Rocalta (1489 m.) desde Pessonada

 Sábado 3 de junio de 2023

Tras haber pasado las vacaciones de Semana Santa en la Sierra de Guara volvíamos en escapada de fin de semana al Pre-Pirineo, pero esta vez al catalán. Montando campo base furgonetero en la Font de la O, cerca de la Pobla de Segur, en el Pallars Jussà, hicimos tres rutas por la zona, dos de las cuales ocuparán esta y la siguiente entrada del blog. En esta primera os contaré la interesante y atractiva ascensión que hicimos a la Rocalta.

Sábado de 3 de julio de 2023, 6 de la tarde, Plaça de la Vila de la Pobla de Segur; 50 cervezas de diversas zonas de todo el Pirineo, todas ellas de barril; puestos de gastronomía local; el reggae combativo, y en catalán, de Pirat's Sound Sistema; las versiones y estética ochenteras de Badulaque 80; un excelente ambiente en el que la gente, de todas condiciones y edades, comimos, cantamos, bailamos y bebimos cerveza, sin el más mínimo atisbo, habiendo alcohol de por medio, de mal rollo... El Red Mountain Beer Fest, en la Pobla de Segur, fue la verdadera razón de esta escapada al Pre-Pirineo, aunque por supuesto no íbamos a desaprovechar la ocasión de conocer algunas de las montañas de la zona. Así que con esa perfecta combinación de cerveza, montaña y buena música, ¿qué podía salir mal?... Nada. Este año no pudimos asistir, pero nos hemos prometido no perdernos la edición de 2025.

Nuestra ruta comenzó en la bonita aldea de Pessonada, no muy lejos de donde dormimos con la furgo. Pessonada es uno de los doce núcleos de población que componen el municipio de Conca de Dalt.

Salimos del pueblo por el norte, y enseguida cogimos un boscoso sendero que nos fue aproximando a la montaña. Pasamos junto a este gran roble.

El tramo de bosque fue corto, y de inmediato entraron en escena los grandes protagonistas de la mañana, los conglomerados de los Cingles de Pessonada.

Antes de fundirnos con el conglomerado pasamos junto a la ermita románica de la Mare de Déu de la Plana.

Desde allí tuvimos unas bonitas vistas de toda la plana del Pantà de Sant Antoni, las cuales estarían presentes durante la práctica totalidad del recorrido.

Y fue desde la ermita donde la cosa se puso seria cuesta arriba. Aunque no lo parezca un buen sendero discurre entre los conglomerados.

Dicho sendero no pasaba junto a esta torre, pero no desaprovechamos la ocasión de acercarnos a la pequeña brecha de su base.

Desde ella tuvimos estas vistas del Pantà de Sant Antoni...

...y de la vertiente más occidental de los Cingles de Pessonada.

El camino hacia la Rocalta pasaba por colocarnos en la parte superior de estos Cingles de Pessonada...

...y para ello nos vimos obligados a remontar esta canal...

Dicha canal se remonta andando sin problemas...

...hasta que llegamos a un tramo más vertical, que salvamos con la ayuda de unas grapas.

A este paso se le conoce como els Escaligons.

Tras salvar este resalte andamos por una estrecha repisa.

De arriba a abajo se nota mejor la inclinación de la canal, y la tacada de metros que habíamos ganado en poca distancia.

En este punto nos dimos cuenta que nos habíamos salido del sendero, el cual nos hubiese llevado a otro tramo equipado con grapas...

...pero en vez de retroceder seguimos remontando la canal...

...que igualmente nos llevó a la parte superior de los Cingles de Pessonada.

Llegamos a una encrucijada de senderos, señalada con un gran hito. Allí tuvimos esta vista de la Vall de Carreu y de la Muntanya de Sant Corneli.

Y también una aérea panorámica de Pessonada. Teníamos bien controlada la furgo 😅.

En ese punto, además de ampliarse la panorámica hacia el sur, se añadía la visión de montañas más septentrionales, es decir, los Pirineos.

La pena es que había bastante nubosidad enganchada en la cordillera, y apenas pudimos distinguir unas pocas cimas, pero en días de buena visibilidad se puede alcanzar a ver hasta el Aneto. El conjunto de conglomerado que vemos en primer término es el Roc de Santa.

Exprimimos un poco el zoom para identificar algunas cimas pirenaicas del sector Aigüestortes-Vall Fosca, como el Pic de Morrano, el Pic de Mariolo, el Pic de Soubenix, el Pic Tort y el Pic dels Vidals.

Volvemos a ver el hoy omnipresente Pantà de Sant Antoni.

Desde el gran hito andamos un buen tramo por el cordal, muy cómodamente.

