8 de marzo de 2020

El Molló de la Creu; el Cervino Valenciano

Sábado 8 de febrero de 2020

En 2015, una de las revistas "outdoor" por excelencia, Grandes Espacios, editó un especial titulado "Cervinos Ibéricos", en el recopilaba distintas montañas de la geografía peninsular con parecido, ya fuese físico o por prominencia, al espectacular Matterhorn, una de las montañas más bellas sobre la faz de la tierra. En dicha lista figuraban nombres como el Txindoki, el Gilbo, Punta Escarra o el Anayet. Pero no era un lista cerrada, ya que en el mismo artículo impulsaban un concurso cooperativo, en el que todo aquel que quisiera podía enviar fotos de otras montañas menos conocidas que también guardaran un parecido con la montaña más reconocible de los Alpes.
¿Y por qué os cuento esto?, pues resulta que al final, y entre las tres montañas ganadoras del concurso, había una montaña valenciana, el Molló de la Creu o de Falconera, una cima que no alcanza los 500 metros pero cuyo parecido con el Cervino es sorprendente, y no solo en cuanto a físico, pues si a los pies del Matterhorn encontramos un destino tan turístico como Zermatt, a los del Molló de la Creu encontramos Gandia. Y hasta allí nos fuimos, ahora que por fin la AP-7 es gratis, una mañana Miguel Ángel y yo para ver como se las gastaba este Molló de la Creu.






Lo más recomendado, si no se quiere pisar mucho asfalto, es no comenzar esta ruta desde las mismas calles de Gandia, y hacerlo desde la urbanización que está a pies del Molló de la Creu y que lleva su mismo nombre. Camino de la urbanización también obtendremos la imponente estampa que le ha valido a esta pequeña cima del litoral la comparación con la montaña de los Toblerone (os recomiendo leer este curioso artículo sobre la chocolatina y el Cervino), lo cual requerirá de una parada fotográfica previa antes de llegar al punto de inicio.

Para la subida elegimos la ruta que sube a las diversas vías de escalada que hay en la vertientes Este y Sur del Molló de la Creu, y que enlaza con la ruta normal de subida (que utilizamos para el descenso) casi en la misma cima. La subida es exigente, tanto a nivel físico como técnico, pues además de lo inclinado del terreno también encontramos algunas trepadas, sencillas, pero en las que no hay que bajar la guardia. El trazado nos ofrece atractivas secciones de sendero, nos descubre bonitos rincones calizos y transmite grandeza pese a estar en una montaña que no alcanza los 500 metros. Y por si fuera poco nos brinda la oportunidad de visitar algunas cuevas, aunque la más llamativa de esta cara de la montaña, la Cova l'Abisme, nos saltamos el desvío por despiste y no la visitamos. Una subida que para nada defrauda. Esta cima, subiendo por esta vertiente, hay que ganársela, y eso nos gustó.


Sin embargo al llegar arriba nos llevamos un pequeño chasco, ya que una espesa calima envolvía el ambiente y las vistas fueron muy limitadas. Por poneros un ejemplo, con lo grande que es el Montgó, y lo cerca que está del Molló de la Creu, nada, como si se hubiese volatilizado. El Mediterráneo, a escasos kilómetros, apenas ni se intuía. Los únicos puntos que pudimos ver con cierta claridad fueron el Mondúber y la devastada Serra Marxuquera. Disfrutar de unas vistas más nítidas, y visitar la Cova de l'Abisme serán las excusas perfectas para volver a esta montaña.

Para la bajada, y como os he comentado, seguimos el itinerario de la ruta más frecuentada al Molló, que en su primera parte nos asoma a la plana de la Marxuquera, y también nos ofrece desviarnos a ver la Cova de les Meravelles, opción que declinamos por cuestiones de horario. La parte central del descenso nos brinda unas excelentes vistas de la vertiente sur del Molló. La parte final se embosca y no tiene vistas, siendo el mayor atractivo caminar por un buen sendero. Los últimos kilómetros de la ruta son por asfalto y pegados a la autopista, tramo que por suerte se ve amenizado con la recuperada visión del Molló de Creu que vuelve a adquirir su apariencia "cervínica", la que nos había atraído a venir a subir a su cima.


Parada obligatoria, antes de llegar al punto de inicio, para fotografiar el mejor perfil de la montaña que vamos a la que nos subiremos hoy.

Con todos ustedes el Cervino de la Safor.

Así se nos muestra desde el punto de inicio de la excursión.

Tras hacernos un pequeño lío por las calles de la urbanización hallamos al fin el sendero de subida, que en su primer tramo transcurre emboscado por unos barranquetes.

