29 de mayo de 2024

El Mascún, la Joya del Pre-Pirineo

 Domingo 9 de abril de 2023

Vamos con el plato fuerte de nuestra escapada pascuera a la Sierra de Guara. Aunque ser el plato fuerte de esta escapada fue el menor de los honores que se llevó esta ruta, pues también se llevó el premio gordo de haber sido la mejor y más espectacular ruta de todas las que hicimos en 2023. Y respecto al paraje, el Mascún, y esto ya es una apreciación totalmente personal, lo proclamo como la joya indiscutible de toda la línea pre-pirenaica. Entiendo perfectamente que penséis que me he venido muy arriba afirmando tal cosa, pero quizás cuando hayáis acabado de visionar este reportaje os subáis a mi barco...




Esta ruta empezó en las calles de Rodellar. Cuando llegamos allí la tarde anterior nos dio la sensación de haber llegado a un sitio muy remoto y aislado, y esa sensación de lejanía y aislamiento se acrecentó cuando el sendero nos fue adentrando más y más en la montaña... Y de repente, el subidón de vernos asomados por primera vez al Mascún, y comprobar que de todas las cicatrices que hay dibujadas en la dura piel de Guara esta es la más profunda y espectacular. La estampa que tuvimos desde esta loma, con el Mascún allá abajo, y la silueta del macizo de Monte Perdido de fondo, no es de las que se olvidan con facilidad... Y continuamos andando y alejándonos más y más, hasta que llegó el momento de empezar a bajar hacia el barranco. El contacto con el mismo se produjo en un punto, y vaya punto, el precioso rincón en el que se descuelga el Saltador de las Lañas... Y hay que hablar de las fajas del Mascún. La que nos dio acceso a la cascada es una delicatessen, pero las de la vertiente contraria, ay amigos, esas se llevarían todas las estrellas posibles de la conocida marca de neumáticos. Menudo espectáculo de senderos colgados sobre las salvajes profundidades del barranco y de formaciones imposibles e inverosímiles. Las palabras majestuoso y empequeñecer tenían que aparecer obligatoriamente en este reportaje y aquí están... Y casi sin darnos cuenta nos vimos frente a un paisaje de suaves lomas, pobladas de robles aún con galas invernales. Y allí, en mitad de ese apacible paraje, como queriendo permanecer ajeno a la bestialidad de barranco que se esconde pocos metros al este, el despoblado de Otín, prueba tangible de que antaño, aquí, en este remoto lugar, logro salir adelante la vida humana, y como hubo gente, hubo historias... Y de la misma forma que nos vimos fuera de la influencia del Mascún nos volvimos a ver inmersos en ella. Ya no hubo fajas, pero si más y más formaciones rocosas, algunas de ellas fabulosas. Y ya cerca de Rodellar, con casi 20 kilómetros en patas y piernas, pero con la sensación de llevar 30, descubrimos el Mascún de los escaladores, y del Delfín...

Según Lucien Briet el topónimo Mascún vendría del término árabe "Maskhum", y cuyo significado vendría a ser como "Lugar habitado por los espíritus, los demonios y los seres sobrenaturales"... Yo, desde luego, de haber sido un espíritu, un demonio o un ser sobrenatural, también hubiese escogido un lugar tan majestuoso como este para vivir...

La carretera que lleva a Rodellar termina allí, lo que convierte a este pequeño pueblo oscense en un "Cul-de-sac". Del pueblo, y hacia el norte, solo se puede continuar a pie, y eso es lo que hicimos nosotros.

Esta foto es una muestra de lo que fueron los primeros compases de la ruta. Frondosos senderos con muros a ambos lados, un camino ancestral de libro.

Nuestro sendero inicial pasó por el caserío de Cheto...

...para adentrarse más adelante en el Barranco de la Virgen.

Mirando atrás vimos el punto donde este barranco confluye con el Mascún. Al fondo se levanta el Cabezo de Guara.

Mirad que atrás habíamos dejado Rodellar. Se dibujan las cicatrices del Barrasil y el Mascún.

