molino no caía ni gota de agua. Así lucía en 2011.

Al molino de un poco más abajo, el del Planet, si que pudimos entrar, se conservan algunos elementos...

...entre ellas esta rueda de molino.

Es curioso como calqué algunas fotos de 2011, eso si, la de aquella vez con agua correteando.

Molí de Dalt.

Y el mejor conservado, y restaurado, de todos, el Molí del Sol de la Costa. En la actualidad alberga un museo, con toda la maquinaria de moler restaurada, y un alojamiento de turismo rural.

Molí del Sol de la Costa y la Mola d'Ares.

Y con Ares, dominando la vertiente sur de su término desde las alturas, despedimos este reportaje.


10 comentarios:

  1. Hola Dani.

    Muy buena la descripción del pre y post vivac. Menos mal que tuviste un amanecer de los buenos, y siempre esa posibilidad de escarpar a la sierra, para hacerlo a su vez del tórrido verano,

    Preciosidad las molas, en la época que sea, con ese verdor primaveral/veraniego, y esos rinconazos de los molins. Me viene muy bien la entrada pues ya estoy manos a la obra con nuestra visita a Ares.

    Ese almuerzo debe de ser de los mejores del año, y la siesta esa misma tarde, en casa, después de comer también.

    Viva Ares y los Carajillos.

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    1. Bueno, ya pudiste comprobar de primera mano que mi amor por Ares y sus parajes está más que justificado, ¿no?. Tengo ya muchas ganas de ver tu crónica de aquel magnífico día de otoño que pasamos en Ares con Jaime y Mar.

      La verdad es que siempre me digo que tengo que hacer más vivacs en época estival, pero al final, por unas cosas o por otras solo termino haciendo uno por verano. Pero bueno, este de Ares, por entorno, y por espectacular amanecer (y almuerzo), valió por dos o tres.

      Qué vivan Ares, los vivacs y el Maestrat!!, un abrazo.

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  2. Hola Dani,

    No hay nada como un vivac en el caluroso verano, es una de las mayores satisfacciones en la montaña, disfrutar de un atardecer y amanecer en ua cima, y si es en competa soledad o solo acompañado de quien tú quieres, aun mejor.

    La de veces que yo también habré jurado en arameo montando la tienda tras una temorada sin hacerlo... jajaja

    Es cierto que en los vivacs no se suele dormir mucho, pero com bien dices, cuando regresas al día siguiente, lo que te llevas a nivel espiritual no tiene precio, además de recargar las pilas a tope.

    Por cierto, la ruta una delicia, que bonito es el entorno de Ares, y ni que hablar de las fotos del amanecer, sublimes.

    Un abrazo.

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    1. ¿Pues sabes cuando fue la última vez que había montado la tienda?, cuando estuvimos en la Pica con Fer. Ha llovido, normal que no me acordase como se montaba...
      No recuerdo ningún vivac de los que he hecho en los que haya conseguido empalmar un par de horas seguidas de sueño, pero al despertar siempre ha habido algo (un lago helado, un precioso amanecer, un entorno espectacular, un buen y calentito desayuno...) que ha compensado con creces esa falta de sueño.
      La próxima vez que vengas de okupa te llevo de ruta a Ares!!

      Un abrazo.

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  3. Hola Dani !!!
    Hay que ver lo exigente y txikismikis que eres !!!.
    Con lo bien que se está en casa tumbao a la bartola en el sofá y con una buena peli en la tele y tú de vivac en Ares con tu inseparable Laia. Ya te vale. No sabes lo que te pierdes ...
    Un puesticita de sol por aquí , un amanecer por allá, fotetas de postureo para el Instagram.
    No me das envidia , que lo sepas !!!.
    Bueno, creo que me he pasado un poco con mi sarcasmo ...
    Pero es que me has puesto los dientes largos y me he puesto en tu piel recreando esos momentos como si los viviera yo mismo ...
    Mi último vivac fue en Ordesa y ya ni me acuerdo. Y es que lo tengo todo, el saco , mi tienda Ferrino (todavía por estrenar) y si me apuras y mi hijo me deja hasta el perro.
    Enhorabuena y no has podido elegir mejor sitio (Penyagolosa aparte) para esa estupenda experiencia. Y eso que fue un "pensat y fet" para huir de "la calor" jejeje.
    Un abrazo.

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    1. Y como echaba yo de menos, y aquí no hay ningún tipo de sarcasmo, tus geniales aportaciones en los comentarios...
      Pues nada, a buscar todo ese material de vivac y quitarle el polvo, a decirle a Jordi que te deje a Albus y a volver al mundo de los vivacs!!! Yo ya te comenté en tu blog donde tengo pensado hacer el próximo ;-)

      Un abrazo.