Salimos a terreno más abierto y montañoso, en el que se nos empiezan a mostrar las primeras paredes calizas.

Mando a Miguel de avanzadilla, para calibrar la altura de esta pared.

El trazado de la subida pasa justo por la base de esta pared, en la que pudimos ver algunas vías de escalada.

En esa misma pared encontramos esta oquedad, nos desviaremos a verla.

Estas cuevas dieron mucho juego fotográfico en la ruta de hoy.

Empezamos a remontar una empinada vaguada, en la que encontraremos algún paso equipado, como este peldaño de madera que ayuda a salvar un resalte.

Y enseguida encontraremos la Cova de la Recambra. Ahí estoy trepando hacia ella.
Esta cueva es mucho más grande que la que habíamos visto antes.

Y también mucho más profunda, lo que fue propicio para obtener unos bonitos juegos de sombras.

Además la cueva tiene una planta superior, a la que no sabemos si se podrá acceder por esa apertura superior.
La bóveda de esta cueva puso un bonito marco al paisaje de esta Serra Falconera.

Visitada la cueva continuamos con la ascensión, viendo así la pared en la que esta la cueva, en la que distinguimos otras oquedades.

Vemos la imponente fachada oriental, con un escalador en ella, del Molló de la Creu...

...que supervisará nuestros pasos en esta sección de la ruta.

La subida se vuelve a poner brava en este tramo.

Nos desviamos otra vez de la ruta para cercarnos a otra cavidad.

Otro bonito marco para las montañas de la Falconera.

Entre otras curiosidades geológicas descubrimos este agujero, del que salía una corriente de aire, lo que nos hizo suponer que esta oquedad está comunicada con la Cova de la Recambra que habíamos visitado antes.
Visitada esta tercera cueva proseguimos con la subida, no queremos impacientar al Molló.
La exigente subida nos deposita ante la pared sur del Molló de la Creu.

Entramos de lleno en la sección más espectacular de toda la subida.

La ruta transcurre ahora por un balcón rocoso en el que realizaremos pasos tan atractivos como este...

...o como este, en el que tendremos hacernos servir de una estrecha repisa.
El ambiente transmite grandeza.

Otro interesante paso, esta vez de trepada.



Y la vertiente sur del Molló, transmitiendo cada vez más grandeza.

Acercamos con el zoom la cordada que escalaba la pared, si no me equivoco la vía Homo Marxuquerensis, que vendría a ser la Hörnli de nuestro particular Cervino 😉.

Tras enlazar con la vía de subida normal, por cómodo sendero alcanzamos la cima del Molló de la Creu o de Falconera, a 457 metros de altura. Aprovecho el momento para dedicarle esta entrada a mi compañero y amigo Miguel Ángel. Como te comenté el otro día, cuando parece que todo esta oscuro siempre hay un resquicio por el que se cuela la luz. Seguro que tu, amigo mío, sabes aprovecharla.

Debido a la calima las vistas estuvieron muy limitadas, Marxuquera y Mondúber al norte...

...y esto es lo poco que distinguimos al sur.

Después del almuerzo me acerqué a la arista oriental, a ver si veía llegar a los escaladores. Estuve un buen rato y no llegaron, al menos tuve esta aérea visión de la zona por la que discurrió la subida. Gandia, en la esquina izquierda superior de la foto, apenas se distingue.

También tuve la suerte de ver algún que otro halcón, ave por la que toma el nombre esta sierra. También sobrevolaron mi cabeza otras "aves" más modernas 😜. Debe ser este Molló un punto favorito para los amantes de los drones, pues al momento llegó otra persona a volar otro.

Nos ponemos con el descenso, bonita vista del gigante costero Mondúber.

Una atractiva sección de la bajada, que nos llevará a un pequeño cordal, que nos asomará a la Marxuquera.

Vemos alguna de sus montañas, devastadas por el terrible incendio de 2018.

El sendero nos devuelve a la vertiente costera, donde volvemos a tener una buena perspectiva del Molló, y de la cara por donde ascendimos a su cima.

Imponente, ¿verdad?. Por cierto, el topónimo oficial de la montaña es Molló de Falconera, pero se popularizó más el nombre de Molló de la Creu debido a la cruz que durante muchos años coronó su cima, y digo coronó, por que ya no está. Seguramente fue fulminada por un rayo.

Ya podía esperar yo a los escaladores, aún andaban negociando el tramo más vertical, y seguramente más complicado, de la vía.

Entre la charla, y que el sendero se emboscó, no volví a echar fotos hasta llegar a la autopista, donde el Molló nos volvía a mostrar su silueta más alpina.

