Peñarroya de Tastavins - la Tosa - Rocas del Masmut

 Sábado, 1 de octubre de 2022

En el pasado 2022 solo hicimos una ruta en nuestra vecina Teruel, pero vaya ruta, nada más y nada menos que en la mágica comarca del Matarraña. De entre todos sus bonitos y singulares pueblos nos acercamos a Peñarroya de Tastavins. ¿Y cual es el enclave natural más popular de Peñarroya de Tastavins?, efectivamente, las espectaculares peñas de conglomerado del Masmut. Además de hacer la clásica circular alrededor suyo añadimos, y creo que con buen criterio, la ascensión a la Tosa, quedando así una ruta mucho más completa.

Empezar la ruta desde la Balsa de San Miguel nos hubiese ahorrado unos tres kilómetros de ruta, pero de haberlo hecho nos hubiésemos perdido el bonito caminete que sube allí desde Peñarroya, tampoco hubiésemos aprendido la historia del Pont Xafat y nos hubiésemos perdido unas bonitas vistas del valle y del propio pueblo.

Y también hubiese sido una pena, una vez en la Balsa de San Miguel, haber optado por hacer la clásica circular y habernos olvidado de la alternativa de la Tosa, pues nos hubiésemos perdido un largo y delicioso tramo de sendero por el bosque, tan delicioso que uno se olvida incluso de hacer fotos. Y nos hubiésemos perdido también el paso por el pequeño estrecho calizo del Barranco de la Vuelta, antesala a la dura, y a tramos bonita, subida a la Tosa, punto culminante de esta excursión y un buen mirador panorámico. Aunque para panorámicas las de la bajada, en especial hacia el fascinante macizo del Tossal de l'Hereu. Las ruinas de la Nevera de Borla nos recordaron que antaño aquí solía nevar con más frecuencia.

Lo que no hubiese sido necesario es acercarse al Mirador del Masmut, pues la llegada a la pista que baja al Collado de Borla ya nos ofreció una espectacular visión del bestial conjunto de conglomerados, pero como no quedaba lejos y además era gratis... Lo que hubiese sido un crimen, al llegar a dicho collado, hubiese sido no aprovecharnos de la trocha que, trepaditas mediante, sube hasta lo alto de las Rocas del Masmut. Qué gozada dominar los valles circundantes desde allí arriba. Con semejante botín volvimos al Collado de Borla para, ahora si, ponernos con la clásica circular al Masmut. El primer tramo es un prolongado descenso hacia el cauce del Río de los Prados, y en el primer tramo de este primer tramo las vistas hacia el Masmut son apabullantes. 

Una vez en el río caminamos junto a él largo rato, aguas, escasas, abajo. Las torres del Masmut, que se nos habían ocultado ya hacía rato, volvieron a aparecer de forma espectacular, mostrándonos incluso unos perfiles atrevidamente dolomíticos. El Puente de la Canaleta nos recordó que igual de importante es la grandeza natural como las pequeñas obras de arquitectura ancestral. Y a la que nos quisimos dar cuenta nos plantamos de nuevo en la Balsa de San Miguel, menuda circular guapa nos habíamos marcado Laia y yo. Solo nos quedaba deshacer camino hasta Peñarroya de Tastavins, dar una vuelta por sus bonitas calles y buscar un bar donde tomarnos la cervecilla de rigor. Hubiese sido una pena no encontrar ninguno...

En este repor no van a haber fotos de las calles de Peñarroya de Tastavins, sencillamente por que no las hice, ni al principio ni al final, y es que ese día hubo muchos tramos de la ruta en los que me olvidé por completo de la cámara. Si os apetece ver fotos de Peñarroya y su arquitectura entrad en este enlace. Ya hemos abandonado las calles del pueblo. Peirón que conmemora el hermanamiento de Peñarroya de Tastavins y Vallibona, detrás tenemos...

...el Pont Xafat, uno de los accesos que tenía el desaparecido castillo musulmán en cuyo alrededor se fue asentando Peñarroya. Aún son visibles los arranques en ladrillo del portón.

Junto al Pont Xafat se encuentra esta curiosa construcción, que si no me equivoco se trata de un museo.

Avanzamos por el sendero que sube hasta la Balsa de San Miguel, que nos deja con buenas vistas del valle...

...y de Peñarroya de Tastavins. También es correcto utilizar el topónimo Pena-Roja de Tastavins, ya que en este pueblo turolense, al igual que en muchos otros del Matarraña la lengua habitual es el catalán. Al fondo aparece también el pueblo de Monroyo.

Tampoco hice fotos, ni de la Balsa de San Miguel ni del posterior tramo de bosque, en el cual me dediqué simplemente a disfrutar del placer que fue caminar por él. Al entrar en el pequeño estrecho del Barranco de la Vuelta ya si que desenfundé mi Canon.

Solo por el tramo boscoso (fiaros de mi palabra, es precioso), y este estrecho, ya valió la pena añadir la subida a la Tosa.

Laia disfrutó incluso más que yo este paso por el barranco.

Nada más salir del barranco empezó la exigente subida a la Tosa, subida que encontramos en algunos puntos acondicionada con escalones de madera y barandillas.

