Sábado 13 de julio de 2019
Con su piramidal estampa, el Pic d'Anie o Auñamendi, es una de las montañas más destacadas del Pirineo Occidental, siendo la primera cima de la cordillera que se alza sobre los 2500 metros desde el Atlántico. Situada en la región del Bearn, el pueblo vasco la tiene como su montaña sagrada, y es considerada por muchos como la montaña más alta de Euskal Herria. Sus dos vías más habituales y frecuentadas de ascensión parten desde la Pierre-Saint Martin y desde el Refuge de l'Abérouat en Lescun. Nosotros elegimos esta segunda...pero como vía de descenso, pues para la ascensión optamos por una alternativa más solitaria y aventurera. A continuación el relato de nuestra ascensión a esta emblemática montaña.
Para esta nueva aventura por Pirineos Occidentales formamos un grupo la mar de "apañao", ni nada más ni nada menos que David de A una Chapa del Cielo, Javi y Tere de la Voz de la Tierra y servidor de ustedes, del blog que están leyendo ahora mismo. Se daba la circunstancia de que este grupo solo nos habíamos juntado en la mesa, pero nunca en la montaña. Nos citamos el viernes por la tarde/noche en el parking del Refuge de l'Abérouat, punto en el que iniciaríamos la ruta el día siguiente, allí montaríamos el campamento, repartiéndonos para dormir en mi "fragoneta" y la "chicholina" de David.
El sábado toca diana a las seis. No veas qué gozada despertar con un mar de nubes cubriendo el circo de Lescun, aunque en esta zona los amaneceres con mar de nubes deben venir de serie, pues hace tres años, cuando salíamos del Refuge de l'Abérouat, dispuestos a enfrentarnos a la tercera etapa de la Ruta de las Golondrinas también había un mar de nubes, casi calcado al de hoy. A propósito de las Golondrinas y a modo personal, qué bonitos recuerdos me iban a venir en esta ruta de hoy, pues íbamos a pasar por algunos lugares por los que pasamos en aquella intensa travesía veraniega de 2016, empezando por la inversión de parte del camino, que desde la Mesa de los Tres Reyes, nos trajo hasta l'Abérouat.
Empezamos en descenso, por el hayedo, sumergido en el toque fantasioso de la niebla.
A lo tonto, y casi sin darnos cuenta hemos perdido 400 metros de desnivel y nos hemos plantado en el Plateau de Sanchèse, una extensa y verde llanada a pies de los descomunales Billare y en la que se ve una gran actividad "camper", tomamos nota para una próxima visita. Nos dirigimos hacia la estruendosa cascada con la que el Ruisseau d'Anaye se une al torrente que baja del circo de Ardinet y forma le Lauga. A la derecha de la cascada arranca un sendero, el nuestro, que salva de manera exigente y elegante la verticalidad del terreno para empezar a introducirse de lleno en un nuevo hayedo de fantasía, por el que la pendiente inicial va menguando poco a poco, aún así la humedad es alta, y este tramo nos hace sudar, literalmente, la gota gorda.
Casi al mismo tiempo salimos del bosque y de la niebla, para empezar a remontar el perfecto, verde y pastoril valle de Anaye, en el que la pendiente se hace más sostenida y llevadera. A medida que vamos ganando altura va aflorando, ganándole el pulso al pasto, la caliza, en la que es curioso ver como aferran y sobreviven grupetes de pinos. Llegamos a un punto en el que toca abandonar el camino conocido hacia el Col des Ourtets y tomar el menos evidente ramal hacia el más al norte Col d'Anaye o de l'Insole. Tras atravesar un caótico pedregal el sendero mejora, y nos hace alcanzar el collado con más facilidad de la esperada.
Este collado es la puerta al Macizo de Larra, por cuyo marcado carácter kárstico continúa la ruta, y a pesar del aparente caos, avanzando con bastante comodidad. En medio de este mundo calizo aparecen unas palas direccionales del GR-12, es el momento de decir adiós momentáneo a las comodidades y dar la bienvenida a terreno más hostil. Ponemos rumbo al Anie. Primer obstáculo a superar, la barrera rocosa del Añelarra, así que toca ponerse el mono de faena y buscarle el punto débil. Tras atravesar un engorroso canchal llegamos a una zona de roca un poco más firme, por la que empezamos a encaramarnos mediante sencillas trepadas, guiados por unos hitos esporádicos. Así llegamos al punto clave de este tramo, una canal que había permanecido oculta y que de repente aparece a nuestra derecha. Hay que subir por ella, encontrando a mitad un paso aislado de I+ que se solventa con buenas presas de manos y pies, el resto de la canal es muy sencillo. La salida de la canal nos deposita en un buen mirador de las montañas de este sector de Larra, entre las que destaca la Mesa de los Tres Reyes. La subida continúa por terreno roto, caótico y fatigoso, hasta que finalmente alcanzamos el pequeño collado que separa las dos cimas del Añelarra, espectacular palco del objetivo principal de la ruta, el imponente bastión piramidal del Pic d'Anie, defendido en su base por un agrietado mar calizo, el Karst de Larra, que trataremos de evitar en mayor medida de lo posible.