Y hablando del Mascún, así de espectacular apareció ante nuestros ojos en un punto de la subida a la Peña Picarda

Estábamos ante un asombroso espectáculo de la naturaleza.

Mirando al fondo del barranco pudimos ver algunas de las formaciones que horas más adelante veríamos de más cerca.

Y allá al fondo, adornando más si cabe esta excelsa visión, el Pirineo...

...con uno de sus macizos más fascinantes, Monte Perdido. Las Treserols.

Teníamos que hacernos una foto en tan fantástico mirador. Una simpática pareja de franceses con los que fuimos coincidiendo durante la ruta se prestaron a ello.

Esa visión solo hizo que acrecentar nuestras ganas de llegar hasta el barranco, pero aún quedaba un buen trecho de terreno rompe-piernas de subidas y bajadas, alguna de ellas por pedreras.

En este tramo no perdimos de vista al Cabezo de Guara...

...y también encontramos nuevos y más cercanos balcones hacia el Mascún.

Tampoco perdimos las vistas hacia Ordesa, que además se ampliaron.

Además de ver el Pico de Marboré, el Cilindro y su collado, Monte Perdido y Pico de Añisclo...

...vimos el Taillón, el Dedo, la Falsa Brecha, la Punta Bazillac, la Brecha de Rolando, el Casco y la Torre.

También disfrutamos de la comodidad de algún tramo llano.

Como anécdota, en un punto del sendero, al ir a saltar un tronco caído escuchamos como un crepitar en el suelo, y que de inmediato comprobamos que lo producían la marabunta de hormigas carpinteras que estaba devorando dicho tronco.

Junto a las ruinas que vemos en la imagen hicimos una parada para almorzar. Después de ello continuamos la marcha. Al fondo del todo aparece el Puntón de Guara, en cuya cima habíamos estado dos días antes.

Y hubo más balcones hacia el barranco, en este vimos el punto donde el Raisín confluye con el Mascún, y que más tarde también veríamos de muy cerca.

Y antes de ponernos con la definitiva bajada gozamos de esta preciosa panorámica con la Ermita del Salvador en el despoblado de Bagüeste, con la Peña Montañesa y el Posets al fondo.

También aparecieron otras cimas pirenaicas en el horizonte, como Pico de la Espada, Punta Fuesa, Punta Suelza o el macizo del Bachimala.

Y ya en plena bajada al Mascún fuimos encontrando nuevos "asomones", en este, además de las profundidades del barranco, pudimos apreciar parte del sendero que transcurre en la margen contraria, y por el que circularíamos en una horita o así.

Al andar por ese sendero seguro que también tendríamos una diferente y más cercana perspectiva de esta espectacular aguja...

...pero eso sería más adelante, ahora tocaba disfrutar de la bajada...

...durante la cual ya vimos alguna de las pozas y cascadas del Mascún.

Y tras un tramo de bajada un poco más técnico, accedimos a la primera de las fajas de la margen izquierda del Mascún...

...que de inmediato enlazamos con esta otra, ya con cierto componente aéreo.

Ya nada más entrar en sus fauces, el Mascún este ya nos había conquistado. Basta con buscar a Laia y calibrar.

También me di cuenta, en ese mismo momento, que por muchas fotos que hiciera, y que las hice, estas no iban a lograr plasmar la verdadera grandeza del lugar.

Vistazo atrás, a esta primera faja del Mascún.

Esta faja nos depositó en el precioso Saltador de las Lañas, justo en el momento en el que descendían por él unos barranquistas y llegaban allí otros montañeros. Nos esperamos un rato allí para gozar del paraje en soledad.

Volvimos a coincidir allí con la pareja francesa, y nos volvieron a hacer una foto.

El Saltador de las Lañas, una bucólica pincelada en mitad de un entorno salvaje.

Y esta vez, con la ayuda de un pequeño trípode que llevaba en la mochila, nos volvimos a inmortalizar allí.

Este rincón, además de ser precioso, es el punto que nos iba a permitir de pasar de una vertiente del barranco a la otra.

