Sábado 10 de febrero de 2024
Enclavado en el Parc Natural de la Serra del Montsant, el Congost de Fraguerau es uno de los conjuntos geológicos más peculiares de las montañas y sierras tarraconenses. La ruta que nos ocupa, en la que el objetivo principal fue conocer este fascinante paraje, fue una de las dos que realizamos en la escapada que hicimos al Montsant, en un gélido fin de semana de febrero de 2024.
Este primer capítulo arrancó en la Ermita de Sant Antoni de Ulldemolins, a la que llegamos en la tarde/noche del viernes. Al final del reportaje os cuento una cosita que tuvo que ver con el hecho de haber pernoctado allí con la furgoneta, y que varió un poco la planificación del fin de semana.
Desde la ermita, y guiados por las marcas de la GR 65.5.1 (cualquier día de estos seguir una ruta GR requerirá de una licenciatura en matemáticas 😅), nos fuimos aproximando hacia el Riu de Montsant, que es el curso fluvial que discurre por el interior del Congost de Fraguerau. Unas preciosas marmitas, conocidas como Cadolles Fondes, nos dieron la bienvenida a un fascinante paisaje en el que la erosión ha moldeado a su antojo la roca, como si de plastilina se tratase, a niveles que coquetean con lo extravagante. Por otra parte, el lugar transmite energía y magnetismo por los cuatro costados, así que no resulta extraño que, al igual que ocurre con el Montsant en general, este fuese un lugar que atrajese a eremitas y anacoretas a hacer retiros espirituales. Ahí están todas las ermitas que hay diseminadas a lo largo y ancho del parque natural dando constancia de la espiritualidad que emana el Montsant. De todas ellas, además de la ya consabida de Sant Antoni, nosotros, en esta ruta, también visitamos la de Sant Bertomeu de Fraguerau, construida en uno de los rincones más espectaculares de este asombroso Congost.
Tras visitar la ermita volvimos sobre nuestros pasos hasta más o menos mitad recorrido del Congost, punto en el que nos desviamos por un ramal que nos serviría para abandonar la compañía del río y cascarnos casi 600 metros de desnivel de sopetón y alcanzar así la Punta dels Pins Carrassers, en cuya cima tuvimos una visión más amplia de todo el entorno. Como el día, ventoso y extremadamente frío, no invitaba a andar mucho por las alturas, a la primera ocasión (en forma de sendero) que tuvimos de bajarnos de la parte alta, lo hicimos. Podríamos haber estirado la ruta un poco más, es cierto, pero ese día ya nos dimos por satisfechos con lo visto y andado.
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Ermita de Sant Antoni. Fotos, esta y la siguiente, tomadas en la primavera de 2022, durante un breve paso que hicimos por la zona. |
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Interior de la ermita, también llamada de Santa Bàrbara, ya que antes del año 1550, que es cuando se empezó a rendir devoción por Sant Antoni de Pàdua, esta santa fue la titular de este pequeño templo. De hecho, junto a la cruz están las imágenes de los dos santos. |
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Hecho este apunte, vamos con nuestra religión, que no es otra que la montaña. El día amaneció encapotado, y frío, muy fío. |
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Así que para entrar en calor nada mejor que ponerse a andar. Empezamos en ligera bajada, camino del Riu del Montsant y el Congost de Fraguerau, ya visible desde la distancia. |
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De camino al Congost, y en uno de los barranquetes cercanos, vimos esto. Por curiosidad le he aplicado Google Lens a la imagen y es increíble la cantidad de escenas como esta que se repiten a lo largo y ancho de las montañas peninsulares. |
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Pasamos junto a la Font de la Gleva y enseguida nos vimos asomados al Riu del Montsant... |
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...y a les Cadolles Fondes. |
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Menuda toma de contacto con el Congost de Fraguerau que tuvimos. |
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Precioso estrechamiento del Riu del Montsant. |
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Visto este bonito rincón del río nos dispusimos a adentrarnos, aguas abajo, en su valle. Desde este punto ya pudimos ver algunas formaciones interesantes... |
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...como los Tres Jurats Petits, a los que subiríamos en la segunda parte de la ruta. |
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Y si os preguntabais si estaba haciendo la ruta en solitario, la respuesta es no 😉. |
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Con nuestra entrada en el Congost empezaba el festival de rocas erosionadas. |
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El río tiene algunas ramificaciones, que forman increíbles rincones. Este es el Racó de la Pastera. |
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Un buen sendero nos fue adentrando en el Congost, unas veces más cerca del río y otras más alejado... |
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...pero siempre sin dejar de ver el entorno... |
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...con sus formaciones y coloraciones. |