Pasamos de ambas de cimas del Añelarra y empezamos a avanzar, intentando no perder altura, hacía el Péne de Castetné. Una vez en su base si que ya no hay otro remedio que atravesar un cacho de karst. Cruzar este tipo de terrenos es extenuante. Aunque una buena de tirada de hitos señaliza el camino más practicable entre este mar de grietas y lapiaces, no siempre es sencillo localizarlos y a la que te das cuenta te has metido por un sitio en el que ya no puedes avanzar, luego, en el camino correcto, sortea las grietas, ya sea saltándolas o trepando o destrepando por ellas. Tramo fatigoso, peligroso con niebla, que puede llegar a ser desesperante si no se tiene o se pierde la paciencia.
Pero si de algo vamos armados siempre, es de paciencia, y finalmente nos subimos a las faldas del Anie. Tras superar una corta canal enlazamos con la parte final de la ruta normal. Allí Tere decide que ya ha subido bastante por hoy y que nos espera por allí, así que continuamos hasta la cima los tres mariachis. Tras un último esfuerzo nos plantamos en lo más alto del Anie, donde se nos abre un panorama brutal y variado paisaje, empezando con el contraste entre el mar de caliza de la zona de Larra y el verdor de la zona de los valles adyacentes a Lescun. Sin olvidarnos de las vistas a larga distancia que abarcan la práctica totalidad de los Pirineos Occidentales, pudiendo identificar mogollón de cimas, como el Ori, Mesa de los Tres Reyes, Bisaurín, Castillo d'Acher, Aspe, Collarada, Anayet, Midi d'Ossau, Balaitús, Garmo Negro o Vignemale, solo por nombrar algunas de las más emblemáticas. Tampoco no faltó el buen humor en la concurrida cumbre, y además hicimos nuevos amigos, un saludo chic@s de la República de Moyatistán si estáis leyendo esto.
No nos demoramos más de la cuenta en la cima, por no hacer esperar mucho a Tere. Una vez reunidos con ella continuamos por el tramo común que comparten las dos variantes de ascenso. Tras unos sencillos destrepes dejamos el ramal de la Pierre Saint-Martin y tomamos el que se dirige al Col des Anies, la HRP y Lescun, circulando bajo las espectaculares paredes oeste y norte del Anie, por unas pedreras en las que el sendero dibuja un espectacular trazado.
No nos es necesario llegar al Col des Anies para enganchar con la HRP, sino que tomamos un ramal que nos hace enlazar con el sendero trans-pirenaico bastante más abajo del collado, ya en pleno circo entre el Soum Couy y el Countendé, donde el terreno se va tornando cada vez más favorable. Así acabamos llegando a la bucólica Cabane du Cap de la Baitch, en la que pocas cosas han cambiado en tres años. Sigue estando habitada en verano, siguen teniendo una pequeña granja, venden quesos y licores y tienen una fuente en la que sale un agua tan fría que no la sirven así en ningún bar. Con el calorazo que caía, y las pocas reservas de agua en estado ideal para echar los fideos la parada en la fuente nos supo a gloria.
Como habréis deducido volvíamos a entrar en terreno conocido golondrinero. Volvíamos a invertir un tramo de aquella ruta, en este caso el inicial de la tercera etapa, la que unió los refugios de l'Abérouat y Jeandel. Un montón de buenos recuerdos se volvían a agolpar en mi mente. Es una bajada preciosa, por un valle, el de Ardinet, de libro, entre los Orgues de Camplong y el Countendé, que primero discurre a cielo abierto y luego bajo otro hayedo de fábula. Una inmejorable manera de llegar a l'Abérouat y cerrar la circular y una exigente pero espectacular jornada de montaña, que nos había mostrado, a partes iguales, tanto la belleza como la dureza de esta zona tan occidental del Pirineo.
La cerveza de l'Abérouat fue solo un anticipo de las que nos tomamos horas más tarde en Canfranc Estación.
Un saludo a tod@s.
Con su piramidal estampa, el Pic d'Anie o Auñamendi, es una de las montañas más destacadas del Pirineo Occidental, siendo la primera cima de la cordillera que se alza sobre los 2500 metros desde el Atlántico. Situada en la región del Bearn, el pueblo vasco la tiene como su montaña sagrada, y es considerada por muchos como la montaña más alta de Euskal Herria. Sus dos vías más habituales y frecuentadas de ascensión parten desde la Pierre-Saint Martin y desde el Refuge de l'Abérouat en Lescun. Nosotros elegimos esta segunda...pero como vía de descenso, pues para la ascensión optamos por una alternativa más solitaria y aventurera. A continuación el relato de nuestra ascensión a esta emblemática montaña.