Y con el bonito color de las aguas del Mascún como testigo empezamos dicha transición.

Empezamos a caminar por la margen derecha del Mascún, inicialmente por una repisa.

 No tardamos en ponernos a bastante altura con respecto al cauce. En este punto pudimos ver la faja que nos había conducido hasta el Saltador de las Lañas.

Y hablando de fajas, la repisa inicial se transformo en una.

Bonita faja, ancha y sin sensación de vacío... De momento.

Y como imaginábamos, este transito por la margen derecha nos otorgo una visión más cercana de las diferentes formaciones...

...y agujas del Mascún.

Y en esta espectacular fotografía os desafío a que encontréis a Laia y que además que calibrar la magnitud del lugar comprobéis con ella por donde discurre el sendero en este tramo.

Brutal todo, la faja, el sendero, la sensación aérea.

Este es el sendero de la faja. Lo suficientemente ancho como para pasar sin problemas.

Mirada atrás.

Os había comentado, fotos atrás, que veríamos de muy cerca el punto donde el Raisín confluye con el Mascún. Aquí lo tenemos.

Y aquí, en este rinconazo, el ambiente se tornó mucho más aéreo...

...y ahí está de nuevo mi compi para certificarlo.

Echamos un vistazo a la margen derecha del Mascún, hacia la faja que recorreríamos en unos minutos y a los espinazos y espolones que caen hacia el barranco.

Esta faja nos condujo hasta el collado que vemos en frente, donde las, ese día escasas aguas, del Raisín se descuelgan de forma abrupta. En dicho collado engancharíamos la margen derecha del Mascún y sus fajas.

Ya vamos por dichas vertiente y faja. A continuación una sucesión de fotos en las que aparecerán dos compañeras que iban detrás nuestro, y con las que podréis calibrar perfectamente la magnitud y lo aéreo del lugar.






Y más o menos, en este punto de la faja, y a la sombra del desplome, hicimos la parada a comer.

Menudas vistas tuvimos durante la comida.

Retomamos la marcha, disfrutando del magnífico paisaje...

...y de las diferentes esculturas naturales del barranco.


Al fondo volvieron a aparecer los Pirineos, haciendo el espectáculo si cabe más soberbio.

Esta faja también tuvo algunos sube y bajas, que sumado a la longitud del recorrido hacen de esta un ruta exigente en el aspecto físico. También agradecimos mucho estos tramos de sombra.

Una de esas subidas fue la antesala de otro excelso tramo del recorrido. Os propongo un nuevo ejercicio de agudeza visual para que calibréis. A ver si encontráis a la pareja de franceses en la faja.

Aquí está Laia en este espectacular, uno más, tramo de faja.

Y en el barranco más y más formaciones, desde las tres jorobas de la derecha...

...y esta abstracta maravilla, con "forat" incluido.

Hubo quien controló esta maravilla desde mucho más arriba que nosotros.

Aquí en este punto pude captar de nuevo...

...a las dos compañeras, que parecían dos hormiguitas. Al final de la ruta coincidí con ellas en una terraza de Rodellar, y cuando les enseñé las fotos fliparon...

Y de repente nos vimos fuera del barranco. Ante nosotros apareció este paisaje mucho más amable...

...allí se encuentra el despoblado de Otín. Lo primero que nos llamó la atención fue esto, y es que a pesar de estar ya deshabitado por completo, a mitad de la década de los 90 del siglo pasado en Otín hubo un bar, el Bar Manolo, en el que los excursionistas y barranquistas podían comerse unos bocatas y beberse una cerveza.

Una de las calles del barrio bajo de Otín.

Detalle de una de las fachadas de esta población, en la que a pesar de que solo se podía llegar andando o en carro, llegaron a vivir un centenar de personas. Si queréis saber más sobre Otín os recomiendo que leáis este excelente artículo de la página de Faustino Calderón Los Pueblos Deshabitados. 

Por un precioso sendero, y bien acompañado por robles, subimos al barrio de arriba de Otín.

Buenos ejemplares de Quercus robur han crecido por allí. Aún veríamos de más grandes.