Llegamos a un punto en el que se nos presentaron dos opciones, o seguir por la cuerda o bajar un nivel. Elegimos la segunda opción, lo cual nos permitió pasar junto a unos antiguos refugios pastoriles.

Allí vimos restos de edificaciones más grandes que un aprisco...

...estos restos me sirvieron para hacer esta bonita captura con el Montagut de fondo.

Fuimos pasando bajo más bóvedas, que tuvieron un pasado pastoril...

...hasta que llegó el momento de volver, trepada mediante, al cordal.

Pues eso, de nuevo por el cordal, por el que fuimos ganando altura de forma progresiva.

Un vistazo atrás, para ver de nuevo el Pantà de Sant Antoni y la Serra de Gurb...

...y otra mirada hacia adelante, para ver como el ambiente se tornaba más aéreo. Al otro lado del valle vemos el Montagut y los pliegues de sus laderas, detrás se levanta la cima de Gallinova, y en un tercer plano aparece la Roca de Monteguida.

En un punto del cordal tuvimos el primer contacto visual con la cima de la Rocalta.

El topónimo de la cima no ofrece lugar a dudas... Un peñasco bien alto, y ligeramente desplomado. Al fondo aparece la dentada silueta del Pical Ras.

Esta foto es prácticamente calcada a la anterior, pero la he puesto por que logré captar al sol entre los brazos de Esther.

Antes de ponernos con la subida final volvimos a descabalgar del cordal para caminar por esta repisa...

...que terminó en esta construcción más moderna que los apriscos pastoriles, y que según ponía en el track que llevábamos de apoyo tuvo fines militares...

Allí Esther me hizo la foto que encabeza este reportaje.

Y por la misma repisa regresamos al cordal...

...para ya si, afrontar la rampa final a la cima de la Rocalta.

Rocalta 1489, metros, donde coincidimos con una pareja de excursionistas de la zona.

Una atalaya privilegiada en la que disfrutar de las vistas de la contornada... Y para disfrutar del vuelo de diversas aves, sobre todo buitres y vencejos, como el que aparece en la imagen.

Pese a que cuando llegamos arriba brillaba el sol, habían más nubes enganchadas en el Pirineo. Nos tuvimos que conformar con las vistas más cercanas, que no fueron malas. Vemos el Congost de Collegats, el cual visitaríamos en la jornada siguiente.

Volvemos a ver el Roc de Santa.

Las mejores vistas fueron hacia el valle de Carreu, hacia su confluencia en el Pantà de Sant Antoni...

...y hacia su cabecera, en el Coll de Llívia.

Y aquí logré capturar un momentazo, el vuelo de un helicóptero... Junto al de un quebrantahuesos!!

Y aquí Esther me cazó en mi salsa, disfrutando del paisaje y echando fotos a tutiplén.

Tras disfrutar largo y tendido de la cima nos pusimos con la bajada. Para no repetir el tramo final del cordal, la primera parte del descenso la hicimos por el carril que casi llega a la cima.

Por el camino nos encontramos con esta pareja de ciclistas, que mirad que balconazo hacia la Pobla de Segur se habían buscado.

Alcanzamos un punto en el que volvimos al cordal, siendo este el único tramo lineal del recorrido.

Justo al llegar al gran hito de piedras que os había mostrado fotos atrás, iniciamos otro tramo circular que discurrió por els Feixancs de la Tremor.

A nivel panorámico, este tramo fue excelente.

Vistazo atrás hacia los Cingles de Pessonada.

Sin perder de vista el Pantà de Sant Antoni...

...y caminando entre conglomerados, fuimos perdiendo altura de forma suave.

Llegamos a un punto en el que el sendero cambió brevemente de vertiente y nos vimos asomados a esta especie de circo...

...en el que volvimos a ver el Roc de Santa.

Cuenta una leyenda que en lo alto de la torre más alta de el Roc de Santa había un castillo, el Castell de Colls de Veu.

Un poco más abajo me desvié del sendero para ver esto, que de primeras pueda parecer otro aprisco...

...pero no, se trata de una austera ermita, la Ermita de Sant Joanet.

La ruta concluyó con ambiente rural, pero sin perder de vista los Cingles de Pessonada. Buen aspecto el que presentaban estos almendros.

El regreso definitivo a Pessonada lo hicimos por un cómodo camino.

Pessonada a la vista. La Rocalta había sido una buena elección, ¿no creéis?. Pero nuestro sábado montañero no acabó ahí. Después de comer algo nos fuimos a hacer una visita rápida al Congost de Mont-Rebei, que al final tuvo que ser al sprint, pues nos tocó huir de un tormentón. Por la tarde/noche nos esperaba el Red Mountain Beer Fest.