Para esta nueva aventura por Pirineos Occidentales formamos un grupo la mar de "apañao", ni nada más ni nada menos que David de A una Chapa del Cielo, Javi y Tere de la Voz de la Tierra y servidor de ustedes, del blog que están leyendo ahora mismo. Se daba la circunstancia de que este grupo solo nos habíamos juntado en la mesa, pero nunca en la montaña. Nos citamos el viernes por la tarde/noche en el parking del Refuge de l'Abérouat, punto en el que iniciaríamos la ruta el día siguiente, allí montaríamos el campamento, repartiéndonos para dormir en mi "fragoneta" y la "chicholina" de David.
El sábado toca diana a las seis. No veas qué gozada despertar con un mar de nubes cubriendo el circo de Lescun, aunque en esta zona los amaneceres con mar de nubes deben venir de serie, pues hace tres años, cuando salíamos del Refuge de l'Abérouat, dispuestos a enfrentarnos a la tercera etapa de la Ruta de las Golondrinas también había un mar de nubes, casi calcado al de hoy. A propósito de las Golondrinas y a modo personal, qué bonitos recuerdos me iban a venir en esta ruta de hoy, pues íbamos a pasar por algunos lugares por los que pasamos en aquella intensa travesía veraniega de 2016, empezando por la inversión de parte del camino, que desde la Mesa de los Tres Reyes, nos trajo hasta l'Abérouat.
Empezamos en descenso, por el hayedo, sumergido en el toque fantasioso de la niebla.
Desayuno en el parking de l'Abérouat, con un mar de nubes bajo las cumbres del circo de Lescun y le Petit Billare. |
En un claro en el hayedo podemos ver perfectamente a que nivel de altura está situada la niebla, tras la que intuimos la silueta de le Petit Billare. |
A lo tonto, y casi sin darnos cuenta hemos perdido 400 metros de desnivel y nos hemos plantado en el Plateau de Sanchèse, una extensa y verde llanada a pies de los descomunales Billare y en la que se ve una gran actividad "camper", tomamos nota para una próxima visita. Nos dirigimos hacia la estruendosa cascada con la que el Ruisseau d'Anaye se une al torrente que baja del circo de Ardinet y forma le Lauga. A la derecha de la cascada arranca un sendero, el nuestro, que salva de manera exigente y elegante la verticalidad del terreno para empezar a introducirse de lleno en un nuevo hayedo de fantasía, por el que la pendiente inicial va menguando poco a poco, aún así la humedad es alta, y este tramo nos hace sudar, literalmente, la gota gorda.
Ya atisbamos el Plateau de Sanchèse, 1200 metros más arriba el sol ya ilumina la cima de le Petit Billare. Madre mía, llamarle "petit" a esta mole. |
Zoom hacia esta bonita cascada de Sanchèse. |
Cruzando el puente sobre le Lauga, antes de afrontar la larga subida que nos esperaba. Qué baño de pies nos dimos aquí hace tres años, antes de ponernos con la subida a l'Abèrouat. |
Aunque el bosque lo camufle, la subida es vertical. |
Esto se nota más en los tramos descubiertos. Tramo de sendero empedrado y apuntalado. |
En esta imagen puede que se note más la verticalidad de la subida. Pero con deciros que oíamos la cascada pero que no la vimos en ningún momento. |
Subida dura, de las que ponen a prueba los gemelos. |
Mentía antes cuando dije que no se veía la cascada. Hay un punto del sendero en que si se ve entre las hayas. Estuve atento e hice esta foto. |
Cuando la pendiente suaviza es cuando más se disfruta de este hayedo, que por cierto es precioso. |
Casi al mismo tiempo salimos del bosque y de la niebla, para empezar a remontar el perfecto, verde y pastoril valle de Anaye, en el que la pendiente se hace más sostenida y llevadera. A medida que vamos ganando altura va aflorando, ganándole el pulso al pasto, la caliza, en la que es curioso ver como aferran y sobreviven grupetes de pinos. Llegamos a un punto en el que toca abandonar el camino conocido hacia el Col des Ourtets y tomar el menos evidente ramal hacia el más al norte Col d'Anaye o de l'Insole. Tras atravesar un caótico pedregal el sendero mejora, y nos hace alcanzar el collado con más facilidad de la esperada.