El barrio alto está cercano a un tozal, en lo alto del mismo se alza la iglesia de Otín...

...la Iglesia Parroquial de San Juan Butista.

Visitado Otín continuamos nuestro camino, en él aparecieron, tal y como os había dicho, un par de robles monumentales, este es uno...

...y este, tras el que se oculta Laia, es el otro.

No perdimos la ocasión de hacernos una foto junto con estos dos gigantes.

Tras habernos empapado un poco con la historia de Guara nos vimos asomados de nuevo al Mascún...

...y de qué manera!!!

Con la presencia de nuevo del Mascún iniciamos una larga bajada hasta su cauce.

Durante esta bajada fuimos espectadores privilegiados de un festival de formaciones y agujeros en la roca, unos más cercanos...

...y otros más lejanos.

Recuerdo que esta bajada, entre lo pedregoso del sendero, la calor, el cansancio acumulado de tres días seguidos de ruta, y que no me gustan las bajadas, se me hizo larga...

...pero no obstante en este tramo gozamos de un gran surtido de formaciones...

...y también de las constantes vistas hacia los abismos del Mascún.




Me encantó la siguiente secuencia, en la que a medida que íbamos avanzando y echando la vista atrás se fueron sumando formaciones y agujas, haciendo de este tramo final de bajada una auténtica delicia visual. 







Finalmente acabamos tocando el fondo del Mascún.

En general habíamos disfrutado de todo el barranco, pero más en concreto del tránsito por su margen derecha. Esta estampa puso un gran colofón.

Pero aún nos quedaba Mascún por delante, esta vez andando por su lecho, que en este tramo se encontraba seco.

Entrábamos en la extensa zona de escalada del Mascún, y lo hacíamos con la presencia de uno de los emblemas de Guara...

...el Delfín.

Y como todo está conectado, con la presencia del Delfín volvió a aparecer el agua en el barranco.

Y en compañía del agua, del Delfín, y con un ambiente de escalada total, nos pusimos con el tramo final de ruta...

...tramo que incluía una última subida, que acabó de reventar nuestras extremidades motrices y también la aguja del contador ICC.

Esta subida nos dio la oportunidad de volver a ver el Mascún desde arriba y despedirnos de esta colosal obra de la naturaleza.

Rodellar. Qué dos cervezakas me tomé en una de sus terrazas. Y qué acierto fue venir a descubrir Guara en esa Semana Santa. Despido esta trilogía de Guara con un vídeo resumen con algunos momentos que grabé durante las tres rutas. La canción que acompaña el vídeo es Cold Little Heart, obra maestra del británico Michael Kiwanuka, en su versión sin editar. El Stairway to Heaven del siglo XXI.




10 comentarios:

  1. Hola Dani,
    Espectacular ruta, con esas formaciones rocosas tan singulares.
    Me la apunto para cuando esté por la zona.
    Un abrazo!

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    1. Hola Rafa.
      Si alguna vez vas a la Sierra de Guara, esta ruta la tienes que hacer obligatoriamente, pues como has podido comprobar, es espectacular.
      Gracias por el comentario 😉.
      Un abrazo.

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  2. Hola Dani.

    Te iba a decir muchas cosas, pero, es que ... uno se queda en blanco al ver toda está maravilla que se ha formando en el entorno del barranco de Mascún.

    Ya, cuando uno llega al aparcamiento que hay a la entrada de Rodellar, ya se ve que uno se encuentra en un paraje diferente, con mucho ambiente montañero, En los últimos años ha aflorado mucho el senderismo en esa zona, pero, no hay que olvidar, que siempre ha sido una zona de escalada por excelencia.

    Dar un paseo por Rodellar, es una delicia y la circular, no puede comenzar de mejor manera, que, por ese bosquete entre muros de piedra seca que va a Cheto, además, la primera vez que se ve el Mascún subiendo a la Peña Picarda, uno se queda perplejo ante la magnitud del lugar que va a descubrir.

