10 de marzo de 2024

Mola de la Pena (1005 m.) La Vigía de la Vall del Cervol

 Sábado 25 de febrero de 2023

Resarcirse, es, según la RAE "Indemnizar, reparar, compensar un daño, perjuicio o agravio". Centrémonos en lo de compensar un daño, pues en la primavera de 2019, cuando subimos por primera vez a esta montaña, sufrí una fuerte y dolorosa torcedura de tobillo, que me hizo regresar con un gusto agridulce (más agrio que dulce) de aquella ruta por las tierras de la Tinença, y que me tuvo un buen tiempo (eso de "buen" es bastante relativo) en el dique seco. Pues eso, que había que volver y revertir las sensaciones con las que acabé aquella ruta, ruta a la que le dimos una atractiva vuelta de tuerca.



Pero el daño de ese día no fue solo físico. A partir de ese día empezó a gestarse una crisis personal, emocional, laboral y sentimental de la que me costó casi dos años salir. Pero lo bueno de tocar fondo es que a partir de entonces la cosa solo puede ir hacia arriba. Esto se podría aplicar, en rebuscada analogía, a la primera parte de la ruta, en la que bajamos hasta el lecho del Cervol y caminamos un buen rato por él, viendo en todo momento hasta donde tendríamos que subir luego. Caminar por, o junto a un, río, nos debería hacer reflexionar sobre el cuidado urgente que necesitan nuestros ríos ibéricos, y lo mal que siempre se han tratado, y se siguen tratando, desde gigantes como el Ebro o más modestos cursos fluviales, ya sea por obra del cazurro local que tira los escombros de una reforma o por la empresa desalmada que construye una central nuclear o planta contaminante en sus orillas... Y no me vengáis con la cantinela esa de que sin nucleares, megaplantas solares o líneas de muy alta tensión no tendríamos tal o cual cosa, por que no os la compro, y a los que decís que las nucleares no contaminan los ríos, ¿os atreveríais a bañaros, por ejemplo, en el Júcar, tras haber pasado este por Cofrentes?...

Llegaba el momento de salir del río, y lo hicimos por un sendero ancestral, de esos que trazan decenas y decenas de lazadas... Ya puestos, también es necesario, obligatorio diría, cuidar ese tipo de senderos, ya seamos excursionistas, runners o ciclistas, y no atajar esas lazadas. Este sendero nos sacó a la carretera. Tranquilos, que con las carreteras no me voy a meter, que he empezado el relato contándoos mis rollos emocionales y al final no estoy dejando títere con cabeza... 

Empezamos la ruta junto al Ullal de la Fou. El primer tramo lo hicimos siguiendo la carreterilla que nos trajo hasta allí. Lo hacemos en dirección a Vallibona.

Tras el tramo inicial de asfalto buscamos la manera más cómoda de bajar al lecho del Cervol, con tanta suerte que lo hicimos junto a este pequeño salto, con su poza residual, en la que Laia se dio un remojón de patas. 

Empezamos a caminar por el pedregoso lecho de este río de tan bonito nombre.

Nuestro objetivo cimero de la jornada, la Mola de la Pena, estuvo presente durante todo nuestro tránsito por el río.

Este río es de carácter intermitente pero mayormente seco, y únicamente baja con agua tras periodos de lluvias torrenciales. El amigo Víctor Porcar aprovechó uno de esas crecidas para mostrarnos con este vídeo tal acontecimiento.

El Cervol nace, bajo el nombre de Riu de les Corces, en el término municipal de Morella. Adquiere el topónimo Cervol tras su paso por Vallibona.

Cuando sale a las zonas llanas buscando su desembocadura mediterránea en Vinarós el Cervol aparenta ser más una rambla, pero en su tramo más montaraz tiene tramos realmente preciosos.

Dejamos el río y empezamos a remontar de nuevo hacia la carretera, lo hicimos por las lazadas de la Costa del Castell. Buenas vistas hacia la Vall del Cervol.

Pasamos junto a esta torre caliza, conocida como lo Castell. En esta zona del Baix Maestrat existe un peculiaridad lingüística, en valenciano, que reside en la sustitución del artículo "el" por "lo". Ejemplos: lo castell, lo riu, lo vent...

Superamos en altura lo Castell, mirando hacia el río...

...vemos uno de los ullals del Cervol...