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  4. Dani, tío, me he hartado de reír leyendo... la tienda, el yatecomo... joé... que bien lo has descrito... lo de las farmacias... lo dicho, me he reído una "jartá".
    Es verdad que normalmente se duerme poco en la montaña... pero por despertarse a ratos, no lo digo, pues siempre duermo a ratos en mi vida normal. Nunca duermo de un tirón... eso sería algo raro. Además yo he comprobado, y supongo que a todo el mundo le pasará, que el sonido ambiente determina los sueños. Una vez soñé que una vaca me pisaba con tienda y todo... desperté de un susto, y es que había una vaca por allí, el cencerro sonaba, y a mi, de la postura en la esterilla, se me había dormido el brazo y me dolía... ese era el pisotón imaginario de la vaca. Y muchos sueños más al escuchar ruidos raros... además, sueños mucho más reales de los que se tienen en casa.
    ¡Ay! esos amaneceres en cumbre... que placer. Esa vida real, y no la de pantalla... ¡que gustazo! Hay que seguir respirando fuera, contemplando, caminando... y como bien dices, sin ir muy lejos. A veces, estoy en casa, miro por la ventana, y si la marea está baja, cojo los prismáticos y me voy a la bahía, que está a 10 minutos caminando, y me pongo a ver aves y me vuelvo loco: correlimos comunes, chorlitejos grandes, chorlitos grises, agujas colinegras, gaviotas reidoras, espátulas, flamencos, garzas reales... zarapitos... en fin... miles de aves en invierno en la Bahía de Cádiz, y la gran mayoría de la población, ignorando ese acontecimiento... pero por otro lado, es mejor... no quiero imaginar 1000 personas en la orilla observando aves... dando gritos... no, no me gustaría. En ese aspecto, soy egoísta.
    Oye, pues el año de la plandemia, hicimos varios vivacs... y como no se podía salir de la provincia, aprovechábamos y nos íbamos a la provincia de Málaga por la montaña... y arreglao. Además no se podía estar por la noche por ahí... había toque de queda... pues montábamos la tienda, y arreglao... yo no estaba por ahí, estaba durmiendo... o soñando.
    Un abrazo, amigo... me ha encantado esta entrada... ah, estoy escuchando el nuevo disco de tus paisanos... los de La Plana... los del río Seco...

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    1. Amigo Fran, gracias una vez más por dejar tu siempre bienvenida aportación aquí. Te contesto recién aterrizado de los Pirineos, íbamos con la idea de hacer el Garmo Negro, pero al final nos hemos venido con la Peña Montañesa bajo el brazo, que es un botín bestial, pero que muy bestial, te recomiendo que le eches un vistazo a su ascensión por la Faja Toro, que es la ruta que hicimos. Vimos muchas aves allí, sobre todo carroñeros, entre ellos un par de Quebrantahuesos, fue muy electrizante el momento pues no había visto ninguno tan cerca. Hice un par o tres de fotos bastante decentes.
      En el transcurso de este fin de semana también he hablado con mis compis de expedición pues un poco de todo lo que has expuesto tu aquí, a saber... de aquellas absuradas, restricciones, de lo poco que se duerme en los vivacs, de música, de sueños...

      Un abrazo.

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  5. Hola Dani.

    Que pasada poder caminar por esos azagadores y que bonitos son los aterrazamientos del Barranc dels Molins y Ares.

    Para las fechas que fuiste, la verdad que el terreno, tenía un color verde espectacular. Yo, de vivacs y dormir en albergues, hace mucho tiempo que paso, ya duermo mal de por sí, como para pegarme en vela toda la noche, prefiero subir a última hora, ver el atardecer y de noche bajar caminando o con la bici.

    Por cierto, leyendo a Paco, que su último vivac fue en Ordesa, pues, desde el año pasado están prohibidos, salvo en el entorno del refugio de Góriz, cuando este, esté completo.

    El tema de montar las tiendas, nos pasa a todos, venden unas sin varillas después para plegarlas deben de ser la leche. De Altus, mira que son de aquí, pero hace mucho que no compro nada de esa marca, tengo al lado de casa, la fábrica de Izas y les compramos alguna cosa, ahí y en Decatlón que lo tengo a cinco minutos en coche.

    Salud y montaña.

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    1. Hola Eduardo.

      No olvidemos que la primavera de 2022 fue muy lluviosa aquí en Castellón, todo lo contrario que la de este año, en la que no ha caído ni una gota. Seguramente, si no cambia la cosa, en junio todo aquella zona ya estará muy agostada.

      Ya sabía lo de las prohibiciones de vivaquear en Ordesa... Me parece todo muy contradictorio, yo no puedo pasar una noche durmiendo al raso, o en mi tienda, en las zonas altas del parque y sin embargo no pasa nada por meter, en pleno verano, un autobús tras otro, repletos de gente, en la Pradera, creo que es mucho más perjudicial para el medio ambiente, la fauna, la flora etc, meter hordas de gente sin control en el parque que el impacto que podamos causar los cuatro gatos que nos gusta vivaquea... pero en fin, el negocio es el negocio...

      Yo de Altus mayormente todo lo que he tenido, y tengo, han sido mochilas, saco de dormir, bastones y utensilios de acampada, y la verdad es que no tengo queja, pues todo me ha salido bastante bueno. De Izas alguna prenda de ropa tuve, y no me acabó de convencer. Del Decathlon reconozco que tiene precios competitivos, y que ha subido la calidad de sus productos últimamente, pero lo que no me convence, en el tema ropa, son los diseños y los colores, así que poca cosa compro allí.

      Un saludo.

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