Salimos del bosque y lo hacemos también de la niebla. La verdad es que lo agradecimos, pues la humedad dentro del hayedo era muy alta. |
Por delante este verdoso valle por remontar, un perfecto sinclinal por el que discurre le Anaye. Al la derecha vemos las pedreras y murallones que defienden la vertiente sur del Anie y el Countendé. |
La misma escena pero de forma panorámica, captada por la cámara de David. |
En la vertiente izquierda del valle destacan los dos Billare, con el corredor que los separa. |
Con pendiente mucho más llevadera y con mucha comodidad seguimos remontando el valle, dejando ya abajo el mar de nubes. |
Un mar en toda regla, con su isla y todo. |
Una pasada ver como esta niebla va ramificando y entrando en los diferentes valles. |
Hace tres años descendíamos por este valle después de haber ascendido una emblemática cima, la Mesa de los Tres Reyes. Hoy lo remontábamos para ascender el no menos emblemático Anie. |
Ya un poco más arriba vemos de forma clara los dos Billare. Me ha chivado un pajarito que uno de vosotros, habitual lector del blog, ha estado por ahí arriba recientemente 😉. |
Poco a poco, y a medida que nos vamos aproximando a la cuerda fronteriza la caliza va adquiriendo más protagonismo. |
Interminables pedreras, coronadas por altos farallones y murallas calizas. |
Ahora no lo sabíamos, pero horas más tarde nos asomaríamos a esas dos brechas. |
Visualizamos el collado al que nos tenemos que dirigir. Habrá que cruzar este pedregal. Un buen aperitivo para lo que nos esperaba más adelante. |
Dos torres calizas destacan ahora a nuestras espaldas, son el Pic de Lhurs y el Pic de Pène Blanque. |
Como cambia el paisaje en pocos metros, de estar caminando cómodamente por un verde valle a hacerlo por este caos rocoso. |
Tras superar este tramo de bloques el sendero mejora y nos hará alcanzar de forma más cómoda el collado. |
De nuevo las interminables pedreras, ya en las inmediaciones del collado. Tan extensas son que apenas podemos distinguir a Tere. |
Este collado es la puerta al Macizo de Larra, por cuyo marcado carácter kárstico continúa la ruta, y a pesar del aparente caos, avanzando con bastante comodidad. En medio de este mundo calizo aparecen unas palas direccionales del GR-12, es el momento de decir adiós momentáneo a las comodidades y dar la bienvenida a terreno más hostil. Ponemos rumbo al Anie. Primer obstáculo a superar, la barrera rocosa del Añelarra, así que toca ponerse el mono de faena y buscarle el punto débil. Tras atravesar un engorroso canchal llegamos a una zona de roca un poco más firme, por la que empezamos a encaramarnos mediante sencillas trepadas, guiados por unos hitos esporádicos. Así llegamos al punto clave de este tramo, una canal que había permanecido oculta y que de repente aparece a nuestra derecha. Hay que subir por ella, encontrando a mitad un paso aislado de I+ que se solventa con buenas presas de manos y pies, el resto de la canal es muy sencillo. La salida de la canal nos deposita en un buen mirador de las montañas de este sector de Larra, entre las que destaca la Mesa de los Tres Reyes. La subida continúa por terreno roto, caótico y fatigoso, hasta que finalmente alcanzamos el pequeño collado que separa las dos cimas del Añelarra, espectacular palco del objetivo principal de la ruta, el imponente bastión piramidal del Pic d'Anie, defendido en su base por un agrietado mar calizo, el Karst de Larra, que trataremos de evitar en mayor medida de lo posible.
Col d'Insole o Anaye, en el que cruzamos la divisoria y entramos en territorio navarro. |
Y por él avanzaremos ahora durante un rato. Tras nosotros los hermanos Billare, Pic de Lhurs y Pène Blanque. |
Además de en Nafarroa hemos entrado también en pleno Macizo de Larra, se empieza a notar en el terreno. |
Estando en Nafarroa no podía faltar un zoom a su cima más alta, Hiru Erregeen Mahaia/Mesa de los Tres Reyes, como suele ser habitual bastante concurrida. |
El terreno kárstico se va haciendo más y más patente. A nuestra derecha aparece la barrera rocosa del Añelarra, la cual habrá que superar. |
Palas indicadoras del GR-12. Al fondo otra emblemática montaña navarra, el Ori/Orhy, primera montaña del Pirineo que se alza sobre los 2000 metros viniendo desde el Atlántico. |
Con la Mesa de los Tres Reyes como testigo nos desviamos hacia el Añelarra, para ver por donde le hincaremos el diente. |
De momento no hay otra que remontar este canchal, evitando no retroceder dos pasos cada vez que das uno. |
Tras el canchal toca guardar los bastones, pues tendremos que utilizar las manos con bastante frecuencia a partir de ahora. |
Trepadas sencillas, en terreno descompuesto y con ambientillo. |
Localizamos el punto clave para sortear con éxito la barrera del Añelarra. Se trata de esta canal, de la que tome una pésima fotografía. Pido disculpas por ello. |
Más o menos a mitad canal encontramos este paso, el único de cierta dificultad, pero esta no pasa del I+. |
Para un escalador de la talla del Sr.Nieto fue como un juego de niños. |
Aquí tenemos a Tere, finiquitando este paso por la canal. |
La salida de la canal nos regala estas bonitas vistas de este sector del Macizo de Larra. |
También vemos, hoy por primera vez, al Midi d'Ossau. |
Y seguimos, por terreno malo de verdad, ganándole metros al Añelarra. |
David, negociando un corto paso de trepada. |
El avance es fatigoso. Precisa de tomarse un "kit-kat". Las vistas también incitan a ello. |
Volvemos a ver al Midi, tras el que aparecen cimas como el Vignemale o el Garmo Negro. |
Más cercanos tenemos la Aiguille d'Ansabère y el Petretxema, con movimiento de gente en su cima. |
Seguro que también habría bastante gente en el Bisaurín, pero eso ya no lo pudo captar la cámara. |
Últimos metros antes del colladete del Añelarra. Este tramo final se nos hizo a todos un poco largo. |
Pero ya teníamos nuestro objetivo al alcance de la mano, pero con un karst de por medio. Impresionante la estampa de esta montaña, mire desde la vertiente que se mire. |
Pasamos de ambas de cimas del Añelarra y empezamos a avanzar, intentando no perder altura, hacía el Péne de Castetné. Una vez en su base si que ya no hay otro remedio que atravesar un cacho de karst. Cruzar este tipo de terrenos es extenuante. Aunque una buena de tirada de hitos señaliza el camino más practicable entre este mar de grietas y lapiaces, no siempre es sencillo localizarlos y a la que te das cuenta te has metido por un sitio en el que ya no puedes avanzar, luego, en el camino correcto, sortea las grietas, ya sea saltándolas o trepando o destrepando por ellas. Tramo fatigoso, peligroso con niebla, que puede llegar a ser desesperante si no se tiene o se pierde la paciencia.