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Al igual que en Montserrat, o en la Pedriza, aquí algunas formaciones también tienen nombre propio. Esta es una de las más características del conjunto y se la conoce como el Buda, el Cap del Bisbe, el Cap del Moro o el Cap del Turc, según donde se consulte... |
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...lo cual demuestra que lugares como este dan rienda suelta a la imaginación. |
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Un poco más adelante de donde esta Laia abandonamos este sendero para pasar a la otra margen del río y así adentrarnos en un barranquete tributario del río. |
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Enseguida veréis el porque de introducirnos en esta ramificación. De momento continuamos viendo asombrosas formaciones. Por cierto, antes de hacer la ruta leímos que para cruzar a la otra margen del río y entrar en este rincón había un puente colgante. Nosotros no vimos más que los restos, y algún soporte de este. De todas maneras pudimos vadear el río sin problemas. |
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Esta escultura natural también tiene nombre propio, el Camell. Si tenéis dudas de por que luego os enseñaré una perspectiva que os las disiparán. |
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Y unos cuantos metros sobre nosotros, y disfrutando de las térmicas, este amiguito no se perdió ni un segundo de nuestro avance. |
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No es al animal que más quiero, como si le ocurre a un tal Roberto de Plasencia, pero si que me despierta mucha simpatía 😉. |
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El motivo de habernos adentrado en este rinconazo... |
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...fue visitar la Ermita de San Bertomeu de Fraguerau. |
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En los muros de este pequeño templo pudimos observar símbolos y grabados como estos... |
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...o esta placa, que reafirma lo que os había dicho antes del eremitismo. |
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El entorno y las vistas de la ermita son fantásticos. |
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Y qué decir de las formaciones, con ese bolo y la beluga de detrás. |
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Volvemos a la ermita, que es de estilo románico, y aunque en la inscripción de antes venía el año 1799 el templo data del siglo XII, y fue fundada por el monje Guerau Miquel (Fra Guerau), ¿Atáis cabos? 😉. |
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Frente a la ermita, y adosados a una balma, hay unos habitáculos, que visitaríamos después... |
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...pero antes recorrimos, hasta donde nos fue posible, unas repisas colgadas al barranco. |
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Así descubrimos este otro bolo. |
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Como le gusta a mi osada compañera asomarse a los bordes, ¿Será por que es una Border Collie? 🤪. Al fondo la Punta dels Pins Carrassers, a la que estaríamos subiendo en un rato. |
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En este punto terminó nuestra andadura por esta repisa. |
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La erosión no solo ha creado formas, también ha provocado, a modo de huellas, oquedades en la roca. |
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El barranco al que nos vimos asomados aquí es el Barranc de Sant Bertomeu. |
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Con precaución en la repisa, bien pegaditos a la pared. |
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De vuelta a la ermita, y antes de visitar la construcción de la balma, estuvimos fisgando un poco más por allí, descubriendo este estrecho. |
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Y ahora si, nos dispusimos a visitar la balma. |
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Esta tiene diferentes oquedades, que permiten ver las formaciones... |
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...y también ventanucos, desde los que vimos la ermita. |
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La ermita, desde otra perspectiva. |
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El habitáculo de la balma tiene entrada y salida. |
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Venga, dejemos volar la imaginación. Yo aquí veo un pequeño dinosaurio, más bien regordete, castigado de cara a la pared. |
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Y estas, además de dos jorobas, ¿No os sugieren otra cosa? 😏. |
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A esta no le he encontrado ningún parecido, pero me parece siniestra. |
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De vuelta al Riu de Montsant... |
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...donde nos pusimos con la subida a la Punta dels Pins Carrassers, volviendo a ver esta formación... |
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...el Camell. No hay dudas, ¿Verdad?. |
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En el Montsant, todos los caminos que suben a la parte alta se les conoce como graus, este en concreto es el Grau de la Cornereda. |