Por cierto, la misma autopista, que antes de ser gratis, nos echaba para atrás a la hora de venir a hacer esta ruta.

Pero valió la pena la espera, el Molló de la Creu nos fascinó, y es por eso que todas las fotos restantes de la ruta fueron para él.

Lo vemos aquí como emergiendo de un huerto de naranjos...

...que estamos hablando del Cervino Valenciano, y más valenciano que las naranjas no hay nada, bueno, y la paella.

Si yo fuese de la zona y tuviese un almacén de naranjas no tendría ninguna duda de cual sería mi eslogan comercial 😉.

Qué buen sabor de boca dejan las rutas en las que has ascendido a montañas tan bellas como esta.


Un saludo a tod@s y hasta la próxima!!.



  • Longitud del recorrido: 7 kilómetros.
  • Desnivel positivo acumulado: 450 metros.
  • Desnivel negativo acumulado: 450 metros.
  • Track de la ruta, cortesía de Paco Cuenca.
  • Si os animáis a realizar esta ruta quizás os interesaría saber que...
...a pesar de su corta longitud y su poco desnivel no se trata una ruta sencilla, sobre todo en la subida, pues en ella encontraréis tramos con mucha pendiente, con bastante piedra suelta, alguna que otra trepada y tramos expuestos en los accesos a las cuevas. La ruta de ascenso está balizada con hitos y puntos rojos. No encontramos ninguna fuente durante todo el recorrido.

12 comentarios:

  1. Hola Dani,

    Que preciosidad de montaña!!! Le queda que ni pintado el título de Cervino Valenciano.

    Espectacular esa subida por la cara Sur del Molló de la Creu, con visitas incluidas a esas bonitas cuevas calizas, no me extraña que se os hiciera tarde después de visitarlas todas... jajaja

    Si no pudiste disfrutar de las vistas ya sabes, te va a tocar volver, que si no tienes con quien ir tranquilo, que yo me sacrifico y te acompaño a subirla de nuevo... jajaja

    Un abrazo.

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    1. Hola David.

      Si, es una montaña que sorprende por su belleza. Es pequeña en altura, pero tiene mucha presencia y personalidad, y como has visto la subida por su vertiente sur tiene su puntito.

      Respecto a lo de las cuevas, pues se nos quedó en el tintero visitar la de l'Abisme, cuyo desvío nos saltamos por despiste, y esta es más grande y tiene formaciones y todo, si la llegamos a visitar entonces si que no llegamos a Betxí a hora de comer ni de coña.

      Pues bien, te apunto como compañero en mi próxima subida al Molló de la Creu jejeje.

      Un abrazo.

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  2. Hola Dani.

    Curioso lo de los "Cervinos Ibéricos", me imagino que uno de los que entraría en esa lista sería la Peña Gratal, aunque lo que no me cuadra es incluir al Anayet ...

    En cuanto al recorrido, después de ver los datos, me he quedado sorprendido, porque pensaba que era más larga y con más desnivel, al ver las trepadas y sobre todo esa pared tan vertical, que con todas esas cuevas parece un queso gruyere.

    Al final una circular muy bonito y atractiva que recorrer, esa zona sin duda sorprende, porque entre tanto "paraíso" vacacional, esconde unas sierras y montañas de gran envergadura, a pesar de su modesta altura.

    Un saludo

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    1. Hola Eduardo.

      Así es, como contrapunto a toda esa vorágine vacacional y de playas de hormigón tenemos una línea de montañas costeras que son una maravilla: el Molló de la Creu, el Montgó, el Mondúber, Serra Gelada, Desert de les Palmes...

      El desnivel es todo el que da la montaña, pues se empieza a nivel del mar y la montaña mide 450 metros, y la subida es muy directa.

      Respecto a lo del Anayet, entre los criterios de Grandes Espacios para designar esos "Cervinos Ibéricos", además del parecido razonable también estaban el aislamiento y la presencia imponente, y el Anayet cumple con estos dos últimos requisitos, por lo que no veo mal que estuviese en la lista, además, desde ciertas perspectivas si que guarda un cierto parecido con el Cervino. La Peña Gratal no estaba en la lista inicial, supongo que en el concurso posterior alguien mandaría la foto, pues también cumple con esos requisitos.ç

      Un saludo.

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    2. Si, es cierto, por el valle de la Canal Roya, si que tiene su parecido.

      Un saludo

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    3. Efectivamente, esa es la perspectiva que enseñan en el artículo!!

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  3. Hola Dani.

    Me ha parecido sobre todo sorprendente esta montaña y su entorno!!