Ponemos la directa hacia el Anie, nos dirigimos hacia el Pène de Castetné, para evitar perder metros y tocar lo mínimo posible el karst. |
Encontramos una tirada de hitos, que nos encamina mejor y de forma bastante cómoda hacia el objetivo marcado. |
Descubrimos que si que tendremos que perder algo de cota. |
La perdemos y empezamos a remontar de nuevo. El Anie nos espera, y parece que no tocaremos nada de karst... |
...qué ingenuos que fuimos. Aunque de refilón si que íbamos a tocar el karst con nuetras botas y manos. |
Toca currárselo de nuevo. En este caso descendiendo a una torca y saliendo de ella por un nevero. |
Un tramo perdedor, y capaz de desesperar al más pintado. Con nosotros no fue capaz de lograrlo. |
Aquí tenemos a Javi, escrutando un posible paso ante la imponente mirada del Anie. |
Mucho ojo en no dar un traspiés o quedarse enganchado en estos lapiaces. |
Atravesar este sector del karst nos permitirá asomarnos a las brechas que veíamos antes de abajo. |
Estas son las vistas desde una de ellas. Altísimo mirador sobre el valle de Anaye, por el que caminábamos horas antes. |
Pero si de algo vamos armados siempre, es de paciencia, y finalmente nos subimos a las faldas del Anie. Tras superar una corta canal enlazamos con la parte final de la ruta normal. Allí Tere decide que ya ha subido bastante por hoy y que nos espera por allí, así que continuamos hasta la cima los tres mariachis. Tras un último esfuerzo nos plantamos en lo más alto del Anie, donde se nos abre un panorama brutal y variado paisaje, empezando con el contraste entre el mar de caliza de la zona de Larra y el verdor de la zona de los valles adyacentes a Lescun. Sin olvidarnos de las vistas a larga distancia que abarcan la práctica totalidad de los Pirineos Occidentales, pudiendo identificar mogollón de cimas, como el Ori, Mesa de los Tres Reyes, Bisaurín, Castillo d'Acher, Aspe, Collarada, Anayet, Midi d'Ossau, Balaitús, Garmo Negro o Vignemale, solo por nombrar algunas de las más emblemáticas. Tampoco no faltó el buen humor en la concurrida cumbre, y además hicimos nuevos amigos, un saludo chic@s de la República de Moyatistán si estáis leyendo esto.
Finalmente acabamos dejando atrás el karst. Podemos apreciar desde aquí todo el camino recorrido desde el colladete del Añelarra. |
Estamos ya sobre las laderas del Anie. Avanzando por pedregales. Los preferimos antes que el karst. |
Remontando una pequeña canal, que nos dará acceso a la senda de la ruta normal. |
Estamos ya en la senda que remonta la pala final del Anie. Al fondo, contrastando con el gris calizo, las verdes montañas de Belagua. |
De no habernos cruzado con nadie hasta ahora a un goteo constante de gente que subía y bajaba. |
David la mar de contento, sabe que el Anie ya no se nos escapa. |
En la cima del Pic d'Anie o Auñamendi, 2504 metros. |
La Mesa de los Tres Reyes, con Peña Forca, Alanos y Peña Ezkaurre asomando tras ella. |
Vistas hacia el valle de Anaye y Lescun. |
Una aproximación hacia Balaitús, Vignemale, Midi, Garmo Negro etc... |
Anayet, Partacua, Collarada, Aspe. |
No nos demoramos más de la cuenta en la cima, por no hacer esperar mucho a Tere. Una vez reunidos con ella continuamos por el tramo común que comparten las dos variantes de ascenso. Tras unos sencillos destrepes dejamos el ramal de la Pierre Saint-Martin y tomamos el que se dirige al Col des Anies, la HRP y Lescun, circulando bajo las espectaculares paredes oeste y norte del Anie, por unas pedreras en las que el sendero dibuja un espectacular trazado.