    La circular, lleva unas buenas horas de caminata, pero, si uno se fuera deteniendo en cada punto y fuese rascando un poco, faltarían horas para poder terminar con la luz solar. Sol, que habrás podido comprobar en esos días, que, le da con ganas 🥵.

    Y que bonito es el rincón que conforma el Saltadero as Lañas, ya, desde arriba, impacta, ver esa poza de agua turquesa. Nosotros, también lo elegimos para hacer una larga parada, el rincón lo merece, aunque no es fácil que caía agua por la cascada.

    Las fajas, resultan espectaculares, más "fáciles" de recorrer de lo que parecen, solo recuerdo un paso bastante estrecho, donde había que pegarse a la pared en el sendero d'as Zinglas (son las dos fajas en herradura, que baja al Saltadero y sube hasta la cabecera del barranco de Raisén), eso sí, salvo en la primera faja, la sensación de vació, es brutal.

    Y cuando parece que las fajas han terminado, cruzas el barranco de Raisén y continúa la diversión, otra sección más de fajas (sendero d'as Peñas Altas), más light pero igual de impresionante y, que bien hubiera estado, que siguiera el bar de Manolo y echarse unas cervezas, que con la sudada que se lleva ya, entrarían solas.

    El descenso por la Costera, estoy contigo, entre lo cansado que uno va, el calor que hace y las piedras que se clavan que da gusto, se hace largo, pero, el espectáculo de ese tramo es brutal y el final, con uno de los emblemas del Mascún, como la Torre Santiago, la Ciudadela y la afilada aguja de la Cuca Bellostas, se te olvidan todos los males.

    Y para rematar la jornada, ese tramo por el O Real de Mascún, con la fuente del Mascún y otros de sus emblemas, el Delfín, donde la última vez que estuve, había una escalador colgado, impresionante. La última subida por el Camino d'as Graderas, ya se atraganta un poco, pero, esos zigzags, el pasar junto a varias vías de escalada, las vistas que ofrece o el paso por Rodellar, también son para recordar.

    Pero, fíjate, con todo esto que te he contado, de todo lo que me quedo de está circular por las Fajas del Mascún, es la llamada emocionada de mi amigo Carlos a su mujer, intentando explicarle lo que habíamos visto.

    Salud y montaña.

    P.D.: Por cierto, aún sigue abierto el refugio que hay en el aparcamiento, porque estaba muy bien y era del ayuntamiento.

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    1. Hola Eduardo.

      Pues para quedarte en blanco, menudo comentario extenso te ha salido 🤪. No, es coña, me encanta que me dejéis este tipo de comentarios tan completos, en los que además aportáis valiosa información, como es el caso de algunos topónimos de la ruta, los cuales no conocía y agradezco un montón que los hayas reflejado en el comentario.
      Me quedo con la parte final del comentario, con la llamada de Carlos a su mujer, y es que es verdad, es difícil encontrar las palabras para definir todo lo que uno se va encontrando durante esta ruta. Por mucho que quieras engrandecer la explicación de la ruta y el paisaje, nunca lograrás reflejarlo tal y como es, uno tiene que estar allí para comprobarlo de primera mano.
      Yo, a parte de lo espectacular que fue la ruta, me quedo con el cómputo general de los casi dos días que estuvimos en Rodellar, con la sensación de estar aislados de todo. Recuerdo con especial cariño el irnos, las dos tardes, a esperar el anochecer junto al precioso puente románico del Río Alcanadre, situado junto al camping en el que nos quedamos esos dos días.

      Ostras, pues no me fije en ese refugio que comentas, así que no puedo resolver tu duda 😅

      Un saludo.