    Las fotos de vosotros con las diferentes cuevas son muy chulas, al igual que las de la silueta del Molló de Falconera (me gusta más este nombre) con las naranjas. Lástima por los horizontes!!

    Ole por esa amistad tan buena (en los buenos y los malos momentos) de Miguel Ángel y tuya. Por muchos años y muchas rutas!!!

    Un abrazo.

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    1. Hola Toni.

      A pesar de la ausencia de vistas volvimos encantados de este Molló de Falconera (a mi también me gusta más este nombre, pero para gustos colores). Una montaña bella, con presencia, y que además nos brindó una subida con su punto de aventura, y en la que pudimos visitar varias cuevas (nos quedó la espina de la Cova de l'Abisme) en las que nos hicimos fotos muy chulas (al final se me olvidó poner el vídeo en el que con la brizna de hierba se aprecia la corriente de aire que salía de la tercera cueva). Pasamos una muy buena mañana en el monte.

      Para los momentos difíciles nada mejor que rodearse de buenos amigos... y montaña, es la mejor terapia!!.

      Un abrazo.

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  4. Eso se avisa Dani !!!!!!
    Es una de mis montañas favoritas. El Cervino de la Safor. Qué te voy a contar !!!. Una pena que te perdieras la Cova del Abisme, un lugar en el que hay que tener mucha precaución. En 2017 hubo un trágico accidente de una espeleóloga que me conmovió muchísimo, y mira tú por donde he rememorado la noticia y he visto que esta web (http://descendedor.blogspot.com/2017/02/) me trincó alguna foto de mi blog sin el menor rubor.
    Poco más te tengo que contar del Molló de la Creu (yo le sigo llamando así) del que me enamoré hace un montón de años y es un amor que rememoro cada jueves cuando paso por su lado. Habrá que volver a acariciarla para que ese amor no se pierda. Un abrazo.

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    1. Hola Paco.

      Te prometo que cuando vuelva al Molló a solventar las cuentas que se nos quedaron pendientes (vistas, y las dos cuevas, la de l'Abisme y la de les Meravelles) te avisaré. Espero que al Molló no le moleste que interfiera en vuestro particular romance jejeje.

      La verdad es que es una montaña que te conquista desde el primer contacto visual pleno con ella (la visión desde la autopista es tan fugaz que no te da tiempo a contemplarla bien), es de esas montañas que te tirarías rato y rato embobado contemplándola, si a ello le sumamos la aventurera ascensión que guarda en su vertiente sur, nuestro Cervino particular se convierte en una montaña imprescindible.

      Un abrazo.

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  5. Hola Dani...
    Pues justamente ese "Cervino Valenciano",que aun no conozco,fue una de las opciones para el sábado 7 de marzo.
    Como por la tarde era el Mendi Tour,pensé en hacer una ruta cerca y volver a casa a comer,para no ir con prisas luego a Canet.Al final me decante por el Matamón y el Trencall,en Catadau,que estaban más cerca y que tuve que cambiar a última hora por las fuertes rachas de viento prevista.En breve contaré esa historia...
    Bueno,volvamos a ese estetico Molló,que hay que ver lo mucho que ofrece esa montaña en una ruta corta,pero desde luego muy intensa.
    La verdad es que viendo tu entrada,da sensación de que la ruta es más larga de lo que al final fue.
    Desde luego que tiene una subida bastante vertical,con trepadas y algún pasito aéreo,además de esa cueva,que le da más plus si cabe a esta interesantísima ruta,que espero no tardar mucho en hacer.
    Las vistas andaron algo limitadas,pero bueno todo a veces no puede ser.
    Por cierto,curiosamente Pablo Once ha estado también esta semana en el Molló...jejeje.
    ¿Y sabes a que montaña me recuerda,visto de lejos ese Mollo de Falconera?...jejeje.

    Un abrazo.

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    1. Hola Juane.

      Jejejeje, "vuestro" Penyó de Vallada tampoco hubiese desentonado en esa lista de Cervinos Ibéricos.
      Pues si al final os hubieseis decantado por este Molló allí que os hubieseis encontrado con Pablo y su grupo... te habrías encontrado con tres bloggers ese día jejeje.
      Mola mucho el Molló, tanto su imponente estampa, como su subida, de las que te hacen sudar y tampoco bajar la guardia, pero que al final resulta muy disfrutona. Y es verdad, al finalizar la ruta queda la sensación de haber hecho más kilómetros, pero es una ruta muy cortita, pero repito, muy intensa.
      Dices que no has subido al Molló, pues es una buena opción para cuando acabe esta cuarentena, que se prevé larga, para que las piernas vuelvan a coger tono jejeje.

      Un abrazo.

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