Nos ponemos con el descenso, en el que encontraremos algunos tramos de destrepe. |
Dejamos el ramal de la Pierre-Sant Martin y tomamos el que se dirige al Col des Anies, con un sendero perfectamente marcado y con el Soum Couy como faro. |
Personalmente me encantó este sendero dibujado en las pedreras occidentales del Anie. |
Si antes habíamos flipado con las pedreras de la vertiente opuesta, no lo hicimos menos con estas. |
En ellas los excursionistas parecemos hormigas. |
Como os comentaba con anterioridad, cualquier estampa que nos regalé el Anie es realmente bella. |
La foto que encabeza este extenso reportaje. Tomada en el punto donde nos desviamos del camino al Col des Anies. |
La bella pirámide del Arlas también es visible desde este punto. |
No nos es necesario llegar al Col des Anies para enganchar con la HRP, sino que tomamos un ramal que nos hace enlazar con el sendero trans-pirenaico bastante más abajo del collado, ya en pleno circo entre el Soum Couy y el Countendé, donde el terreno se va tornando cada vez más favorable. Así acabamos llegando a la bucólica Cabane du Cap de la Baitch, en la que pocas cosas han cambiado en tres años. Sigue estando habitada en verano, siguen teniendo una pequeña granja, venden quesos y licores y tienen una fuente en la que sale un agua tan fría que no la sirven así en ningún bar. Con el calorazo que caía, y las pocas reservas de agua en estado ideal para echar los fideos la parada en la fuente nos supo a gloria.
El Soum Couy, durante la bajada al HRP. |
En este tramo también nos tocó atravesar un pequeño karst. En frente destaca el Pic de la Countendé. |
Nos sorprendió encontrar bastantes neveros en esta zona. Al fondo vemos la barrera rocosa de los Orgues de Camplong, señal de que llevamos buen rumbo. |
Buen ritmo de bajada. Vemos delante el Pas d'Azuns, un precioso paso de montaña que atravesamos hace tres años en la Ruta de las Golondrinas. |
David y Tere, admirando los Orgues de Camplong. |
Sentados en la gayuba y con estas vistas del Anie hicimos una parada para comernos el bocata. |
Una vez saciado el apetito continuamos con el descenso, valle abajo y siguiendo ya la HRP. |
Vistazo hacia el descenso realizado. El Countendé se queda ya muy arriba. |
Como habréis deducido volvíamos a entrar en terreno conocido golondrinero. Volvíamos a invertir un tramo de aquella ruta, en este caso el inicial de la tercera etapa, la que unió los refugios de l'Abérouat y Jeandel. Un montón de buenos recuerdos se volvían a agolpar en mi mente. Es una bajada preciosa, por un valle, el de Ardinet, de libro, entre los Orgues de Camplong y el Countendé, que primero discurre a cielo abierto y luego bajo otro hayedo de fábula. Una inmejorable manera de llegar a l'Abérouat y cerrar la circular y una exigente pero espectacular jornada de montaña, que nos había mostrado, a partes iguales, tanto la belleza como la dureza de esta zona tan occidental del Pirineo.
La cerveza de l'Abérouat fue solo un anticipo de las que nos tomamos horas más tarde en Canfranc Estación.
Un saludo a tod@s.
Tras la refrescante parara en la cabaña afrontamos la parte final de la ruta, con esta preciosa bajada por este estilizado valle de Ardinet. |
Otro perfecto sinclinal. Apretaba el calor, qué ganas de meternos en el bosque. |
Antes de ello un vistazo a este fantástico circo de Ardinet. |
Y por fin el ansiado bosque, cuyo frescor agradecimos. |
Hace tres años este hayedo nos conquistó... |
...hoy lo volvía a hacer. |
Un claro en el hayedo nos descubre esta postal. En 2016 la vimos de buena mañana y con mar de nubes. Os invito a verla. |
La misma visión pero de forma panorámica. La estampa lo merece. |
Y diez intensas horas después de haber iniciado esta aventura llegábamos a l'Abérouat. Nos habíamos ganado una cervecilla. |
- Ruta de 21 kilómetros de longitud, en la que salvamos un desnivel positivo de 1600 metros.
- Por desnivel, distancia y por supuesto por atravesar un terreno tan exigente como es el Karst de Larra, esta es una ruta que requiere de cierta preparación física.
- Sin tener pasos complicados se trata de un recorrido que requiere tener cierta soltura en trepadas y destrepes, ya que estos serán contantes en el tramo comprendido entre el Col d'Anaye y el enlace con la senda de subida normal al Anie. El resto de la ruta transcurre por senderos de montaña, unos mejores que otros, pero siempre perceptibles.