Este es el punto de la subida que más me gustó ya que el trazado dibuja una curva y pasa a discurrir por la ladera de en frente.

Alcanzamos un colladete, en el que están las ruinas del Mas de Mingogil (no hay foto) y se nos abren estas amplias panorámicas hacia poniente.

Seguimos subiendo (si afináis la vista veréis las ruinas mencionadas de la foto anterior)...

...y alcanzamos este espectacular mirador cercano a la cima, en el que hay un banco de madera (no me gusta para nada esta moda actual de colocar bancos en la montaña) y un panel informativo.

En el corto trayecto del mirador a la cima tuvimos estas vistas hacia el norte, en las que distinguimos Peñarroya de Tastavins.

Alcanzamos la cima la Tosa, situada a 1195 metros de altitud y coronada por un vértice geodésico y algunos ornamentos más.

Utilizando el vértice como trípode pude sacar alguna foto "decente" de los Pirineos, que se veían difusos, pero se veían. En casa, subiendo las sombras a algunas de las fotos me di cuanta que fotografié ni nada más ni nada menos que el Posets.

Vistas hacia levante y el Tossal de l'Hereu.

Y esa zona, la del Tossal de l'Hereu sería la protagonista visual de la bajada de la Tosa.

Pero también hay que mirar el suelo que pisamos, pues podemos encontrar cositas tan interesantes como estos Boletus Satanas.

El macizo del Tossal de l'Hereu nos va mostrando sus mejores líneas, pero, ¿qué nos indica ese cartel?...

...la cercanía de la Nevera de Borla, la cual nos acercamos a visitar y fotografiar.

Espectacular panorámica de l'Hereu.

Hay una ruta de subida a esta montaña desde Peñarroya de Tastavins, y que por supuesto está apuntada en la agenda.

Pero de repente a l'Hereu le surgió un serio competidor visual, el Masmut.

Nos acercaremos al mirador.

Así se ven las Rocas del Masmut desde dicho mirador.

También es un buen punto para deleitarse con l'Hereu.

Y sin perder de vista el Masmut nos fuimos aproximando al Collado de Borla.

El Masmut, desde el Collado de Borla.

No desperdiciaremos la ocasión de subir hasta lo más alto de las peñas.

La subida es bastante vertical, como bien atestigua esta imagen, y hay que hacer alguna trepada. Aunque no lo parezca el conglomerado da buena confianza.

Eso si, hay que estar atento a los hitos para no errar el camino correcto a la cima y no meterse en un berenjenal.

En lo más alto del Masmut, impresionante.

Nos subiremos a diversas cotas, ya no por el hecho de subirnos a la más alta, sino para disfrutar de diferentes perspectivas.

Esta parece más alta que la del fondo (en la que está mi mochila), la altura culminante del Masmut son 1035 metros.

Esta perspectiva, además de las grandes panorámicas, nos permitió ver que la parte alta del Masmut es como un valle colgado, rollo Castillo d'Acher.

Fascinante geología y enormes vistas. Más no podíamos pedir.

Tras estar un buen rato allí arriba nos pusimos con la bajada. Destrepando con cuidado lo trepado.

Y de nuevo en el Coll de Borla nos pusimos con al circular a las peñas, empezamos rodeándolas por el sur. En las siguientes fotos, que hable el Masmut...

Tampoco son mancas las vistas hacia l'Hereu. El sendero se embosca en un punto y se nos ocultará toda panorámica. Tenemos que bajar al cauce del Río de los Prados, el cual vemos allá abajo.

Ya estamos caminando junto al río, en el primer tramo el protagonismo visual corre a cargo de las laderas de l'Hereu...

...que también nos muestran su peculiar geología.

Por desgracia el Río de los Prados solo tenía algunas pozas residuales. Al menos el agua estaba limpia y Laia se pudo refrescar. Vuelven a aparecer las Rocas del Masmut...

...y lo hacen de forma imponente.

Si la vertiente sur del Masmut es espectacular la oriental no tiene nada que envidiarle.

Ni que decir que el Masmut es un paraíso para los escaladores, pues hay multitud de vías en estas paredes de conglomerado.

Pero no todo fueron altas paredes, en un punto del camino encontramos el Puente de la Canaleta, data del siglo XVIII y según el panel informativo su construcción tuvo que ver con una promesa electoral.

La mejor manera de observar este puente de un solo ojo es bajando al estrecho, en este punto, cauce del Río de los Prados.

Y seguimos con el rodeo al Masmut...

...ahora por su vertiente norte...

...que nos mostró perfiles muy al estilo de las Tre Cime di Lavaredo.

Ir a los Dolomitas de momento es un sueño, que algún día haré realidad, pero en ese momento estábamos en el Matarraña, que también es una pasada, por lo tanto teníamos que disfrutar de esa mágica realidad.

A vosotros, del Masmut ¿qué vertiente os ha gustado más, la sur, la este o la norte?. Decírmelo en los comentarios

Y en este día tan raro que tuve haciendo fotos esta fue la última que hice. Os lo compenso con un pequeño vídeo que he montado con algunas tomas que grabé. La música corre a cargo de los suecos Opeth, y el apoteósico tramo final de su obra maestra Continuum, incluida en su magistral In Cauda Venenum, de 2019.

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