...y un poco más arriba uno de sus espectaculares meandros.

Y un poco ante de salir a la carretera pudimos ver las poblaciones de Rossell (Castelló) y la Sénia (Tarragona).


Tras andar bastante tramo por el asfalto localizamos el desvío al Barranc del Mas del Coll, en la jornada de hoy, vía de acceso a la cima... Y vaya vía, oiga. Si la tuviese que definir con una palabra esta sería salvaje. Puede que esté muy manido utilizar este término, pero es que esta subida lo es. Lo son el entorno y el paisaje, y también lo son el terreno y el avance, lo cual requirió de numerosas paradas que sirvieron tanto para contemplar tan asombroso lugar como para recuperar el resuello de tan laboriosa y física subida. Solitario también es un adjetivo que le pega a este barrancazo. Y es que cuando se da esa combinación de adjetivos es cuando más disfrutamos en la montaña...

Llegamos a la base de la cima, allí decidimos saltarnos la dictadura de Wikiloc para seguir un ramal de ida y vuelta con la sugerente indicación de "les Finestres" y mira por donde volvimos a Betxí con un botín extra de esos "forats" que tanto me gustan. Ya arriba en la cima, junto al vértice y mojón que la coronan y ornamentan, además de comernos el bocata también alimentamos nuestras pupilas con las privilegiadas vistas de esta muela, sobre todo hacia la Vall del Cervol, de la cual es perenne vigía y de ahí el título de este reportaje. También pudimos comprobar que, digan lo que digan, aún quedan lugares en los que podemos disfrutar de la montaña en total soledad. El camino de regreso al punto de inicio ya nos lo sabíamos de aquel aciago día en el que además del tobillo se me torció la existencia. Esta vez, y sin acarrear ninguna lesión, ni física ni mental, se disfrutó y paladeó...

De nuevo por la carretera, pero esta vez en dirección Rossell. Frente a nosotros la zona del Barranc del Mas del Coll por la que discurriría la subida.

Estas torres calizas ya auguraban el espectáculo que íbamos a disfrutar. Dejamos la carretera y empezamos a seguir un ramal de tierra paralelo al barranco.

Las comodidades en el avance terminaron a llegar a este caos de bloques deprendidos, el cual tuvimos que sortear.

Campo de bloques al más puro estilo pirenaico.

Una vez sorteado el rocoso obstáculo se nos mostró el barrancazo a remontar...

...con un espectáculo de torres calizas a izquierda y derecha.


En su mayoría la remontada del barranco se trató de remontar esta pedrera. Algunas trazas de sendero e hitos dispersos nos marcaron el camino menos incómodo. 

Mientras subíamos fuimos viendo las diferentes ramificaciones del barranco, con sus paredes calizas, y esas pedreras y fajas pobladas por carrascas.

Este pino junto a dos bloques puede ser un buen punto de referencia para saber que llevamos el rumbo correcto. También puede servir para hacer una parada a recobrar fuerzas...

...pues lo más arduo de la subida venía a partir de allí.

Esfuerzo físico alto, pero recompensa visual aún mayor. Impresionante.

Llegamos a un punto en el que el terreno se estabilizó, teniendo ahora que ayudarnos de las manos en algún punto. Pan comido para mi compi, que puso el turbo y enseguida se plantó arriba. ¿Lográis verla?.

Al llegar al punto donde estaba Laia hicimos una parada para contemplar tan dura subida y tan soberbio paisaje...

...en el que asomaba, allá al fondo, la cima de la Mola de la Pena.

Remontado tan salvaje barranco alcanzamos una zona de más suaves lomas, donde nos tuvimos que inventar el mejor camino hacia la Mola...

...la cual se nos mostraba así...

...con el característico gendarme que mora en el collado/brecha que separa las dos cimas.

Tras currarnos un largo monte a través dimos con el sendero que sube a la Mola desde Bel, el cual seguiríamos hasta la cima.

De camino allí vimos una de las ramificaciones del Barranc del Mas del Coll, con la tarraconense Serra de Montsià allá al fondo.

Antes de acometer el tramo final de ascenso, nos desviamos, a sugerencia de una señal de madera, a visitar les Finestres. De camino allí nos vimos asomados a este balcón hacia la Vall del Cervol.

Y les Finestres resultaron ser esto, un fascinante lienzo de formaciones erosionadas.