- Ruta que requiere un buen sentido de la orientación y track de apoyo. Este es el que grabó David. Desaconsejable realizar esta ruta y cruzar el karst con terreno mojado, niebla o baja visibilidad.
- Durante la ruta pudimos abastecernos de agua en tres puntos; una pequeña fuente que se encuentra al poco de salir del hayedo de Anaye. Más arriba, en el punto donde nos desviamos hacia el Col d'Anaye encontraremos varias surgencias de agua, las llamadas Sources de Marmitou. Y finalmente en la caudalosa fuente de la Cabane du Cap de la Baitch.
- No os perdáis la crónica de David en su blog.
Hola Dani.
ResponderEliminarMadre mía, 10 horas, 1600 de desnivel, humedad, calor y el terrorífico karst de Larra, jajajaja. Dicho así parece un infierno pero habría dado un brazo por estar con vosotros, y más aún, cuando todo aquello además lo conozco en parte.
Es tan brutal el contraste entre el verde fondo de los valles y la desolación del karst que es cautivador. Hay fotos donde vais por las exiguas sendas del karst que son impresionantes.
Por lo que parece el burro metereológico de la cabaña de los hippis ya no estaba, y es ver el refugio de L`Aberouat y venirme a la cabeza la risa y el buen rollo contagioso del ricitos de Lionel.
Un abrazo.
Hola Toni.
EliminarPues si, conquistar el Anie precisó de una pequeña paliza, pero valió la pena, y ya no hablo solo de haber llegado a la cima y contemplar sus enormes vistas, sino por haber podido disfrutar de esos paisajes tan cambiantes que rodean a este gigante calizo del Pirineo Occidental. Por supuesto, y como comento en la crónica, esta ruta estuvo cargada de grandes recuerdos para mi, especialmente cuando volví a pisar y a contemplar todos esos sitios por los que pasamos en las dos etapas centrales de las Golondrinas, que buenos momentos me vinieron a la cabeza, montañeros y de cachondeo y risas en los refugios. Dos grandes ausentes hubo, el burrito "maldonado" de la cabaña y Lionel, que pregunté por él en l'Abèrouat y me dijeron que ya no estaba, que el refugio había cambiado de gestión.
Un abrazo.
Hola Dani,
ResponderEliminarAquí el encantador de perros David... jejeje
Ya tres veces que me he leído la crónica, que gozada poder rememorar los momentos que vivimos realizando esta espectacular ruta.
Siempre es una gozada poder disfrutar de una ascensión saliéndose de las rutas normales, le dan un toque más aventurero y mucho más solitario, bueno, solitario no, con una compañía de 10!
Más que la ruta, todo el fin de semana fue una pasada, desde la noche cenando al lado del refu, los preciosos hayedos, la cena en Canfranc Estación e incluso el desesperante Karts de Larra.
Y como no las risas en la cima del Monte Copa, porqué era el Monte Copa, ¿no? jejeje
Un abrazo
¿El Monte Copa?...ostras, pues yo estaba convencido de que habíamos subido a la Madama jajaja.
EliminarToda la razón, la ruta estuvo genial, dura y exigente, pero espectacular, con el premio de haber alcanzado una de las cumbres más emblemáticas de esta zona del Pirineo. Vaya recorrido que se curró el amigo Javi. Pero todo el conjunto del fin de semana fue sobresaliente, y en él reinó lo que nunca debe faltar en la montaña, las risas y el buen humor, y por supuesto las birras antes y después de la ruta. No sobró ni ese tramo de karst jajaja.
Un abrazo.
Enhorabuena Dani!
ResponderEliminarPor la cima y está detallada crónica, de una jornada que seguro recordarás toda la vida. Yo el Anie lo tengo pendiente, he realizado bastante parte del trazado, pero no he subido, la tengo en la lista de pendientes desde hace tiempo y aunque tengo pendiente por la zona antes un par de cimas, tarde o temprano la acabaré haciendo, a poder ser en circular, aunque eso ya depende de la compañía, por lo que está claro, es que estas zonas de kars no conviene hacerlas en solitario.
Para mi la zona de Lescún, es una de las más bonitas, si a eso le sumas los contrastes de Larra, pues se juntan unos paisajes de postal, muy diferenciados, pasando de zonas de pastos y húmedos hayedos, a zonas ásperas de roca, donde "si que hay agua", pero cualquiera la encuentra a varios metros bajo el suelo.
Además las vistas son de escándalo, con la mesa de los Tres Reyes, Petrechema, Dec de Lhus y especialmente las agujas de Ansabère, que sin duda ganan protagonismo, a otros reyes más lejanos como el Midi d'Ossau o el Balaitus.
Como ya le dije a David, la zona del Plateau Chansèse, es perfecta para pasar el día y acampar con las furgonetas. Yo no se quien será el descerebrado que habrá subido al Billare ...
Un saludo
Gracias Eduardo.