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Muchos de estos graus están tallados en la roca, e incluso equipados a modo de ferrata. No es el caso de este en concreto, que aún así tiene secciones muy interesantes. |
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En un punto concreto de la subida nos desviaríamos brevemente para visitar los Tres Jurats Petits. |
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Para llegar a estos tres monolitos tuvimos que efectuar un sencillo trepe. |
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Y allí arriba que nos plantamos, en la plataforma donde se asientan estas tres grandes rocas. |
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Desde allí vimos la continuidad de la ruta. |
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En el monolito de piedra de centro hay una placa en honor a un montañero. |
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Y por supuesto desde este punto tuvimos buenas vistas hacia el Congost, vistas que irían mejorando después. |
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Dejamos a estos tres eternos vigilantes del Congost... |
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...y continuamos con la subida hacia la Punta dels Pins Carrassers. |
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La subida, tal y como os he dicho, fue un continuo balcón hacia el Congost, pudiendo ver incluso las aguas del río. |
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Otro balconazo, al que por supuesto también se asomó la intrépida Laia. |
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Mirad que maravilla, y más con los claros que se abrieron en el cielo. |
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Punta dels Mònecs, coronada por una roca que recuerda a una esfinge egipcia. |
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Espectacular Congost de Fraguerau, visto desde las alturas. |
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Alcanzamos el parte alta de la sierra, donde se ampliaron las panorámicas. Una mirada hacia la zona occidental del Montsant... |
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...y otra hacia los diferentes barrancos que resquebrajan la parte central del macizo. |
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En esos momentos no lo sabíamos, pero una de las puntas que veíamos, en la lejanía, en la zona occidental del Montsant, era la Cogulla, y sería la protagonista de la ruta del día siguiente. |
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Rampa final a la cima, que nos asomó a Ulldemolins y a su valle. |
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Punta dels Pins Carrassers, 1052 metros, con un buen patio hacia el norte. Esta cima está incluida en el listado 100 Cims. |
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Mirada hacia el corto tramo de cordal que recorreríamos y hacia el extremo oriental del Montsant... |
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...donde pudimos ver su cima más alta, la Roca Corbatera, a la que subimos, un año y pico antes, el amigo Bonilla y yo. |
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No estuvimos mucho rato en la cima. Al resguardo de unas rocas hicimos una breve pausa para comer, tras lo cual iniciamos la bajada. |
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El Grau del Llop fue la primera opción que se nos presentó para bajar y fue la que elegimos. Vistazo hacia la cima ascendida. |
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La bajada no tuvo mucho que contar, así que despido el reportaje con esta foto... |
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...y con esta, una de proas rocosas tan características del Montsant. |
Y ahora os cuento la historieta tras la ruta. El plan previsto era, nada más terminar la ruta, montarnos en la furgo e irnos a la zona del Caro, en Lo Port, para hacer una ruta allí el día siguiente, pero antes de ello nos acercamos al refugio de la ermita para echar una cerveza. De charreta con el guarda, este dedujo que habíamos dormido allí con la furgoneta, y me comentó que estaba permitido, pero no en el sitio donde lo hicimos, sino en una zona habilitada para ello, a escasos metros de allí, y que además había que abonar (si no recuerdo mal) tres euros. Comprendió perfectamente el hecho de que al llegar de noche no me diese cuenta de una cosa ni de la otra. Y aquí hago un inciso para que tomen nota en otros sitios, primero de la actitud del guarda, de informar en vez de haber dado parte a los agentes medioambientales o a quien sea; y luego la normativa del Monstant, siendo un parque natural, de regular en vez de prohibir, y es que tres euros no van a ningún lado, y el sitio habilitado para pernoctar contaba con lavaderos y aseos... Total que quise pagarle, pero el no quería cobrarme, pero ante mi insistencia me dijo que vale, que cogía el dinero, pero nos invitaba a que nos quedásemos allí, en el sitio habilitado, a pasar la noche, es por eso que el reportaje que podréis leer en diez días será de la ruta, no muy lejos de allí, que nos recomendó hacer el guarda...
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