Las que más llaman la atención, evidentemente, son dos, esta muralla natural, con butrón incluido...

...y esta, que no sabría como definirla.

Vimos que el sendero seguía hacia abajo, así que nos fuimos a investigar.

El espectáculo de torreones calizos fue de primer orden.

Pero por mi cabeza rondaba si se podría acceder a ese "forat", y por supuesto, subir a él.

Fuimos a comprobarlo, teniendo esta brutal perspectiva del circo que queda al sur de la Mola...

...y de la propia cima, en la que cual estaríamos comiendo un bocata en breve.

De forma panorámica logré capturar mejor este espectáculo.

Festival de agujas y espolones.

Y si, había camino hasta el "forat", y nos pudimos subir a él. Uno más para la colección.

Laia no se quería bajar de allí. Normal.

Menuda "finestra" hacia la Vall del Cervol.

Visitadas les Finestres volvimos a la ruta de ascenso, que bordea las paredes que quedan al norte de la cima. Más o menos por este punto fue donde me torcí el tobillo en 2019.

Zona de umbría total. Una serie de resaltes rocosos fueron el obstáculo a salvar antes de llegar a la meseta cimera.

En dicha meseta un sendero entre coscojas nos acercó a los aéreos bordes que se asoman la Vall del Cervol.

Impresionante mirador hacia el río, 600 metros y pico más bajo, y su valle. El Turmell es la montaña más alta del sector, y por eso destaca en la imagen.

Este es el circo rocoso que habíamos visto desde les Finestres.

Dificultades técnicas, perdonen las molestias. Mola de la Pena, o Mola la Pena, también Mola, o Pena, de Bel, todo dependiendo del mapa consultado, 1005 metros.

Para el descenso desandamos el último tramo de subida. Busquen a Laia y calibren.

Un par de zooms, el primero para una de las muchas y atractivas montañas del Port, la Portella del Pinell...

...y otro para la pequeña, encantadora y de precioso nombre, aldea de Bel, por donde no pasamos esta vez.

Fotos de la bajada al punto de inicio. Es un antiguo camino de herradura, que realiza un gran número de lazadas...

...y que discurre en un entorno espectacular, con torres y paredes calizas...

...incluso con pinceladas geológicas. No queda otra que deleitarse.


Tinença 100%.

No me digáis que el punto donde iniciamos y finalizamos la ruta no es es precioso, con todas esas carrascas de tan buen porte.

Antes de montar en la furgo para volver a Betxí Laia se refrescó en els Ullals de la Fou.



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2 comentarios:

  1. Hola Dani.

    No hay nada más reconfortante que volver a los sitios dónde uno no fue feliz para revertir el asunto, arrancarle el mal recuerdo y, mediante el disfrute, convertirlo en un lugar top para uno. Como bien dice la RAE y apuntalas tú: Resarcirse absolutamente.

    Y los que vemos la cronica no podemos dejar de maravillarnos con laTinença, a la que, si nada se tuerce, podemos estar conociendo en breve. Que envidia me ha dado esa pedrera y ese cuestarrón con ese entorno, llenos de ramales de callejones invadidos de densas carrascas.
    Y el paraje de les Finestres con ese murallón con butrón incluido es excelso. Esto y pensando la de forats que debe haber en todo este macizo el Ports de Teruel/Castellón/Tarragona. Debe ser la zona peninsular con mas densidad de tales fenómenos, no? a lo mejor con el permiso de Alicante.
    Nos vemos en nada, Chiquitín.

    Un abrazo.

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    1. Hola Toni.

      Está trayendo cola lo del tío ese que se llama como yo jejeje , ya os contaré, y además en breve 😉
      Pues mira, en la ruta que vamos a hacer el sábado también va a haber un poco de resarcimiento, no a los niveles del día este de la Mola de la Pena, pero también hay una historieta. Os lo contaré sobre la marcha.
      Pues habría que hacer un recuento, pero si que es posible que en este triángulo mágico Tinença/Port/Matarraña se concentren uno de los mayores grupos de forats, finestres, puentes de roca o como se les quiera llamar, del país. Ya te he comentado que en un futuro me gustaría hacer una entrada recopilatoria con todos los que he visto en todos estos años.
      Y eso, el sábado vamos perfilando detalles de esa escapada conjunta que haremos semanas después a la Tinença.

      Un abrazo.

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