EliminarTenía muchas ganas de subir al Anie. Fue bonito hacerlo en tan buena compañía y con esta ruta tan dura que huía de sus vías de ascensión más conocidas. Aunque en un futuro no descarto volver para subir desde la vertiente de Belagua, que es donde se obtiene la estampa más clásica de esta montaña. También volveré a Lescun, que como bien dices es un lugar espectacular. A ver si volvemos para pasar unos cuantos días, pues todas las veces que hemos estado allí ha sido de forma "exprés", seguro que podemos hacer buenas excursiones allí, como los Billare o la subida al Ibón de Acherito, o simplemente estar de relax en lugares como Sanchèse, la verdad es que el enclave invita a las dos cosas.
Un saludo.
Una ascensión impresionante, amigo. Me doy cuenta que no conozco nada de aquella zona, pues lo único que he hecho por allí cerca, es la Mesa. Aquel día estuvimos solos en la cumbre, porque salimos a oscuras a caminar... Pero luego, se masificó y todo... como se ve en tus fotos.
ResponderEliminarEsas ofertas calizas, me encantan, pero es verdad que te pueden jugar una mala pasada, sobre todo si se levanta niebla.
Me ha parecido una propuesta muy interesante. Muchas gracias, y un saludo.
Ya se que te pillan lejos los Pirineos, pero ya te digo que unas vacaciones para conocer más a fondo toda esa zona más occidental del Pirineo, tanto estas zonas más calizas como las más herbosas de Belagua e Irati serían unas vaciones muy bien empleadas. La zona no defrauda, aunque suele estar bastante concurrida, sobre todo en picos como Bisaurín, Petretxema, Mesa, Anie u Ori.
EliminarGracias por su comentario amigo Fran ;-)
Hola Dani...
ResponderEliminarBueno,no se si te queda algo pirenaico por publicar,pero desde luego,también has o habéis tenido un buen "tour" y en esta ocasión vaya magnífica compañía de alta montaña.Justamente hace unas horas he estado viendo los vídeos de las dos últimas etapas del proyecto de CasiAventurilla con el GR-7 y en los que aparece Javi,de "casualidad"...jejeje,haciendo limpieza en ese GR por la parte de Montanejos(etapa 10).
En cuanto a este rutón que nos has mostrado y narrado,comenzaría por decirte que ofrece unos contrastes brutales,pese que solo se asciende hasta poco más de 2500 m.s.n.m.
Me encantan esas inversiones térmicas que provocan esos mares de nubes(con isla incluida...jejeje),aunque esas nubes y niebla mejor alejadas del paso de ese "caótico" karts.
Sin duda ese inicio potente en plan "senda cazadores" y el paso por ese precioso hayedo,le da el contraste a la exigencia que os venía después,pero que no restaba belleza a la ascensión...
Potente subida a ese Pic d'Anie y en la que "casi" nos dejas cojos de vistas(jajaja...es broma).La verdad,es un auténtico placer ver tus referencias montañeras,cuando haces alguna cima,en ese aspecto,he de reconocer que al margen que no tengo tu sapienza montañera,a veces me despisto haciendo vídeo y no fotografío demasiado de alrededor...
La bajada por lo mostrado pareció más fácil,con esa larga trazada de senda y que os volvía por parte de "Las Golondrinas"(gran travesía que espero hacer algún día).
Un final con cerveza incluida,redondea una exigente,pero espectacular jornada montañera.
Un abrazo.
Hola Juane.
EliminarAlguna cosita queda, ¿recuerdas que te comenté que casi nos vemos en Vielha?, a ver si me pongo con esas crónicas, que estoy un poco vago últimamente jeje.
Me he ido de cabeza al vídeo de Casiaventurilla y al momento en que aparece Javi...mira que se le da bien lo de estar ante las cámaras jajaja. También se le da bien lo de diseñar recorridos, pues esta exigente y espectacular circular se la sacó él de la chistera. La verdad es que fue un recorrido muy variado, con paisajes muy distintos entre sí, pero todos con su particular encanto, hasta ese laberíntico karst tiene el suyo, además que la dureza de cruzarlo, más el desnivel y el kilometraje te hace valorar más la ascensión al Anie.
Si hacéis en un futuro la Ruta de las Golondrinas no dejéis de subir al Anie si las condiciones son las propicias.
Un abrazo.
¡Hola, Dani! Rutón en toda regla con piedra y roca para dar y regalar. Excepcionales paisajes y un perfecto y lujoso equipo para conseguir un objetivo tan maravilloso.Ya me contó algo Javi. Me pierdo en el mar de montañas del Pirineo. No sé cómo tiene esa capacidad de conocerlas y recordarlas todas. admirable, Dani.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Emilio.
EliminarUn empacho de caliza de primer orden jeje, pero también empacho de bonitos y distintos paisajes, y empacho de risas y camaradería montañera. Así da gusto subir montañas como esta.
La capacidad de reconocer montañas...muchas horas de visionar mapas, eso es todo.
Un abrazo.