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    2. Y por cierto, si hubiese estado aún el bar de Otín te aseguro que al mínimo dos cervezas me hubiese apretado 😂

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  3. ¡Hola, Dani! Espectacular ruta la que nos acabas de presentar. A medida que iba leyendo y disfrutando de las preciosas y espectaculares fotos del reportaje iban pensando que seguro que no mostraban del todo la magnificencia de ese paraíso natural que estabas recorriendo. Y poco más adelante, vino tu comentario en ese mismo sentido. Pero te aseguro que nos hacemos una idea bastante clara de la brutal belleza de ese maravilloso paisaje, esas formaciones pétreas en forma de agujas, agujeros, fajas, cascadas...Una maravilla que podemos conocer de manera virtual gracias a tu preciosa entrada. Y me ha encantado el vídeo tanto por la espectacularidad de las imágenes como por la ambientación musical, como suele ser costumbre en tus vídeos. Por último, y tras ver el vídeo que confirmó mi hipótesis, te quejas de la dureza de la ruta y más después de los tres días de marcha y sin embargo, no he oído a Laia quejarse de nada y eso que ha hecho muchos más kilómetros que tú. Pues nada, Dani, Enhorabuena por las rutas por la sierra de Guara que hemos podido disfrutar gracias a ti.
    Un abrazo.

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  4. ¡Hola de nuevo! Se me pasó comentar la tristeza que me produce la despoblación de pueblos como Otín, donde no hace mucho tiempo aún había vida y la especial sensación que mee producen los árboles monumentales como esos dos grandes robles que nos has enseñado en el reportaje.
    De nuevo, un abrazo.

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    1. Hola Emilio.

      Como le comentaba a Eduardo, si, uno con las fotos, o con las explicaciones, se puede hacer a la idea de la magnitud del lugar, pero para comprobarlo de verdad, nada como estar allí, fundido con todo ese paisaje. Por eso, y tal como le he comentado a Rafa, si alguna vez vais a Guara, se hace obligado que realizáis esta ruta. El esfuerzo físico a realizar es grande, si, pero la recompensa para los sentidos es infinitamente mayor.
      Y si, es muy estremecedor escuchar y leer las historias de Otín y otros despoblados de la geografía peninsular, por eso es de alabar el trabajo que hacen para que no caigan en el olvido, páginas como la de Faustino Calderón, o ya más cercanas a nosotros, la de Agustí Hernàndez.

      Un abrazo.

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  5. ¡¡Escándalo, es un escándalo!!
    Escándalo, esto es un escándalo!!

    Que sepas Dani, que lo 1º que he hecho es ir a ver lo que tardo de Cuenca a Rodellar en google maps, y posiblemente en el otoño invierno de este año, escapemos un finde largo o puente para conocer Guara de una vez.

    De la ruta poco te voy a decir pues abruma tanto que no sé por dónde empezar. Quizás, eso que apuntan los compañeros, de que, aunque en esos lugares las fotos no suelen hacer justicia, y en este caso sucede, pero a la vez, tanta potencia paisajística trasmite mucho por las fotos y por la crónica, claro está.
    Eso sí, me he dejado los ojos buscando a Laia o a los senderistas esos.

    Ah amigo, esos tercios frios como chupones de hielo en el Saltadero as Lañas en pleno enero en el Bar Manolo, entre robles e iglesias recónditas, habría sido un broche increible, aunque han te quedaría distancia hasta el final con el siguiente peligro del bamboleo cervecero.

    Un abrazo y lo dicho, a ver si el año acaba con el Mascun en la mochila.

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    1. Ya os veo, cada vez que os subáis a Gina, susurrándole el camino a Rodellar, para que se lo vaya aprendiendo...
      Imagínate en aquellos dorados años noventa, cuando no había Internet, todo funcionaba por el boca a boca, no había tanta (sobre) información y todo era más sorpresivo, lo que debería suponer llegar a Otín, tras una larga caminata, o después de haber hecho una docena de rápeles embutido en neopreno, y entre ese abandono encontrarte con un bar en el que poder reponer fuerzas con un buen bocata y una fría cerveza...
      Y ya comprobareis de primera mano, que ni por asomo las fotos que yo muestro aquí para nada hacen justicia a la majestuosidad real del Mascún.
      Y nada, que en breve nos vemos, que os tengo que contar todos nuestros detalles de nuestro viaje a Alpes. A ver si me da tiempo, en estas dos semanas, de ponerme al día con vuestros blogs, y también con el mío...

      Un abrazo.

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